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Sónar cierra la edición 2024 con récord de asistentes, hardcore, tecno y mucha danza

HorsegiirL, mitad yegua mitad mujer, aplicando su terapia a base happy hardcore a las masas en el Sónar 2024.
16 de junio de 2024 03:43 h

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En la presente edición del Festival Sónar se ha alcanzado un nuevo récord de asistencia, según los datos de los organizadores. En concreto, se han conseguido en las tres jornadas del evento más de 154.000 espectadores, ello sumando las asistencias al circuito OFFSónar, que tiene lugar en fiestas en diversos locales del Pueblo Español, en Montjuic, y que ha sido integrado recientemente dentro del Festival, si bien nació casi paralelamente al mismo como alternativa menos convencional.

La cifra de asistentes es muy superior a la del pasado año, que logro 122.000 entradas, y también al récord de asistencia hasta la fecha, que fue en 2018 con 126.000 entradas vendidas. Por sectores, las asistencias se han repartido de la siguiente manera: 54.000 personas en Sónar Día, 66.000 en Sónar Noche y 34.000 en OFFSónar, con un 70% de público nacional y un 30% de público internacional.

Los responsables del festival también han explicado que el Sónar Barcelona 2025 se celebrará los días 12, 13 y 14 de junio en Fira Montjuïc y Fira Gran Via. Dicha edición contará, además, con un concierto inaugural el mismo jueves 12 de junio en el Palau de la Música Catalana, en el que se interpretarán obras del pionero del minimalismo Steve Reich y la compositora española Raquel García-Tomás.

Una jornada de fuerte acento tecno

Ayer hubo poco espacio para las escenas alternativas africanas, árabes o latinas, que parecían haber cedido el testigo del Sónar Día a los disc jockey más duros, especializados en hardcore tecno, hard trance, tecno de Detroit o happy hardcore, que es como se suele denominar a lo que por estos lares llamamos “música máquina”, en València, o “mákina”, en Catalunya.

Esto es un tecno acelerado que además presenta la inclusión de voces femeninas subidas de revoluciones, melodías en bobina y percusiones en bombo repetitivo. Precisamente el happy hardcore fue el estilo que protagonizó las primeras horas de la tarde gracias a la artista berlinesa HorsegiirL.

Se trata de una dj que se presentó ataviada con un vestido blanco de gasa, con hombreras exageradas y portando una careta de caballo bajo la que escondía el rostro. Mientras, las proyecciones de las pantallas laterales mostraban caballos libres en las praderas, una declaración de principios de esta productora que se ha declarado en diversas ocasiones mitad humana y mitad caballo.

La sustituyó en el escenario el inclasificable rapero estonio Tommy Cash, ataviado con bigote, dos coletas, falda escocesa, deportivas de plataforma y una camiseta de Metallica. Acompañado de su dj, que llevaba la cara pintada con la bandera catalana, arrancó con estilo grime (mezcla agresiva bases de hip-hop, garage y drum'n'bass) el rapeo de sus temas, aunque de tanto en tanto alternó descargas de guitarra al más puro estilo trash metal escandinavo.

De vez en cuando, siempre provocador, hacía el saludo fascista, con el que mostraba un signo de dólar tatuado en la palma de una de sus manos; en la otra tiene el signo del euro. Con estos mimbres, desarrolló toda una serie de coreografías que navegaron entre el break dance y las contorsiones marca de la casa que han hecho famoso a este rapero de directos contundentes.

A Tommy Cash lo sustituyeron en el escenario el duo protagonizado por la legendaria Dj francesa Kittin (antes miss Kittin) y el productor David Vunk. ambos dispuestos a amenizar hora y media de sesión electroclash con toques de house y sobre todo mucho tecno. Traducido: samples de la música tecno-pop ochentena y noventera mezclados con beats de tecno, algunos toques eurodisco y bastante acid house.

Coreografías extremas y vertiginosas

Este también ha sido el Sónar de las coreografías, por las que por primera vez el festival ha apostado fuerte y con éxito. Se han podido ver espectáculos de una gran belleza estética y artística, así como estilos de bailes de microescenas de todas las partes del mundo. Un ejemplo acaso sea el afrorave que desarrolló la zulú Toya Delazy en la primera jornada.

