Con el decorado del montaje de Lohengrin como “envoltorio” y presidido por una gran foto del belga, fallecido el pasado 9 de marzo a causa del cáncer que le detectaron en verano, el escenario y el foso han acogido durante hora y media un sentido homenaje de música e imágenes, en el que solo se han oído sus propias palabras y las del presidente del patronato del Real, Gregorio Marañón.
En un vídeo diseñado, producido y montado por los trabajadores del Real, se ha podido escuchar a Mortier (1943) hablar de cómo su “pasión” por la ópera y por Mozart comenzó cuando asistió con 11 años a una representación de “La flauta mágica”, de la necesidad de buscar la verdad detrás de la realidad, de la importancia de la espiritualidad o de la relación del arte con el hombre.
Las imágenes y la música que han acompañado sus declaraciones han sido las de algunas de sus mejores producciones, es decir, Life and Death of Marina Abramovic, C(h)oeurs, The Rise and Fall of the City of Mahagonny, Wozzeck, La conquista de México, Brokeback Mountain, La clemenza di Tito, Così fan tutte, Poppea e Nerone, Iolanta, Tristan und Isolde y Saint François d'Assise.
Precisamente una frase del compositor de esta última, Olivier Messiaen, acerca de la importancia de “oír lo invisible” para nunca olvidarlo, cerraba el vídeo, hecho “con el afecto y agradecimiento” de los que trabajaron con él y que se abría con la frase de Platón “las cosas bellas son difíciles”.
Luego, Marañón ha recordado, como hizo en la presentación de la temporada del teatro, el texto que Mortier le pidió que leyera entonces y que escribió 20 días antes de su muerte.
Una despedida a la medida
“¡Viva el Teatro Real!”, concluía el intendente, que tenía el cargo de consejero artístico desde el verano, tras agradecer a su sucesor, Joan Matabosch, lo “gran gentleman” que había sido con él, y desearle como al nuevo director musical, Ivor Bolton, “lo mejor”. A continuación, y bajo la fotografía en color de Mortier, tomada en la plaza de la Bastilla de París, y en la que se le ve sonriente bajo un paraguas rojo, se ha desarrollado el “pórtico” del homenaje que el teatro le dedicará desde mañana con la primera de las 13 funciones programadas de Lohengrin, de Wagner.
La orquesta, dirigida por Haenchen, ha interpretado el preludio de Lohengrin y la soprano Anne Schwanewilms ha cantado el aria Einsam in trüben Tagen y el tenor Michael König In fernem Land.
De Franz Shubert, la mezzo Anne Sofie von Otter ha interpretado con Mack Sawyer al piano Im Abrendot; de Turandot, de Wagner, el barítono Vito Priante, O! Du mein holder Abendstern, con Ricardo Bini al piano y, a continuación, el coro ha cantado Patria opressa, de Macbeth, de Verdi.
Uno de los momentos más especiales ha sido la actuación de la soprano Measha Brueggergosman, ataviada con un vestido verde y descalza, en contraste con el riguroso luto de todos los demás, que ha desgranado a capella el espiritual “Going up yonder”, para concluir la orquesta con el preludio y muerte de Isolde de Tristan und Isolde.
El cambiazo del Real
Según explicaba hoy Matabosch, este acto sustituye a la actividad que Mortier creó y que llamó Enfoques, un encuentro con el público que él dirigía y en el que los artistas de cada ópera reflexionaban sobre la obra que iban a representar.
Coincidía que hoy se habría celebrado el Enfoques sobre Lohengrin, y hacerlo sin él “parecía muy triste”, pero es que, además, el Instituto Goethe lo hizo la pasada semana con un debate con el director de la orquesta, Hartmut Haenchen, el director de escena, Lukas Hemleb, y el escenógrafo, Alexander Polzin.
“Quisimos transformarlo en algo muy ligado a Lohengrin y esta es la presentación del verdadero homenaje, que serán todas y cada una de las funciones”, ha añadido. El director general del teatro, Ignacio García-Belenguer, ha asegurado a Efe que este ha sido “un acto de agradecimiento y cariño por todo lo que Gerard ha hecho por el teatro”, es decir, ha detallado, situar el teatro en el panorama internacional, dar al coro y la orquesta el prestigio que ahora tienen, desmitificar la ópera o acercar a los jóvenes a la ópera.
El vídeo, ha subrayado, lo han hecho los trabajadores y lo han querido así como muestra de afecto: “es una obra de arte, que es lo que hay que hacer con un artista”.