📩 Da para pensar, ¿verdad?
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“Es imperdonable haber romantizado una violación sistemática”, ha escrito el actor y director Paco León en su cuenta de Instagram. Se refiere a una escena de la película Kiki, el amor se hace, que rodó en 2016 y que entrecruzaba varias historias de filias sexuales. La parte en cuestión muestra a un hombre que droga a su mujer para mantener relaciones, “por supuesto sin su consentimiento”, matiza el cineasta. “Siento mucho no haber tenido en ese momento la sensibilidad para tratar el tema y haber frivolizado con él”, continúa León.
La película de Paco León es un remake de la australiana The Little Death (2014), dirigida por el debutante Josh Lawson. La crítica española la diferenció de aquella por explotar un perfil más cómico y extravagante. Aunque, en el fondo, trataban de lo mismo: de las parafilias sexuales de una serie de desconocidos. De hecho, la de Lawson también incluye varias escenas alrededor del imaginario de la violación.
“Una noche, mientras se mete torpemente en la cama, Maeve le informa a Paul de que le gustaría que la violara, un malentendido que se resuelve con risas incómodas. Es su fantasía, le explica, pero no querría saber con certeza que es Paul si realmente sucede ni cuándo. La noción equivocada de la violación como fuente de placer sexual, en lugar de acto de agresión, mancha constantemente esta línea argumental”, escribió la crítica Christy Lemire en el prestigioso portal cinematográfico de Roger Ebert, donde suspendieron a la película.
En España, la crítica aplaudió casi de manera unánime a Paco León y a su Kiki, el amor se hace. Estuvo nominada a cuatro premios Goya, incluido el de Mejor guion adaptado, aunque finalmente no se hizo con ninguno. Una de las pocas reseñas que puntualizó las sombras de la película fue la que escribió la periodista Desirée de Fez para el periódico El Español.
“Aun así, Kiki, el amor se hace tiene sus problemas”, reconoce la crítica. “Algunos son leves, como la escritura histriónica de personajes y diálogos. Otros, más graves. Es el caso de la historia del cirujano plástico al que da vida Luis Bermejo. No hay por dónde cogerla. El humor, más desafortunado que negro, no funciona y la resolución del relato es muy dudosa. El toque romántico que tan bien le viene al resto de las historias a ésta le sienta como una patada”.
Cinco años más tarde, el director se da cuenta de su error. “No es fácil reconocer que metiste la pata en el pasado ahora que no viene a cuento. Pero sí que viene a cuento. Que todos tenemos una responsabilidad con lo que hacemos y los valores que transmitimos. Y que con la mejor de las intenciones te das cuenta de que tú también estás colaborando con la cultura de la violación”, expresa en Paco León en su post.
No es la primera vez que un producto cultural refleja la violencia sexual como romántica. En algunos, la violación actúa como línea argumental para mostrar el horror y las secuelas que produce en las víctimas; pero en ocasiones estas escenas se banalizan o se añaden únicamente como elemento morboso (como las violaciones en Juego de Tronos que en la historia original eran sexo consentido). Este último caso es el de Kiki, el amor se hace. “Me avergüenzo de ello y agradezco a las personas que me lo han hecho ver. Prometo seguir trabajando y aprendiendo”, concluye León.
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