Por sería un error pensar que las microescenas se desarrollan principalmente fuera de Occidente, nada más lejos de la realidad. Europa ha sido fértil en el desarrollo de estilos de tecno y baile hiperlocales. Ahí están sino las antes citadas “máquina” valenciana y “mákina” catalana, ambas estilos derivados del hardcore, al igual que lo fue el gabber, una variante del tecno que arraigó en los noventa en el área de Rotterdam, en Países Bajos.

El Gabber fue una derivación hiperacelerada del hardcore alemán que bailaban jóvenes de cabeza rapada y que vestían chándal, como nuestros tunneros de los 2000. Por cierto, nada que ver con los nazis: la paraba “gabber” procede del yiddish de Amsterdam y significa “colega”. El baile que desarrollaron estos jóvenes se llamaba hakken y consistía en danzar haciendo una especie de zapateo a toda velocidad siguiendo la música, que fácilmente podía alcanzar los 190 bpm.

El hakken ha sido ahora recuperado por el coreógrafo italiano Alberto Guerrini, que se hace llamar Gabber Eleganza. Con su grupo de danza, desarrolló un potente espectáculo de danza hakken y hardcore tecno que terminó contagiando al público, aunque el respetable apenas pudo emular los movimientos vertiginosos de los bailarines.

Extasis y Jack Daniels con Asian Dope Boys

Lo de Asian Dope Boys en su hangar merece un capítulo aparte. El artista multidisciplinar chino Tianzhuo Chen, que capitanea esta compañía de actores-bailarines, se propuso realizar una performance de ¡seis! horas en la que diversos productores desarrollarán sus sesiones de música. Mientras, él y sus compañeros danzarían hasta el éxtasis y el agotamiento.

Y a ello se pusieron a las cuatro de la tarde, en un escenario elevado pero que penetraba de lleno entre el público, reventando así la cuarta pared y fundiéndose unos con otros, todos rodeados de paneles donde se desarrollaban fascinantes filmaciones de rituales litúrgicos en distintas partes de Asia, así como gráficos con motivos chinos y japoneses, especialmente de samurais.

Como la tarde se alargaba y el cansancio hacia mella en todos, los artistas sacaron botellas de Jack Daniels y otros licores a las que dieron solemnes lingotazos mientras danzaban, agotadas y agotados, y fumaban. Así transcurrió la larga jornada entre un público cada vez más entregado, el cual tenía sobre sus cabezas un enorme oso de agua hinchable, rosado y de garras doradas.

Sobre las nueve de la noche se hizo cargo de la mesa el dj japonés Yosuke Yukimatsu, que ya había tenido una actuación en la primera jornada, el jueves. Yukimatzu, considerado un de los mejores dj del mundo, condujo a la rebelión rítmica tanto a los danzantes como al público, que terminó subiendo al escenario y haciéndose con las botellas de Jack Daniels hasta vaciarlas en un sindiós en el que finalmente hubo que invitar a los eufóricos espectadores a bajar del escenario.

Para dejar claro su tremendo dominio de cualquier variante de música de club, Yukimatsu cerró la sesión entre ovaciones con su particular versión del Purple Rain de Prince, un final apoteósico que el japonés remató haciéndose un selfie con todo el equipo de los Asian Dope Boys ante la petición del respetable de bises. Como la euforia parecía no bajar, tuvo que venir la seguridad del festival para retirar a la gente del hangar.

Todavía quedó tiempo en el Sónar Día, hasta las once de la noch,e para bailar con el tecno de las veteranas Stacey Hotwaxx Hale y DJ Paulete. La primera se gano su reputación en las salas de Detroit en los ochenta, y la segunda procede de Manchester, donde fue una de las dos mujeres residentes de la mítica sala La Hacienda, en la que ayudó a consolidar en los primeros noventa el acid house. Así pues, un digno cierre de las sesiones de día y un buen trampolín rítmico y sonoro desde el que saltar al Sónar Noche para disfrutar de las sesiones de Paul Kalkbrenner, el rapero Vince Staples y muchos otros.

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