“Madrid Destino es un sistema vertical en toda regla, que trabaja más cerca de los intereses del mercado”

La Concejalía de Cultura ha desvelado el nombre de la persona que va a dirigir Madrid Destino, Cultura, Turismo y Negocio S.A., la empresa pública creada por Ana Botella para agilizar la gestión de una gran parte de los centros culturales de la capital. Se trata de uno de los más controvertidos de la anterior legislatura en lo que a cultura se refiere, ya que aúna áreas distantes -en ella fundieron las tres sociedades que creara Gallardón; la gestora de teatros y espacios escénicos del Ayuntamiento Madrid Arte y Cultura (MACSA), Madrid Visitors & Conventions Bureau (MV&CB) y Madrid Espacios y Congresos (Madridec)- y desde su nacimiento ha sido ampliamente criticado por supeditar los intereses culturales a las motivaciones económicas. La dirección de esta polémica entidad ha sido asignada a Santiago Eraso (1953), un profesional de dilatada experiencia en la gestión pública de la cultura, pero también vinculado a espacios independientes, colaborando con colectivos y participando de la cultura de base de las diferentes ciudades en las que ha habitado.

El currículum de Eraso es extenso. En el año 1977 se incorporó como funcionario responsable de la Biblioteca Pública Municipal de Tolosa, donde también fue director del Departamento Municipal de Educación, Cultura y Juventud (1982-1986). Entre 1987 y 2006 fue director de Arteleku, Centro de Arte y Cultura Contemporánea de la Diputación Foral de Gipuzkoa. De 2001 a 2015 ha sido miembro del equipo de contenidos de “UNIA arteypensamiento” de la Universidad Internacional de Andalucía. También ha trabajado como director Cultural de DSS2016EU, la candidatura de Donostia/San Sebastián a Capital Europea de la Cultura 2016 (2009-2011).

Eraso conoce bien el mundo de la cultura, posiblemente por eso es consciente de la complejidad del encargo que se le ha asignado. Responde a nuestras preguntas con la precaución de quien sabe que no puede ofrecer soluciones a corto plazo pero desde la convicción de quien quiere contribuir al cambio un cambio esperado y necesario.

¿Cómo va a encarar el encargo que se te ha realizado y las complejidades que entraña?

He de admitir que para mi ha sido un regalo inesperado y me siento afortunado de que el equipo de Manuela Carmena me haya ofrecido esta oportunidad. Estoy muy en sintonía con las corrientes municipalistas y movimientos políticos que han surgido tras el 15M y me identifico con ellos. Conozco y tengo vínculos personales con varios cargos, electos y hombres y mujeres que se han incorporado de forma reciente a las administraciones de Sevilla, Barcelona, Madrid, etc. por lo que me hace feliz ser parte de este proceso. Tenemos la oportunidad de trabajar desde la institución lo que hasta ahora habían sido prácticas políticas más minoritarias, pero que he podido acompañar y apoyar desde los diferentes lugares de mediación entre la cultura y el arte y los procesos sociales.

Es cierto que también me voy a enfrentar a muchas contradicciones y complicaciones. Soy consciente de los límites institucionales y formales que implica trabajar desde una empresa que se creó para favorecer la liberalización de las políticas culturales. Hemos de volver a poner en el centro el valor social y de bien común de prácticas culturales diversas, desde las más populares a las más experimentales o con vocación de transformación. Por suerte los mediadores no vamos a trabajar solos porque tendremos el apoyo de comunidades de actores culturales que llevan tiempo trabajando y asistidos de una diversidad de materiales que se han generado en los grupos de trabajo de base. Además, contamos por descontado con todos los conocimientos de los técnicos que han venido trabajando desde dentro de la administración y que es necesario volver a poner en valor. Es necesario establecer redes entre los diferentes grupos municipalistas y de cultura de otras ciudades, favoreciendo las complicidades y escapando de una política ensimismada. Hay que trazar líneas de apoyo y aprovechar la energía y trabajo que se ha creado en muchos puntos del Estado. En definitiva, hemos de trabajar por construir una cultura como bien común, como apuesta por lo social y posibilitar que el máximo de ciudadanas y ciudadanos tengan las herramientas para empoderar sus saberes, desarrollar su capacidad crítica y poder ahondar en la democracia.

