Madrid se ha convertido en la tercera ciudad con más oferta de musicales del mundo, por detrás de Londres y Nueva York. Un éxito que le sitúa como un sector en alza, pero cuyo triunfo no se está traduciendo en unas mejores condiciones para sus músicos. El estancamiento de sus sueldos, la falta de convenio, el uso de música grabada y la reducción de miembros en las giras son cuatro de los motivos por los que 250 profesionales se han unido en la Coordinadora de Músicos de Teatro Musical (CMTM), un colectivo que busca revertir la situación de los integrantes de las orquestas que interpretan los temas en directo durante las funciones.
“No tenemos regulación propia y eso implica que las productoras pueden hacer lo que les de la gana”, explica a este periódico uno de sus miembros, el guitarrista Gabriel Szternsztejn, que lleva trabajando en El Rey León desde su estreno en 2011, junto a otras producciones como Los Puentes de Madison, Pretty Woman y Avenue Q.
Tres son las empresas que acumulan la mayor parte de los musicales más importantes: SOM Produce (Grease, Mamma Mia!, Chicago, The Book of Mormon), LET'S Go (El fantasma de la ópera, Charlie y la fábrica de chocolate) y Stage Entertainment (Aladdin, El Rey León). La última indica a este periódico que desde el comité de empresa donde están representados los músicos no les han transmitido “ninguna queja” de sus condiciones de trabajo.
“Hay un agravio comparativo. No sé cómo las productoras no se cabrean entre ellas”, opina ante este medio Aitor Antruejo, guitarrista de obras como Cruz de navajas y Malinche. El profesional identifica que al no existir una norma que “obligue a marcar unos mínimos en los contratos, con el tiempo han ido tirando hacia abajo”.
Según un estudio realizado por la propia CMTM sobre la evolución de sus salarios, entre 2002 y 2024 ha habido un estancamiento de las remuneraciones. El sueldo medio por función, que oscila entre los 40 y 85 euros, apenas se ha movido. Y lo poco que lo ha hecho, ha sido a la baja. El número máximo de representaciones a la semana es de nueve con un día de descanso, que suele ser los lunes. Los ensayos se pagan menos, en torno a los 40 euros brutos por cada sesión de cuatro horas.
“¿Por qué hoy en día estoy cobrando, con suerte, lo mismo que en 2004?”, se pregunta ante elDiario.es el batería del grupo de rock Los Enemigos Chema Pérez, que también ha formado parte de la orquesta de El Rey León, El guardaespaldas, We will rock you y La jaula de las locas. Existe de hecho un espectáculo –cuyo nombre prefieren no mencionar–, que ha regresado a la cartelera 20 años después, con otra productora, en el que hace dos décadas el sueldo era mayor que el actual. La falta de regulación abarata igualmente sus despidos.
“Normalmente te dan de baja cuando llega julio y al retomar la obra en septiembre, te hacen un nuevo contrato. Con las mismas condiciones y sin subirte el sueldo”, añade. “La primavera es la peor época. Es cuando empiezan las giras y vienen los llantos”, indica a este periódico la pianista y directora musical Lola Barroso. Estos son los meses en los que se informa de quiénes serán los profesionales que recorran teatros por el país, ya que el patrón es que los equipos se vean reducidos. “De una orquesta de nueve músicos, pueden salir solo seis. Pensamos que la orquesta deberían tener el número suficiente como para poder tocar las canciones solos”, reivindican.
Tampoco nada les asegura que vayan a retomar sus puestos en otoño: “Es un circuito salvaje. La gente se mueve tanto para intentar mejorar sus condiciones laborales que es muy difícil que ser fijo una temporada sea garantía de que te vayan a llamar para la siguiente”, comenta la pianista. El batería Chema Pérez define ese periodo como el “limbo” en el que deben decidir si buscar otro trabajo o esperar una nueva oferta de la productora. “Luego si te llaman y dices que no, quedas fatal, porque ellos contaban contigo”, critica.
Musicales sin músicos
La ausencia de músicos no afecta únicamente a las giras. Desde la CMTM indican que actualmente hay obras anunciadas como musicales en las que no hay músicos: “Cantan encima de un karaoke”. “Si no hay músicos, tendría que llamarse de otra forma”, sostiene Aitor Antruejo. Por ello, reclaman que exista la obligación de avisar al público cuando esto ocurra, porque además cuando tocan, no siempre están a la vista. “He sufrido estar en fosos que no eran ni fosos, eran terceros sótanos”, lamenta Lola Barroso, que combina su actividad como pianista y directora musical con la comunicación de la editorial Nórdica: “Entré en el mundo editorial para equilibrar la precariedad del mundo de la música”.
Las orquestas pueden ser invisibles no solo para los espectadores. Muchas veces no están detalladas en ninguna parte, ni siquiera en la página web de las obras. “Si llegas tarde o tienes un accidente, la función no puede hacerse; pero luego puedes ni figutar en el programa ni se te paga como corresponde”, lamenta Gabriel Szternsztejn. El Rey León y The Producers sí que dedica un espacio de su página web a sus músicos, con una imagen y pie de foto nombrando a sus miembros. Caso distinto es el de ejemplos como Aladdín, The Book of Mormon y El fantasma de la ópera; en los que no se hace ninguna referencia a la orquesta.
