“El homicidio cultural no mata, pero roba la identidad”. Estas palabras de Eduardo Fernández Palomares, subsecretario del Ministerio de Cultura y Deporte, han sido el mensaje que ha marcado la presentación de la exposición En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, que abrirá sus puertas este martes 29 de noviembre en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Una muestra que pretende dar una visión de las tendencias artísticas del país desde el arte figurativo hasta movimientos como el futurismo o el constructivismo; pero que en la rueda de prensa han cedido su protagonismo al conflicto bélico.
El propio Volodímir Zelenski ha intervenido en el evento a a través de un vídeo. “Espero que esta exposición enseñe lo que Rusia quiere destruir y anime a todo el mundo a visitarnos cuando haya paz”, ha afirmado el presidente ucraniano. El embajador del estado, Serhii Pohoreltev, presente en el acto, ha celebrado que sea “la primera vez en la historia que las pinturas del vanguardismo ucraniano se exhiben fuera del país”. Del mismo modo, ha agradecido el apoyo de España a través de la muestra, por cómo “Rusia siempre ha tratado de quitarnos nuestra identidad, robando los nombres de los artistas de la cultura ucraniana”. Un proceso que ha calificado como “genocidio cultural”.
La voluntad de llevar acabo esta exhibición nació a finales de febrero, tras el inicio de la invasión rusa. Según ha explicado Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca, Francesca Thyssen-Bornemisza le llamó días después de la invasión rusa para proponerle hacer una exposición sobre las vanguardias ucranianas de principios del siglo XX. “Ha participado en todos los aspectos, incluida la financiación”, ha declarado el responsable sobre la miembro del Patronato del museo madrileño.
El resultado es una muestra de alrededor de 70 obras que incluyen formatos como pinturas, dibujos, collages y diseños teatrales; y que ha sido posible gracias a los préstamos del Museo Nacional de Arte y El Museo de Teatro, Música y Cine de Ucrania. La mayoría de ellas, según ha indicado Maryna Drobotiuk, una de las comisarias de En el ojo del huracán, pertenecen a “un fondo especial secreto que se formó entre 1937 y 1939. En él entraron los autores a los que el gobierno soviético consideraba nacionalistas y enemigos del pueblo”.
Alcanzado 2022 han preparado la colección pese al contexto y los “continuos cortes de electricidad”. Todo ello para conseguir mostrar su “diversidad cultural y artística”. Oleksandr Bohomazov, Vasyl Yermilov, Viktor Palmov y Anatol Petryyski son algunos de los artistas cuyas creaciones podrán contemplarse hasta el próximo 30 de abril en el Thyssen. Posteriormente viajará al Museo Ludwig de Colonia (Alemania).
El complejo traslado de las obras a Madrid
En cualquier caso, lo más sobrecogedor de la cita ha sido el relato sobre el traslado de las obras hasta Madrid. “Cada lunes se bombardea Kiev por la mañana, es su despertador”, ha empezado narrando Francesca. Sin embargo, la semana pasada, que fue cuando tuvo lugar el trasvase, las bombas empezaron a caer el martes día 22 de noviembre, con un ataque masivo en forma de decenas de misiles que causaron apagones por toda la nación.
“Nos avisaron de que nuestros camiones se habían ido hacía dos horas y que se situaban ya a 200 kilómetros de Kiev, por lo que estaban a salvo”, ha recordado emocionada sobre la llamada de la que temían peores noticias. El trayecto siguió siendo monitorizado y prosiguió sin demasiadas complicaciones hasta que se acercaron a 50 kilómetros de la frontera con Polonia.
“El convoy se paró porque acababa de caer un misil”, ha expuesto la baronesa, “la tensión de disparó porque todo el mundo empezó a hablar de que se iba a producir una escalada de la guerra”. La explosión, que mató a dos personas, se produjo en Przewodów, un pueblo dentro del condado de Hrubieszów localizado a seis kilómetros de la línea divisoria. Finalmente fueron doce las horas que necesitaron para poder cruzar la frontera, pero lo lograron. “Esa noche despertamos a todos los políticos que conocíamos en ambos países”, ha afirmado, “acabamos todos llorando”.
Esta no ha sido la primera operación realizada para salvaguardar el patrimonio ucraniano desde que arrancara la contienda. A finales del pasado mes de marzo, más de veinte museos franceses donaron materiales a sus galerías para que pudieran envolver y evacuar los bienes de sus colecciones. Más tarde se sumaron otros países como Alemania, Polonia e Italia. España siguió su estela en junio, cuando el Consejo Internacional de Museos (ICOM) logró reunir materiales donados por pinacotecas como el Guggenheim, el Museo del Traje y la Fundación de Centros de Estudios Andaluces, entre otros.