La tarea que se me ha encomendado va a ser complicada, y es un trabajo que requiere trabajar entre muchos, por supuesto con el liderazgo de la concejalía de cultura, liderada por Celia Mayer. Pero también hemos de vincular el proyecto de transformación al área de participación, a los distritos, servicios sociales y claro, a los propios trabajadores de la empresa. Ahora estamos diseñando metodologías que nos permitan hacer una hoja de ruta y nos faciliten emprender este proceso, estableciendo objetivos mínimos y máximos y poniendo en marcha este cambio cultural que ha nacido con el 15M y que ahora ha entrado en las instituciones. En alguna ocasión he comentado que habrá que reafirmar, reformar y revolucionar en diferentes fases y con distintas intensidades, de acuerdo a las posibilidades reales.

Durante la campaña electoral se ha hecho énfasis en esta idea de la cultura como bien común, ¿no resulta paradójico impulsar la cultura común desde una empresa pública?

La forma empresa, como la tecnología, no es buena ni mala. El problema en este caso son los objetivos que tiene esta empresa. Cuando se constituyó, en principio, se buscaba crear herramientas para dotar de autonomía y fomentar otros modelos de contratación y agilizar la producción cultural frente a otros modelos más pesados o burocráticos. Aun así es necesario analizar los objetivos políticos de esta empresa, que ahora mismo por lo que parece, tenía como objetivo liberalizar el sector y transformar la cultura en mercancías y recursos. Se trataría, por tanto, de restituir el derecho a la cultura y la cultura como derecho.

Para llevar a cabo esos cambios tenemos que colaborar con la Dirección General de Actividades y Programas o la de Bibliotecas y Archivos, puesto que es importante que Madrid Destino empiece a mirar a los distritos y se ponga al servicio de la descentralización de la excelencia, promueva el trabajo digno en los centros culturales, y desarrollar otras acciones que sólo se van a poder hacer trabajando con otras áreas del ayuntamiento. Ahora mismo estamos evaluando y analizando la situación de la organización y cómo podemos orientarla para cumplir los objetivos que se pusieron en el programa de Ahora Madrid. Para hacerlo necesitamos muchas complicidades, y me gustaría que el espectro de apoyos fuera lo más amplio posible. Sería deseable que el Partido Socialista pudiera también asumir y compartir un programa de mínimos con el que se sintieran identificados, para garantizar que el trabajo que podamos hacer tenga continuidad y no caiga en cajón roto si futuros resultados electorales trajeran cambios de gobierno. También queremos consultar a todas las trabajadoras y trabajadores de Madrid Destino sobre proyectos que hubieran querido realizar y se han quedado parados, estudiar y valorar planes e ideas que nunca se pudieron llevar acabo. Estoy convencido de que podremos recuperar muchas buenas ideas y planes excelentes que, por diferentes razones, se han quedado por el camino.

Uno de los elementos que ha definido a esto que se viene llamando “nueva política” son los desbordes ciudadanos, es decir, momentos en los que mareas, asociaciones, colectivos, han impuesto la agenda política y han avanzado más rápido que las instituciones. ¿Cómo os vais a relacionar con los grupos de cultura y otros movimientos ciudadanos?

Creo que las mareas y movimientos autónomos tienen que seguir funcionando porque su capacidad crítica y de análisis es imprescindible. Es fundamental para la democracia poder contar con la potencia crítica de estos movimientos pese a que puedan llegar a estar en nuestra contra. Estamos en un momento muy oportuno para construir puentes de diálogo, para ver qué críticas nos están haciendo pero también cómo nos pueden aportar nuevas ideas. Ahora mismo las expectativas son altas y tenemos que aceptar que pese a que queremos ser transparentes, queremos ser consecuentes con políticas salariales justas, queremos cambiar el sistema de contratas, etc. los resultados no se verán a corto plazo. Estamos convencidos, que pese a que va a ser difícil, el cambio es posible, aunque de algunas cosas sólo nos va a dar tiempo a plantar las primeras semillas.

