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“Temblor abisal”, recorrido por los miedos existenciales a través del cuento

Portada del libro "Temblor Abisal" facilitada por la Editorial Carena.

EFE

Madrid —

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Hay miedos y miedos, pero seguramente los que más hagan temblar nuestros cimientos vitales son los existenciales, esos con los que vivimos sin saberlo. Y justo estos terrores son los que el guionista Daniel Martín ha transformado en cuentos de aterradora belleza.

Poca gente sabe, quizá, quién es Daniel Martín Sáez de Parayuelo, y es normal, porque en España ser guionista de televisión no da la fama pese a que de tu cabeza hayan salido series como “Matadero” o “Isabel”.

Pero el Martín de esta noticia no es el televisivo, el que en la actualidad está creando la adaptación a la española de una gran serie estadounidense, sino el cuentista, el creador de los relatos cortos contenidos en “Temblor Abisal” (Ediciones Carena).

Un total de 15 historias con personajes que transitan en atmósferas perfectamente construidas para que en cada una de ellas nos sintamos una suerte de protagonista invitado, porque son historias vitales y que, por suerte o por desgracia, abordan situaciones que todos vamos a vivir de manera directa o indirecta.

“Quería conectar con esas situaciones de la vida que nos pasan o tememos que nos pasen, ésas que nos provocan un terremoto que hace que el suelo te mueva y te entre la náusea. Cuando eso se tambalea igual comienzas un viaje a la profundidad, a esos temblores abisales de las zonas más profundas de nuestro inconsciente”, cuenta a Efe Martín (Madrid, 1975).

Justo lo que consigue provocar con relatos como el titulado “Piedras”, en el que con mimo, cuidado y de manera metafórica nos cuenta, pero sin darle nombre a la enfermedad, cómo es el proceso de la pérdida de la memoria de un ser tan querido como es un padre.

“La mayoría, por no decir todas las historias, tienen el germen en alguna experiencia de mi vida. En el del abuelo es porque sí que viví el alzheimer de mi padre y no sabía como podía hablar de una demencia sin tener que referirme a ella de una manera muy directa”, afirma sobre el universo que envuelve a todas las historias, un envoltorio que, pese a contener hechos reales, ha transformado para que la narración se “pueda universalizar” y no quede como una anécdota personal.

Por eso el pánico que entra al ver cómo alguien se olvida de su vida actual y solo recuerda la pasada, contado en este relato, lo ha hilado finamente a través de la construcción de un muro que el anciano hace con piedras que representan “las pequeñas cosas, las antiguas”, ésas a las que se aferra una persona con alzheimer para “sostener su vida”.

Al igual que con este cuento, con el resto de tramas literarias Martín confiesa ser consciente de que se trata de historias que podrían ser “gérmenes de novelas”, aunque para él la “gracia” de este género es “tener esa especie de concentración y que funcione todo en un contexto muy acotado”.

También, y esto podríamos adjudicárselo a un “defecto profesional”, en este libro el lector se enfrentará a unas atmósferas en las que sentirá en su cuerpo la angustia, el pánico o la tristeza de sus personajes.

“Muchas las concebí -relata- como cortometraje, pero luego me dije no, porque creo que la atmósfera no quedaría como querría en un corto, porque en estos relatos no me hacía falta ver imágenes reales. Aunque son cuentos muy atmosféricos por el lenguaje audiovisual que manejo, porque al final las imágenes generan atmósferas”.

Algunas de ellas como las creadas en “Fauna Ibérica”, un cuento nacido de una experiencia que Martín Sáez de Parayuelo tuvo durante un rodaje cuyo plató estaba en un polígono al que había que acceder a través de una gasolinera donde tenían un mini zoo con animales en situaciones “imposibles”.

“Y los denuncié al Seprona, así que desapareció el zoo pero quedó el cuento”, expresa entre risas acerca de la idea de la que nace esta historia digna de Stephen King en el que solo tienes ganas de leer a la velocidad del rayo para que los personajes se salven.

Según reconoce, algunos de los textos de este libro han sido para él como una suerte de catarsis, por ejemplo el titulado “La Muñeca”, que nació de un miedo “muy profundo”, el de saber que vas a dejar a un ser querido en un lugar “tan frío” como una residencia de ancianos.

“Temblor abisal” es una propuesta que llega a las librerías para demostrar que los cuentos o el relato corto es un género al que debemos prestar más atención en nuestro país.

Pilar Martín.

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