Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
“La mezcla de humor y thriller de 'Félix' es algo que hemos visto muy poco en España”
Tomàs Aragay y Cesc Gay se conocieron hace casi dos décadas. Juntos adaptaron Krámpack, la obra de teatro de Jordi Sánchez, y la convirtieron en la ópera prima del realizador. El resultado les llevó a ganar el Premio Especial de la Juventud en el Festival de Cannes y el premio a Mejor Dirección en el de Málaga. También a cosechar un recibimiento crítico prácticamente unánime que acertaba en destacar la sensibilidad y la naturalidad con la que aquel film retrataba el despertar sexual de dos adolescentes.
Desde entonces, Tomàs Aragay ha sido la mano derecha del realizador en casi todos sus largometrajes. Con él escribió En la ciudadEn la ciudad y Una pistola en cada mano e incluso aquella rareza llamada Ficció. En 2015 consiguieron cinco goyas con la historia de Truman, entre ellos los de Mejor Película y Mejor Guión Original.
En todos sus filmes, en mayor o menor medida, han conseguido combinar de forma fluida el humor y el drama cotidiano, armándose de personajes bien perfilados y de situaciones que implican al espectador por su cercanía. Ahora, ambos han abordado juntos el guion de Félix: una historia que se adapta a su estilo pero a la vez, les supone un cambio importante profesional y artísticamente. Es una serie, no un largometraje. Es un thriller, no una comedia. Y sin embargo, el guionista dice haber aprendido más con esta serie de Movistar+ que con muchos de sus trabajos. Hablamos con él, que nos atiende a su llegada a Barcelona, metido ya en otros proyectos, pero aún rememorando la nieve de Andorra.
Llevas trabajando con Cesc Gay desde Krámpack en el 2000. ¿Cómo ha evolucionado vuestra relación todos estos años? ¿Cómo os habéis enfrentado al reto de hacer una serie?
Son muchos años ya. Hemos establecido entre nosotros una especie de metodología de trabajo muy sui géneris. Esa metodología se ha ido afianzando a medida que nos hemos conocido y nuestra amistad se ha hecho más profunda. Pero hacer una serie es otra cosa. Es muy diferente porque ambos habíamos trabajado mucho en cine, que tiene un tempo concreto, una estructura determinada con un final propio. Todo esto salta por los aires cuando te enfrentas a una serie porque tienes que plantearte narrar eso con otros tiempos, con más giros, entrar en un mundo en el que hay más acción… Porque los personajes por sí solos no lo sostienen todo.
Es cierto que en Félix los personajes nos los hemos currado. Pero no son lo único que sostiene la atención del espectador. Nos vimos muchas series, asimilamos referentes para atacar el material desde distintos puntos de vista… nos iniciamos en el mundo de las series juntos. [Risas]
¿Cómo os enfrentasteis a estas particularidades de la narrativa episódica? A su tempo propio, al desarrollo…
Intentamos trabajar la idea de que cada capítulo fuera una especie de película. Creo que eso está bien. Cada episodio, per se, tenía que funcionar como pieza única dentro de un mecanismo más grande.
Hay algo que sí que cambiaba mucho con respecto al cine y que parece obvia pero cuesta hacer bien: tienes que sembrar alguna duda en el espectador cuando terminas cada relato, para que desee ver el siguiente. Es decir, hay unos mecanismos internos dentro de las series que es muy difícil saltarse porque el espectador atiende a ese tipo de estímulos.
Todo, trabajando constantemente lo de mezclar thriller, que normalmente es una cosa como muy seria y tensa, con humor y distensión. En este sentido, y ya lo he leído en algún periódico, los hermanos Coen son un referente claro. La mezcla de humor y thriller de Félix es algo que hemos visto muy poco en España. Aquí se hace mucho melodramas o thrillers serios de corte norteamericano. A nosotros nos gustaba la idea de mezclarlo y no es la primera vez que lo hacemos.
Félix ha sido aprender de los mecanismos con los que se construye una serie. Las series se consumen distinto que una película en un cine: la gente las ve en casa tranquilamente, haciendo otras cosas y las consume muy deprisa. Intentar estructurar nuestra historia pensando en el espectador, en qué información darle en cada momento, con qué dosis dársela… ha sido difícil.
En Félix manejáis referentes como Twin Peaks, Doctor en Alaska, Fargo. Todas son historias desarrolladas en comunidades aisladas en las que ocurren cosas raras. ¿Todos los referentes que utilizasteis tenían que tener eso en común?Félix Twin PeaksDoctor en AlaskaFargo.
Esas tres que has dicho son series que trabajamos y que nos gustaron mucho a los dos. Es innegable que se te quedan y puede que luego se reflejen en lo que escribes de una forma u otra.