Quién paga a los suplentes
“El salario de los músicos suplentes sale del de los titulares. Las funciones que él haga se descuentan de tu salario”, explica Gabriel Szternsztejn. Los covers, como también se les denomina, por su parte, “trabajan y cobran menos, pero tienen que tener disponibilidad. Estar listo por si surge alguna eventualidad”. “Si el que necesita al sustituto es la empresa, ¿por qué tengo que estar yo pagando de mi sueldo a esta persona?”, apunta el guitarrista Aitor Antruejo. Suplentes que terminan siendo imprescindibles y a los que, además, deben formar ellos mismos.
Lola Barroso recuerda que, hace siete años, ejerciendo de directora musical de una gran producción, se encargó de formar a todos los sustitutos antes de salir de gira, sin mucho margen para ensayar. “Me pasaba en el teatro desde mediodía hasta última hora, y al final la única que no tuvo cover fui yo. No me dio tiempo a que nadie se formara. Mi abuela falleció y no pude ir al funeral. Esto es algo que jamás he perdonado al teatro musical. La productora no veía tan necesario formar un director musical. Me decían que si yo faltaba, no se haría la obra. Hice funciones llorando”, recuerda.
Mi abuela falleció y no pude ir al funeral. Esto es algo que jamás he perdonado al teatro musical. La productora no veía tan necesario formar un director musical. Me decían que si yo faltaba, no se haría la obra. Hice funciones llorando
Otro de los problemas de los sustitutos es que, al ser contratados por jornadas, no cuentan con respaldo en caso de enfermedad. “Estando en un musical me luxé la cadera pero como estaba de suplente no se me cubrió nada. Me daban de alta cuando iba y me daban de baja cuando no. Al no tener contrato de continuidad, no tenía seguro. Estuve cinco meses sin currar ni cobrar”, relata el batería Chema Pérez.
“A los covers les pagamos por día y los eligen los titulares. Si no vienen, no cobran. Pero no sé cómo funcionan el resto de productoras”, expresa Yolanda Pérez Abejón, Directora General de Stage Entertainment, sobre cómo funcionan en su empresa. También señala que en El Rey Léon tienen a 55 músicos en plantilla, entre los cuales, después de 14 años, hay alrededor de quince que cuentan con contrato indefinido.
El mantenimiento de los instrumentos
Entre las peticiones que señalan desde la CMTM está la obligación de proporcionar instrumentos y cualquier otra herramienta de trabajo (cuerdas, cañas, etc.) a los músicos por parte de la productora, ya que es común que tengan que llevar los suyos. “En algunos casos he tenido que poner la batería sin que se me pagara el alquiler. He pedido que ellos llevaran el mantenimiento porque las baquetas o los parches se van desgastando”, cuenta Chema Pérez. “Alguna vez me dijeron que les salía muy caro pagarme el plato cada vez que lo rompía, que pueden ser unos 300 euros. Les dije que de ser así me llevaría mi batería y que me la alquilaran ellos”, añade.
El músico indica que no todos los instrumentos son iguales, ya que pueden ser “tan personales que funcionan como una prolongación del instrumentista”. Cita como ejemplos los de viento como el saxofón, en el que las boquillas están diseñadas con unas características personalizadas. “Es como si a Fernando Alonso le dijeras que le vas a dejar un coche pero sin el asiento a su medida”, compara, “que no se deteriore y ese alquiler hay que pagarlo”.
Por una 'época dorada' para todos
“Se están equivocando. Si quieres instaurar un nivel de teatro musical alto en España, tienes que copiar la manera de producir de Londres o Nueva York. No puedes querer enriquecerte y tener beneficios desde el minuto uno. Tienes que tener a la gente contenta”, valora la pianista Lola Barroso, que defiende a la vez que “hay gente que sí que hace las cosas bien”.
El guitarrista Gabriel Szternsztejn lamenta que trabajando dentro de un sector en alza, con una ciudad como Madrid en la que se venden entradas de entre 30 y más de cien euros con una media de ocho funciones semanales, “no se vea reflejado en las condiciones de los músicos”. Y lamenta: “En la época en la que no había este auge era un trabajo mucho mejor que lo que es ahora teniendo mucha visibilidad”. En su lucha por conseguir que esta 'época dorada' de los musicales en España lo sea también para sus músicos, conseguir un convenio se emplaza como el gran objetivo a conseguir. “A las productoras también les vendría bien tener un marco. Ahora esto es la ley de la selva”, concluye.
Este periódico se ha puesto en contacto con las otras dos principales productoras de espectáculos musicales en la capital, SOM Produce, que no ha querido responder sobre este asunto y LET'S Go, que no tenía un portavoz que pudiera atender a las preguntas de este medio. “Los músicos se han quejado en algún momento de que no tenían convenio y siempre les hemos alentado a que lo hicieran”, afirma la directora general de Stage Entertainment.