Con anterioridad ha escrito sobre la importancia de los ecosistemas culturales. Aparte de las instituciones que dependen directamente de Madrid Destino (Teatro Circo Price, Medialab Prado, Teatro Fernán Gómez, Centro Centro, Matadero, Centro Cultural Conde Duque, etc.), ¿se va a trabajar con esos espacios menos visibles pero igualmente importantes para comprender el ecosistema cultural de la ciudad?

La estructura de Madrid Destino no es para nada la de un ecosistema, es un sistema vertical en toda regla, que trabaja más cerca de los intereses del mercado y la cultura espectacular que de otras formas de cultura más sociales. Una de nuestras tareas será la de intentar transformar este sistema en uno más horizontal, situado y capaz de articularse con los distritos y barrios. Es importante evaluar la política de espectáculos y los precios de muchos de estos, puesto que no son asumibles por gran parte de la ciudadanía. La cultura no puede ser el capricho de unas élites, por eso es necesario reequilibrar este ecosistema y sobre todo incidir en todas aquellas instituciones que se sustentan en recursos públicos y evaluar su oferta cultural.

El Festival de Jazz de San Sebastián que se ha celebrado estos días, por ejemplo, ha logrado equilibrar una programación de calidad, con el patrocinio, la venta de entradas a precios asequibles y muchos conciertos gratuitos abiertos a toda la ciudadanía. Tenemos que fijarnos en iniciativas de este tipo porque hay muy buenos ejemplos de buenas prácticas. También hay que repensar la tendencia a la centralización y monumentalización de actividades culturales. Tenemos que hacer un mapa y ver si hay diversidad, si se duplica la oferta, etc. para después intervenir y racionalizar la oferta cultural que se promueve desde las diferentes instituciones públicas que actúan en la ciudad y la Comunidad de Madrid.

Quien haya seguido su trayectoria sabrá que una de tus preocupaciones ha sido vincular cultura con educación, pero ¿es eso conciliable con el turismo?

Efectivamente, me interesa la educación entendida no solo como un sistema escolar reglado sino como un proceso continuo de aprendizaje y empoderamiento a través de los saberes. La cultura, los textos, el teatro, la música, las imágenes, las experiencias, las prácticas críticas, etc. te pueden dotar de herramientas para instituir otro tipo de cuerpos, de sujetos y de ciudad. La cultura y la educación se han de entender no como una pedagogía de sujeción sino como una pedagogía de liberación. Pero tienes razón y ahora mismo tenemos un debate abierto para ver cómo la cultura y el turismo se pueden pensar a la vez o como entes diferenciados.

Es importante establecer ciertas pautas para ver cómo el turismo se relaciona con la economía de la ciudad, con el urbanismo, con la limpieza, el orden, etc. Hay muchas empresas que dependen del turismo y es importante acoger y ofrecer la ciudad a los visitantes, pero eso no ha de llevarnos a hacer políticas en las que el turista está en el centro, propiciando la monumentalización, concentración cultural o la cultura de consumo rápido. Aun así, creo que las políticas sobre turismo se van a abordar desde el propio gabinete de alcaldía, en la medida que su complejidad afecta a muchos ámbitos de decisión del Ayuntamiento.

Muchos de los puestos de dirección de instituciones culturales de la capital han sido asignados a dedo, sin concurso previo ni siguiendo las recomendaciones del manual de buenas prácticas. ¿Vamos a ver cambios en este sentido?

Efectivamente, es un tema que ya hemos debatido y tenemos como propósito que todas las nuevas designaciones o las renovaciones de cargos, se harán abriendo concursos públicos que sigan las recomendaciones de los profesionales del sector y siguiendo el código de buenas prácticas. Queremos democratizar las instituciones y hacerlas lo más transparentes posible, y además de forma participada, escuchando permanentemente tanto la palabra de los profesionales como la voz de la ciudadanía. Esto no sucederá ni hoy ni mañana, pero vamos a poner todo nuestro empeño, esfuerzo y trabajo en el pleno desarrollo de este proceso democrático e ilusionante que se ha abierto en muchas ciudades y comunidades.