Pero también hemos manejado referentes del cine como por ejemplo Hitchcock. Nos gustaba la idea de plantear todo desde el punto de vista de un protagonista que está como pez fuera del agua, metido en un lío o en un mundillo al que no pertenece. Te vienen a la cabeza Con la muerte en los talones, Extraños en un tren… Hitchcock se las ingeniaba para partir de una chispa que generaba misterio pero que nacía de cierta cotidianidad. Un encuentro, una equivocación breve que puede degenerar en algo muy distinto.
Félix tiene esa cosa de medio galán, pero frágil, cómico, un combo que Hitchcock manejaba muy bien y que estuvo presente durante el proceso de escritura.
De hecho, Hitchcock también planteaba el humor como otro vehículo del misterio, o del drama...
Cada uno va encontrando con el tiempo su manera de mirar y de narrar. Cesc y yo vemos la vida desde un lugar parecido por cómo somos. Sin humor, nos parece que este drama queda demasiado denso, no nos lo terminamos de creer. El humor marca una apuesta clara por ofrecer algo distinto. Nos gustaba plantear situaciones en las que el humor y la tensión se mezclan generando un cóctel muy particular.
¿Ese humor podría existir sin ese microcosmos que creáis en la Andorra de Félix?Félix
En realidad este microcosmos que comentas parte de que Andorra es un paisaje que conocemos y que cinematográficamente es muy potente. También permite eso de aislar, de crear una especie de cuento con personajes bien dibujados. Es un mundo en el que parece que solo están ellos.
La ciudad es más difícil, porque todo el mundo es anónimo y los encuentros no son nunca como los que vemos en Félix. Hay incluso un poco de estilo Far West, una herencia de encuentros o duelos entre dos personajes, metidos en paisajes vacíos y enormes que también hablan. Al final los referentes surgen solos porque hemos visto mucho cine, así que se podría decir que incluso un James Stewart en uno de sus vaqueros frágiles también es un arquetipo que nos gusta.
Además de esta suerte de vaquero perdido, a Félix le rodean personajes muy particulares como Óscar o Natalia. ¿Cómo trabajasteis los secundarios?
Fueron apareciendo por necesidad. Dibujar a un protagonista pasa también por dibujar a sus partenaires. ¿Qué sería Don Quijote sin Sancho Panza? La serie iba de Félix, claro, pero para construir su personalidad también juegas al contraste. Si él es alguien frágil e inseguro, pues tienes también a su amigo que está ahí por si se mete en un lío porque es más valiente, más echado para adelante, más deslenguado. Eso es lo que es Óscar.
Pero luego su mujer, Mario, el hijo... Con ellos se generan dinámicas que añaden complejidad a la historia, y cómo la percibe el espectador. Por ejemplo, la relación de Félix con su hijo. El hecho de que no le haya dicho nunca que es su padre marca un arco dramático y dice algo de la personalidad de Félix: un tipo muy inseguro que es incapaz de decirle a un niño que es su padre.
Félix empieza con una premonición y a lo largo de la serie vemos varias visiones de Julia. ¿Tuvisteis la tentación de incluir elementos más surrealistas?Félix
Cuando estás en el proceso de crear algo así... pasas por muchos sitios. Estas visiones de ella fueron variando mucho a lo largo del proceso de escritura y no se resolvieron hasta el montaje final. Creo recordar que él tenía más visiones pero algunas cayeron por cuestiones de ritmo. Tonteamos bastante con dejar esos toques surrealistas más importantes, pero también con que desapareciesen. Tuvimos momentos en los que pensábamos que lo mejor era que Julia nunca apareciese. Partes de ideas muy rígidas que luego se van haciendo blandas porque se amoldan a lo que necesitas.
Al final Julia sí que aparecería de distintas formas: en visiones, en recuerdos. Jugamos con diferentes fórmulas para que el espectador nos siguiese dando por bueno lo que le pasa por la cabeza a Félix. Había ideas más locas que bailaron sobre el proceso de escritura casi hasta el final, pero lo que se quedó fue porque quisimos trabajar en función de la atención del espectador. Qué le tienes que dar y con qué tienes que acompañarle para que haga el viaje contigo.
Félix está disponible al completo, bajo demanda en Movistar+ desde el 6 de abril.
Tomàs Aragay y Cesc Gay se conocieron hace casi dos décadas. Juntos adaptaron Krámpack, la obra de teatro de Jordi Sánchez, y la convirtieron en la ópera prima del realizador. El resultado les llevó a ganar el Premio Especial de la Juventud en el Festival de Cannes y el premio a Mejor Dirección en el de Málaga. También a cosechar un recibimiento crítico prácticamente unánime que acertaba en destacar la sensibilidad y la naturalidad con la que aquel film retrataba el despertar sexual de dos adolescentes.
Desde entonces, Tomàs Aragay ha sido la mano derecha del realizador en casi todos sus largometrajes. Con él escribió En la ciudadEn la ciudad y Una pistola en cada mano e incluso aquella rareza llamada Ficció. En 2015 consiguieron cinco goyas con la historia de Truman, entre ellos los de Mejor Película y Mejor Guión Original.