'Star Trek', la atracción de la utopía

Los humanos llevamos milenios imaginando el futuro y empleando esos futuros imaginarios para criticar la realidad del momento. Lo que hoy llamamos Ciencia Ficción se remonta a la poesía india como el Ramayana del siglo IV adC o el Mahabaratta del siglo VIII adC, ciertos libros de la Biblia o las obras de Aristófanes del siglo IV adC, con precursores ilustres como Cyrano de Bergerac con su Historia Cómica de los Estados de la Luna y el Sol en el siglo XVII. La aceleración del ‘progreso’ durante los siglos XIX y XX popularizó este género, que ha resultado ser muy fértil en el campo de la imagen. Durante las postrimerías del siglo XX las narrativas del futuro se hicieron cada vez más oscuras, las alertas ante las terribles consecuencias del presente cada vez más apremiantes y terribles y dolorosas. Ningún terror con base tecnológica o extraterrestre quedó por explorar y la Tierra (y con ella la Humanidad) fueron destruidas (o casi) muchas veces de múltiples maneras. La distopía se convirtió casi en el argumento por defecto de la ciencia ficción incluso en la más orientada a la aventura y el gran público como La Guerra de las Galaxias, en esencia una historia sobre la conquista del universo por un grupo fascista y los terribles sacrificios necesarios para detenerlo.

Hay una excepción en este panorama, y es el universo Star Trek. Porque la creación de Gene Roddenberry es la historia de la creación de una utopía: de un futuro mejor y más hermoso para la Humanidad, quizá el más hermoso imaginable. Mientras que una buena parte de la ciencia ficción y la fantasía se han convertido en narraciones de la destrucción de la Humanidad o su caída, Star Trek es al mismo tiempo sensible a los problemas de la sociedad de su tiempo y optimista sobre las posibilidades del futuro. Su esencia es que el futuro será difícil, comportará sacrificios, incluirá dolor, pero puede ser mejor que el presente si contiene lo mejor (y no lo peor) de la Humanidad.

Algunos postulados básicos del Universo Trek: el ser humano ha sobrevivido por los pelos a una última guerra atroz y desde las ruinas de su civilización ha conquistado una tecnología que le permite explorar el cosmos. Las consecuencias son importantes: en Star Trek la guerra y lo militar se rechazan y la función de Starfleet (la flota estelar) es la exploración y la diplomacia, no el combate. Si hay que luchar se lucha, siempre como último recurso y para defender, no para conquistar. Entre los principios básicos del comportamiento de Starfleet está la no injerencia en los asuntos de las otras especies, aunque se hacen numerosas excepciones por razones altruistas. La economía ha sufrido una revolución con los Replicadores, de modo que rige la Abundancia y no hay escasez: el trabajo no es necesario, pero sí valorado, y la dedicación y la excelencia se premian con honra y posición social. No hay conflictos económicos entre personas, lo que no quiere decir que no haya conflictos.

Reflejo de los problemas sociales

El Universo Trek se diseñó para servir de espejo con el que analizar problemas sociales del momento, y esa tendencia se ha mantenido. En Star Trek la serie original (ST:TOS por sus siglas en ingles) están la Guerra Fría, los Hippies, los Derechos Civiles en los EE UU e incluso Vietnam. La tripulación incluye un ruso (archienemigo) y un oriental (también hostiles entonces) y mujeres de color en puestos de responsabilidad; es fama que cuando la actriz que encarnaba a la Teniente Uhura quiso abandonar la serie nada menos que Martin Luther King Jr. ayudó a disuadirla, explicándole que ese papel era clave para la comunidad afroamericana. También suele repetirse que el beso entre Uhura y Kirk fue el primero interracial en aparecer en televisión, y aunque no es del todo cierto sí que tuvo bastante impacto. Y hay  capítulos ( ‘Que sea tu último campo de batalla’) dedicados abiertamente al absurdo del racismo.

