Barcelona, 15 sep (EFE).- El filósofo barcelonés Pau Luque ha ganado este martes el 48 Premio Anagrama de Ensayo con “Las cosas como son y otras fantasías”, una obra que trata sobre las relaciones entre arte y moral a través de un personal itinerario literario.
El jurado, formado por Jordi Gracia, Chus Martínez, Joan Riambau, Daniel Rico y la editora Silvia Sesé, ha concedido la distinción al ensayo de Luque, que ha calificado de “inteligente y entretenido alegato en favor de la imaginación y un elogio de la incertidumbre y la imperfección”.
“Sabe más quien vive atormentado por la duda que quien vive satisfecho en la certeza”, escribe Pau Luque en este ensayo moral que, como apunta el jurado, “en tiempos de incertidumbre obliga a hacerse preguntas”.
Para la editora Silvia Sesé, se trata de un libro que “combina distintos textos de la cultura y de la alta cultura” y que reflexiona sobre “el poder de la imaginación como fuerza moral para conocer la realidad”.
En su reflexión sobre la creación artística y su capacidad para ensanchar nuestro entendimiento de la maldad y, en consecuencia, de la bondad, Luque, investigador en Filosofía del Derecho en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), convoca a Nick Cave, Nabokov, Iris Murdoch, Fellini, Shakespeare o Cervantes, porque en plena tempestad “no nos salvan quienes tienen ideales, sino quienes tienen imaginación”.
“¿Hay arte moralmente condenable o es el arte inmune al juicio moral?”, se cuestiona Luque, para quien no sirven las respuestas que se ofrecen habitualmente en la esfera pública, reducidas a una suspensión total del juicio moral acerca de la obra de arte o bien a una mimetización del veredicto del derecho penal (culpable o inocente).
En este ensayo, Pau Luque (Barcelona, 1982) sostiene que ese es un falso dilema, porque “el juicio moral es más complejo y desordenado de lo que esas dos posiciones dan a entender”.
“La obra de Nick Cave, la 'Lolita' de Nabokov y 'El mar, el mar' de Iris Murdoch, los tres grandes hilos conductores del libro, sugieren que el juicio moral más fecundo es el que se encarama a la imaginación literaria, no aquel que busca la absolución o la condena”.
Y añade: “No se trata de perseguir el bien, la injusticia, ni sus contrarios, sino que estos tres autores aluden a lo que yo llamo las virtudes imperfectas, como la crueldad, la venganza, el poder sobre el que no tiene poder”.
A su juicio, la moral no es estática sino que es lineal, es como “una noria en la que van apareciendo las ideas”, e ilustra esta reflexión recordando que “cuando Marx habla de igualdad, es diferente de lo que hoy entendemos como igualdad, porque los contextos cambian, pero, en realidad, viene a decir lo mismo”.
Luque ha revelado que desde siempre había tenido interés por la moralidad y, por tanto, era natural que acabará abordando la discusión sobre las relaciones entre arte y moral.
El punto de partida fueron las “favolettes”, que es como designan los italianos a los cuentos de hadas para adultos: “Vi que había algo paradójico en ellas, porque eran películas o novelas con pretensiones morales y sin embargo no tenían interés moral”.
Al mismo tiempo, y sobre la base de la comparación entre las escenas clave de “Irreversible” de Gaspar Noé y “La pianista” de Michael Haneke, Luque encontró sentido a hablar de “arte moralmente indecente”, y considera que “la diferencia entre el arte imaginativo y el arte indecente es la misma que mediaría entre la narración imaginativa de personajes abyectos y la narración abyecta de personajes imaginados”.
El ensayo explora también otras cuestiones relacionadas con la imaginación, como “cuál es el lugar que deberían ocupar los literatos y artistas en los periódicos y magacines, un papel menguante que constata que escritores y artistas están dejando el centro de la polis”.
Otra cuestión que trata Luque en “Las cosas como son y otras fantasías” es que “cultivar la imaginación literaria es una manera de impugnar un cliché misógino, según el cual ”a las novelistas se les supone una mayor sensibilidad introspectiva y un desinterés por la literatura más imaginativa, un tópico que me parece injustificado“.
Al Premio Anagrama de Ensayo se presentaron un total de 166 originales procedentes de dieciséis países, ocho de los cuales llegaron como finalistas a las últimas deliberaciones.