Barcelona, 1 sep (EFE).- Ganadora del premio Roberto Bolaño y elegida por Granta como una de las mejores narradoras en español, la chilena Paulina Flores presenta en España su primera novela, “Isla Decepción”, con la que viaja hasta el estrecho de Magallanes para mostrar que el mundo “es bello”, pero se está llenando de basura.
En un encuentro restringido con periodistas, Flores, que reside desde enero en Barcelona, donde cursa un máster, ha comentado este miércoles que su nueva historia nace a partir de un reportaje que recortó de un periódico de su país, hace ya unos años, en el que se hablaba de marineros orientales que ponían en peligro sus vidas saltando de los barcos-factoría en los que vivían como “prisioneros”.
Es algo que no ocurre solo en la zona del estrecho de Magallanes, sino que también pasa en África o Nueva Zelanda, pero Flores, cual detective con lupa, se puso a investigar sobre el terreno, en la Patagonia chilena e incluso viajó hasta Corea, país por el que siente desde siempre una fuerte atracción y que es de donde procede uno de los tres protagonistas de la novela.
Publicada por Seix Barral, en “Isla Decepción”, el lector conocerá a Marcela, una mujer que fracasa en el amor y que renuncia a su trabajo, dejando Santiago de Chile para irse hasta Punta Arenas, donde vive Miguel, su padre, un electricista con el que mantiene una relación compleja y que tiene en su casa escondido a un joven coreano, Lee, que un grupo de pescadores rescató un día del mar, tras tirarse de un barco.
Una de las lecturas de la novela, según su autora, tiene que ver con la crisis climática y con la industrialización en un mundo de economía global.
“Quise mostrar que el mundo es bello y lo estamos llenando de basura y también que no se puede escapar de ello. Porque incluso cuando queremos estar absolutamente solos y desolados hay una botella de Coca-Cola de plástico al lado, diciéndote que por aquí pasó el ser humano”, argumenta.
A su juicio, ello comporta una idea: “Que nos demos cuenta de que no podemos escapar, aunque esta novela trate de escaparse, pero siempre hay un poco de basura rondando”.
En el caso de los barcos-factoría, con personas con unas condiciones de trabajo difíciles de comprender en pleno siglo XXI, la escritora asevera que este hecho tiene “mucho que ver con todos los tipos de industria mundiales, como la ropa que uno se pone o los celulares que uno usa”. “Todo lo está haciendo alguien, ganando lo mínimo, en un país tercermundista”.
Agrega que en el caso concreto de la industria del mar, “es como que para que alguien pueda comer unos deditos de salmón o de atún muy baratos a la vuelta de la esquina, otros tienen que pescarlos en alta mar por nada, arriesgando su vida”, lo que a ella le parece “muy fuerte”.
Considera que ser escritora es como ser actriz y por ello, mientras se documentaba para la narración, aprendió de “pesca, del mar, de la naturaleza, de un millón de datos sobre calamares, ballenas, moluscos e invertebrados”, lo que le encanta, porque, al final, busca los temas como excusa para obsesionarse “con algo y profundizar mucho en eso”.
Más de cuatro años le ha llevado escribir “Isla Decepción”, un proceso en el que reconoce que ha sido “muy feliz” y en el que, confiesa, viajó mucho escribiéndola.
A punto de partir esta misma tarde hacia México para participar en el Hay Festival Querétaro, dice que haber entrado en la lista de Granta de 2021 más que suponer una presión de cara al futuro le ha reportado “agradecimiento y felicidad” y, además, le ha permitido escribir el relato “Buda flaite”, que será el primer capítulo de su tercer libro, en el que habrá una mezcla de anime japonés con picaresca, con un niño no binario de protagonista.
Sin adelantar mucho más, Flores sí ha indicado que el protagonista es un “niñe” que pasó por el Servicio Nacional de Menores de Chile, en su opinión “una especie de infierno para los adolescentes, donde en diez años han desaparecido y muerto como mil niños, una realidad terrible” que conoce “de primera mano” porque un primo pequeño suyo estuvo allí y sabe “lo terrible que es”.
Cree la novelista que se va acercando en esta obra “a la idea de la cárcel”. “Algo que me perturba -dice-, un lugar de encierro humano, que si el mundo sigue siendo mundo, algún día nos preguntaremos cómo podemos encerrar a la gente y esperar que cambie estando hacinados durante años sin hacer nada”.
Por otra parte, confiesa que, después, le gustaría escribir un cuarto libro sobre cartas de amor -pergeñando ya algunas de ellas- y tampoco esconde que su residencia barcelonesa, que le gustaría prolongar más allá del máster, porque le encanta vivir junto al mar, ya empieza a dar frutos a nivel literario.
Paulina Flores está escribiendo un cuento muy inspirado en el barrio del Raval con tres personajes: Al Pacino, con treinta años; Casper, el fantasma amigable; y “yo de resaca por allí”.