La primera serie ya trataba temas como las drogas (El Tiempo Desnudo, Las Mujeres de Mudd, Esa Cara del Paraíso), la estrategia de aniquilación nuclear mutua de la guerra fría (El Apocalipsis), los viajes en el tiempo y sus paradojas (La Ciudad al Borde de la Eternidad), el impacto ecológico del crecimiento desmedido (El Problema con los Tribbles), los problemas de empatía de una inteligencia artificial (El Mejor Ordenador), la existencia de múltiples universos paralelos (Espejo, Espejito), la creación de superhumanos por ingeniería genética (Semilla Espacial; después la segunda película -La Ira de Khan- y la duodécima -Into Darkness-), los sistemas militares automatizados (La Máquina del Juicio Final, El Suplantador... )

Otro ejemplo está en los acontecimientos de la sexta película (Star Trek, aquel país desconocido), que en la línea temporal está entre ST:TOS y la siguiente serie. En ella se presenta el derrumbe del Imperio Klingon tras una catástrofe energética y la tripulación del Enterprise debe detener un intento de hacer fracasar un tratado de paz con Starfleet que acabe con la interminable guerra. La película es un claro paralelo con el colapso de la Unión Soviética tras Chernóbil y la dificultad de los viejos guerreros de la Guerra Fría para adaptarse a una nueva época de paz y coexistencia.

En Star Trek la Nueva Generación (ST:TNG) los Klingon, antaño enemigos de Starfleet, finalmente mantienen una paz suficiente como para que haya uno de ellos en el puente de la Enterprise. Aspectos como la realidad virtual y la inteligencia artificial (y su ‘realidad’) son temas permanentes. De modo inolvidable aparece la tortura en el episodio Cadena de Mando de la sexta temporada; tortura entendida no como un método para obtener información, sino para quebrar voluntades. En muchas ocasiones Starfleet se enfrenta a los Borg, un formidable enemigo superpoderoso, y a menudo resulta derrotada lo que da lugar a sentimientos de odio, venganza o depresión en sus miembros. Los habitantes del Continuo Q son una especie con poderes equivalentes a los dioses que pueden modificar la realidad, el tiempo y el espacio, pero desde la decencia, la inteligencia y la paciencia es posible una comunicación razonable con ellos. Data, un androide con complicado pasado, sirve como vehículo para preguntas sobre la inteligencia, la humanidad, los sentimientos y la racionalidad.

En Deep Space Nine (DS9) el comandante de la estación espacial es negro y su segunda de a bordo proviene de Bajor, un mundo recién evacuado por unos invasores criminales. Sus habitantes son refugiados que han practicado una guerra de liberación que ocupantes llamaron terrorismo (y que en algunos casos lo fue) con el respaldo de sus creencias religiosas; la situación remite a los campos de refugiados de África o Palestina. Los invasores, los Cardasianos, también han sufrido como consecuencia de su gobierno tiránico, pero el régimen militarista en el que viven les sacó de la pobreza y la humillación, por lo que mantiene apoyo popular; un evidente reflejo de situaciones como China, Irán o Irak. Al perder el apoyo popular el régimen cardasiano termina aliándose con un enemigo atroz (el Dominio) como muchos países centroeuropeos se aliaron con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y acaba pagando las consecuencias.

Una especie, los Ferengi, sirven con su ideología ultracapitalista para analizar las consecuencias de la comercialización al límite; su cultura sexista analiza el machismo estructural. El papel de los enfrentamientos culturales y religiosos es importante, aunque Starfleet sea atea. La política internacional, cuando se mezclan numerosas especies con intereses y culturas muy diferentes, puede ser complicada, sucia e incapaz de llegar a un resultado perfecto. Los bloques y especies no son homogéneos; dentro de la misma Federación hay grupos de terrible poder como la Sección 31 que con la excusa de protegerla violan sus principios básicos.

Una mujer a los mandos de la nave

Star Trek Voyager (ST:VOY) presenta la primera capitana de nave estelar, un segundo de a bordo que es un desertor de Starfleet (y descendiente de indígenas americanos) que se pasó a una guerrilla denominada Maquis para defender a los civiles de los crueles Cardasianos; la nave tiene una tripulación mixta Starfleet/Maquis atrapada en un rincón perdido de la galaxia que intenta regresar a casa sin seguridad de conseguirlo, sin información de las zonas a atravesar y sin muchas esperanzas. El tema aquí es cómo mantener una estructura y una cultura incluso en la derrota y la desesperanza; la perseverancia, la diplomacia y la razón como método para resolver situaciones en las que Starfleet se encuentra en inferioridad de condiciones. Un personaje, B’elanna Torres, es una mestiza klingon-humana que muestra las complicaciones de la herencia mixta que ya explorase Spock en la serie original y las películas. El Doctor, un holograma que actúa como médico, explora la inteligencia artificial desarrollando temas explorados por Data o Spock como la verdadera definición de ‘ser humano’.