El Thyssen no figuró en la lista de entidades colaboradoras. Preguntado al respecto, el director gerente de la pinacoteca Emilio Acevedo ha respondido: “Fuimos invitados a participar y pusimos las cajas que teníamos disponibles a disposición del Ministerio de Cultura. La razón por la que no salieron es que no fueron necesarias”.
El expolio del patrimonio histórico y artístico ucraniano por parte del ejército ruso ha sido una de las preocupaciones de Konstatine Akinsha, uno de los tres comisarios de la exposición, desde que arrancara el conflicto. “No hablamos de que haya sucedido en un único museo”, ha lamentado, “en todos los territorios con ocupación se retiraron las colecciones”. “Lo que se lee en los periódicos rusos es que anuncian con orgullo que durante la guerra las colecciones de sus museos han crecido considerablemente”, ha compartido, “hablan incluso del valor monetario de las piezas que han robado”.
ICOM publicó precisamente el pasado jueves la Lista Roja de Emergencia de Objetos Culturales en Peligro de Ucrania. Un inventario realizado por expertos de once museos del país, desarrollado desde antes del verano, en el que se incluyen los bienes que pueden ser destruidos, pero sobre todo saqueados por los rusos. Su conclusión fue que existen miles de piezas amenazadas.
El arte como sustento de identidad nacional
“Lo que nos une a todos es el amor por el arte, el patrimonio, la cultura y la defensa de los valores comunes que sustentan la identidad de los pueblos”, ha manifestado Fernández Palomares. El político ha recordado que “en España también sufrimos los horrores de la guerra en el pasado y empatizamos con el pueblo ucraniano”. “En estos contextos llenos de vacíos, es cuando la creatividad se abre paso. Nos asimos más fuerte a la cultura como poder sanador”, ha reivindicado.
El subsecretario ha ensalzado que la muestra ofrece “un panorama muy rico y diferente de la industria visual ucraniana”, gracias a la variedad de artistas y formatos que han reunido. Como cierre a su intervención ha insistido en que “la cultura en mayúscula ha de ser nuestra piedra angular para hacer una sociedad más justa, inclusiva y sostenible”.
Francesca Thyssen-Bornemisza se ha situado en la misma línea, identificando “el arte de Ucrania como elemento fundamental para su supervivencia como nación”. Para explicar su implicación con la exhibición ha mencionado a su padre, por cómo el viaje que realizó con él a Kiev en 1984 le cambió para siempre. “Su intención era hacer de exposiciones en territorio todavía soviético. Quería contribuir con el arte a la paz internacional, creía en su poder transformador”, ha rememorado.
La cultura en mayúscula ha de ser nuestra piedra angular para hacer una sociedad más justa, inclusiva y sostenible
Aquella experiencia le motivó para empezar a realizar una serie de conferencias del arte en la guerra en diferentes países y, tras el inicio de la invasión rusa, tender su brazo a Ucrania. “Putin quiere controlar toda la narrativa del país”, ha descrito haciendo alusión al genocidio de Holodomor que tuvo lugar entre 1932 y 1933. “Esta es su segunda parte”, ha afirmado.
El contenido de la exposición
Las obras reunidas para En el ojo del Huracán pertenecen a la vanguardia en Ucrania, que también emergieron en un contexto sociopolítico complejo en el que colapsaron imperios, estalló la I Guerra Mundial, las revoluciones de 1917, seguidas de la guerra de independencia del país (1917-1921) y la posterior creación de la Ucrania soviética. La represión estalinista contra la intelectualidad e la nación tuvo como consecuencia la ejecución de docenas de artistas. En ese contexto se produjo igualmente el citado Holodomor, que mató a casi cinco millones de habitantes.
La exhibición está ordenada de forma cronológica, incluyendo estilos desde las pinturas neobizantinas de los seguidores de Mykhailo Boichuk a las obras experimentales de la Kutur Lige, que buscaban promover su visión del arte contemporáneo ucraniano y yidis, respectivamente. “Las primeras salas incluyen obras más radicales con los 'ismos' internacionales que integran elementos de folclore”, ha explicado la también comisaria Katia Densova. A partir de 1920 se enseña el legado de la Ucrania como parte de la Unión Soviética, mientras que en la década de 1930 impera “la reinterpretación de estilos europeos”. “Queremos que el público internacional aprenda más sobre Ucrania, y que no sólo oigan hablar del país por la guerra”, ha reivindicado poniendo en alza el valor de la exhibición.