El 5/9 las hizo fuertes y el 21/9 ha terminado por confirmarlo. Angela Moss, Darlene Alderson, Joanna Wellick y Dominique DiPierro son la columna vertebral de Mr. Robot, la serie que el año pasado dominó audiencias y que este ha encumbrado a Rami Malek en los Grammy. Pero mejor hablemos de ellas.
En Mr. Robot nada es lo que parece. Ya lo dice su eslogan promocional: Control is an illusion (el control es solo una ilusión). Por eso no es difícil ver a la hija de una madre asesinada por el mayor conglomerado de los EEUU trabajar años más tarde para la compañía que la mató o a la mujer de un marido cuya ambición le puede sobre su familia seguir buscándole incluso después de muerto. La intención es lo que cuenta.
La serie de Sam Esmail ha rasgado los cimientos del futurismo y presentado un nuevo paradigma: engañar al espectador y hacerle dudar de todo lo que ve no es nuevo, pero “desconectar” al protagonista y aupar a cuatro mujeres para que lleven las riendas de la historia sí lo es. Y es que aunque a veces Mr. Robot se vuelva difuso y parezca como que nada tiene sentido, en realidad sí lo tiene.
¿Lo veíamos venir? Probablemente no. Esmail pasó de puntillas en los 10 primeros capítulos sobre los papeles femeninos, que eclipsó bajo sobredosis continuadas de Adderall, cocaína, morfina o éxtasis. Mientras todo esto ocurría, Angela se transformaba en alguien oscuro y sin escrúpulos, nada que ver con aquella amiga de la infancia de Elliot que le reprocha en más de una ocasión su inminente distanciamiento.
Dominique DiPierro (Grace Gummer)
Decía Dawn Olmstead, productor ejecutivo de la serie, a principios de agosto que “no había ningún mandato” por el que Esmail hubiera promocionado el papel de los personajes femeninos en la segunda temporada. Y otra cosa no, pero Mr. Robot volvió en julio presentando las credenciales de la agente del FBI, Dominique DiPierro, ante todo y todos.
DiPierro es un poco cliché. Aunque quizá todos los personajes en Mr. Robot lo sean. La policía adicta a su trabajo, el hacker yonki, la hacker asocial, la ejecutiva sin escrúpulos... y así sucesivamente. “Creo que convierte el trabajo en su vida para distraerse de su verdadera vida”, decía Gummer a Indiewire.
Pero la del FBI tiene un olfato sobrehumano para el caso fsociety y lejos de acatar las órdenes de su superior o de Comey (es la alusión constante al director del FBI en la vida real, James Comey), decide actuar por su cuenta y riesgo. Pero también se derrumba en soledad y habla con su Amazon Echo sobre el amor y otras cuestiones trascendentales del ser humano, justamente lo que nunca jamás se atrevería a preguntarle a alguien.
Angela Moss (Portia Doubleday)
DiPierro podría ganarse el título de mejor personaje de la serie si no fuera por Angela Moss. La evolución se completa en el último episodio de la temporada, pero antes de eso la extrabajadora de AllSafe ya ha renunciado a testificar contra los asesinos de su madre por un puesto de poder en ECorp. La ejecutiva que escucha cintas de autoayuda y se repite por las noches que “el éxito solo depende de uno mismo” lo tiene todo pensado. Y es precisamente por eso, porque sabe a dónde va, que todas las decisiones que toma son correctas, aunque ello signifique dejar cadáveres por el camino (de forma figurada, claro).
La venganza de Angela Moss se sirve en un plato frío, casi congelado. Está lejos de ser la mujer frágil e insegura que ocupa un puesto en una empresa para hacer las veces de “cara bonita” y por eso decide quemarlo todo cuando descubre que su novio le pone los cuernos. Por momentos todo su alrededor se derrumba, pero no tardará en reconstruirlo haciendo un uso consciente de su apariencia física y su ausencia de escrúpulos: si no puedes con tu enemigo, únete a él.
Darlene Alderson (Carly Chaikin)
La obligación le llama. Si no es ella, ¿quién? Fsociety no se lidera ni se coordina solo. Darlene es la única capaz de desviar la atención del protagonista y centrarla en ella misma. Solo ella conseguirá dar las últimas instrucciones a un grupo de hackers que se desmorona por una Dark Army que no permite errores y un FBI que no dudará en utilizar la Patriot Act para llevarles ante la justicia. Mención aparte merece la presión que supone estar hackeando al mismísimo sistema capitalista. Darlene tiene que lidiar con todo eso y más, incluido sus propios errores.
A veces se le hace tarde a Darlene y Elliot tiene que acudir en su rescate. Pero, cosas de la vida, querer arreglar el karma a base de puñetazos esta vez no le resulta, y la protagonista de media temporada dos encuentra en un hospital su penúltimo destino antes del despacho de DiPierro.
Joanna Wellick (Stephanie Corneliussen)
La misteriosa mujer del misterioso Tyrell Wellick está convencida de que está vivo. Una temporada completa hemos tenido que esperar para volver a verle. Esmail vuelve a jugar con el espectador y presenta a Joanna como una loca que no deja de recibir sus “señales”. Tanto, que no duda en ir a por Elliot y obligarle a rastrear la señal desde la que procede la última llamada que recibe.
Y a pesar de recibir una paliza, su venganza, como la de Angela, se sirve fría. Y en un plato de oro. Lejos de mancharse las manos de sangre, decide usar las pocas armas de las que dispone (su amante, en estos momentos) y poner toda la carne en el asador.
Whiterose (BD Wong)
“Tú hackeas a la gente. Yo hackeo el tiempo”, llega a decirle Whiterose a Elliot la primera vez que se reúne con él. El ministro de seguridad chino es una mujer cuando se convierte en líder del Dark Army y un hombre cuando de cuestiones de estado se trata. Su personaje quizá sea el más enigmático y misterioso de toda la serie, pero nadie duda que, junto a las cuatro mujeres anteriores, completa el mejor reparto femenino de una serie en la actualidad.