En Star Trek Enterprise (SY:ENT), situada en el tiempo antes de ST:TOS, se muestran las dificultades en la fundación de la Federación, un triunfo de la diplomacia en medio de un océano de desconfianzas xenófobas; la propia Tierra tiene un movimiento antialienígena (Terra Prime) capaz de usar tácticas de megaterrorismo. La creación de esta ‘naciones unidas del espacio’ no es sencilla: las diferentes especies deben superar sus peores tendencias para cooperar en beneficio mutuo. Sólo la existencia de un peligroso enemigo común es capaz de catalizar su nacimiento igual que la ONU sólo surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Los peligros más sutiles de la manipulación genética y política quedaron patentes en enemigos como los Xindi, y los del fanatismo religioso en capítulos como ‘El Reino Elegido’ en el que una guerra civil arrasa un planeta entero.

A todo lo largo de las series y las películas se mantienen temas comunes, preocupaciones de largo alcance como la integración de los diferentes, los límites de la inteligencia artificial y del respeto a otras culturas, la justicia y la interferencia. Pero también se van incorporando cuestiones relacionadas con la actualidad: la guerra, el terrorismo, el fanatismo, los excesos en la lucha contra el terror, las complicaciones de la variedad de puntos de vista, la xenofobia, la mejor forma de gobernar una estructura compleja, los límites de la ciencia y el poder, la responsabilidad de los actos. Todo ello sin dejar de lanzar ideas que han acabado por convertirse en realidades tecnológicas, desde los comunicadores (transformados en móviles) a los ordenadores con interfaz de voz (Siri, Alexa) o las pantallas táctiles.

Lo que de verdad diferencia al universo de Star Trek de la inmensa mayoría de la ciencia ficción contemporánea no es que refleje el presente en el futuro y nos avise de los peligros actuales proyectados en el mañana: es su idea de que a pesar de todo podemos superar esos peligros. En todas las series y películas hay bajas (los pobres Camisas Rojas), desgracias, enemigos y maldades, errores y arrogancias; pero siempre se pueden superar. El más poderoso, extraño y peligroso enemigo puede ser derrotado o convencido de suspender su ataque; el problema más complejo puede ser resuelto, el accidente más temible puede ser contenido. No necesariamente mediante una fuerza superior o usando la violencia: casi siempre el arma más poderosa es la palabra, la diplomacia y la inteligencia.

En Star Trek el respeto a las diferencias es la clave para arreglar los desaguisados. Y esto se extiende a las tripulaciones, compuestas por una enorme variedad de especies y sexos. De hecho en muchos casos la diversidad de puntos de vista, experiencias y hasta carácter de los diferentes tripulantes es lo que permite encontrar la solución: la pluralidad de personalidades es siempre una fuerza y no una debilidad en Star Trek. Las relaciones entre personajes, desde la confianza al amor pasando por la amistad, a menudo son el elemento que desata el nudo: no importa quién o qué seas tus aportaciones serán tenidas en cuenta y tus méritos reconocidos.

En el futuro hay enemigos formidables (Romulanos, Cardasianos, el Dominio) e incluso especies (casi) todopoderosas (el Continuo Q, los Constructores de Esferas) con intereses ajenos o contrarios a los de la Federación. Hay accidentes, fanatismo, errores, traiciones, costumbres bárbaras, egoísmo, prejuicios, arrogancia, terror y venganza. En el futuro, y en las diferentes razas y especies que aparecen poblándolo, están presentes las peores características de la Humanidad. A cambio las mejores características pueden triunfar si estamos dispuestos a usarlas: inteligencia, confianza, tolerancia, generosidad, justicia, igualdad, amistad, amor, trabajo duro, curiosidad y capacidad de sacrificio por una buena causa pueden prevalecer incluso ante los peores rivales o en las más críticas situaciones. El mañana es amplio y contiene horrores, pero esa vastedad y esos horrores pueden ser vencidos por el ingenio y el espíritu de lo mejor de la Humanidad (y adláteres).

Esta es la utopía que propone el universo Star Trek; no un paraíso perfecto, no una situación de estática felicidad, sino la promesa de retos terribles que se pueden vencer, de problemas dolorosos pero con solución; si es que estamos dispuestos a transformarnos en la mejor versión posible de nosotros mismos. Una visión de un futuro que es, sin duda, el mejor que cabe imaginar. Esperemos que la inminente Star Trek Discovery continúe con esta hermosa tradición de optimismo.