En la entrada de La Farga, en Hospitalet de Llobregat, una marea de personas se inclina sobre una mesa repleta de cromos. Buscan aquellos que les faltan, intercambian con desconocidos, comentan con entusiasmo sus diseños preferidos y animan al resto a probar sus obras favoritas de entre todas las reflejadas en las estampas. Pese a lo que pueda parecer, no se trata de un encuentro de coleccionismo, sino de lo ocurrido en IndieDevDay, el mayor evento de videojuegos independientes de España.
Los más de 170 cromos diferentes han sido diseñados en base a capturas de las propuestas participantes en la feria, con el objetivo de darlas a conocer. De ahí que la fiebre por las pegatinas no haya desviado la atención de los verdaderos protagonistas. Al contrario, pues todo el mundo quería catar ese videojuego que tanto le había llamado la atención o guardar el correspondiente a la demo que más le había gustado.
Hasta los propios estudios de desarrollo querían buscar y conservar la pegatina de sus títulos, y se mostraban ilusionados cuando el público conseguía la suya. Mientras, otros asistentes han usado el álbum oficial como un libro de firmas, probando el poder de esta idea a la hora de reunir a los participantes alrededor del indie. Sobre todo, porque para conseguir cada paquete era necesario acercarse a los stands a jugar en directo.
La iniciativa nace el año pasado, cuando Daniel Santigosa, director de IndieDevDay, pudo poner en marcha una idea que llevaba años en su cabeza. Tras la gran acogida, decidieron repetir, dando lugar a una imagen habitual del fin de semana del 8 al 10 de septiembre: visitantes de todas las edades, sentados en cualquier parte, pegando con concentración las estampas para completar el álbum y así obtener el cromo de regalo sorpresa. Esta es solo una muestra del ambiente amable, juguetón y colaborativo que se respiraba en la feria.
Más allá de los cromos —y de las surtidas mesas redondas—, el núcleo de IndieDevDay consiste en probar las diferentes propuestas y charlar con sus creadores. La oportunidad de tener cerca a quienes están detrás de una obra es lo verdaderamente atractivo de un encuentro que permite a aficionados conocer más de cerca el medio, a estudiantes tener una primera toma de contacto con el sector y a profesionales disponer tanto de un valioso feedback como de un potente escaparate.
De ese modo, se pudieron disfrutar novedades de grandes desarrolladoras como The Breach Studios, que acudió con su colorido multijugador en línea Project ST, un título de disparos que acaparó bastante atención, en especial entre grupos de jóvenes jugadores varones. También estaban siempre llenos los stands de estudios de menor tamaño, pero consolidados y respetados, como Chibig, Out of the Blue Games o Fictiorama.
Pero muchos aficionados buscaban títulos originales, a los que de otra manera no llegarían. El evento sirve para eso, para acceder a obras diferentes, que pueden probarse sin compromiso. Por eso, aunque el público se nutre de jugadores habituales, tienden a ser personas curiosas, con ganas de dar oportunidades a aquellos videojuegos enterrados por los algoritmos, y de arrastrar al evento a quienes no están tan metidos en su afición.
Así, no era difícil encontrar a madres que probaban videojuegos por primera vez junto a sus hijas adolescentes, que quieren dedicarse al desarrollo; a amigos que le dan una oportunidad a géneros a los que no se acercarían pagando o a niños que descubren que hay vida más allá de Minecraft. La amalgama de asistentes —los más de 12.000 que llenaron el recinto— no dudaron en experimentar y comentar sus impresiones después de cada prueba, en muchas ocasiones sorprendidos por la variedad de propuestas.
Los animales ganan la partida
Lo visto en IndieDevDay demuestra que los videojuegos de cartas despiertan gran interés. Es el caso del sesudo Facies Hermética, de estética medieval e inspiración alquímica, o del divertido Vegangsters, sobre un inspector patata que debe detener a vegetales criminales mediante la construcción de mazos. En general, los apartados artísticos originales como los suyos permiten destacar, al igual que tener animales como protagonistas.
La reciente desarrolladora Gomet Games cautivó con su Just in Crime, un adorable videojuego de animalescos detectives que viajan en el tiempo para resolver crímenes. “Venía con nervios, pero la verdad es que la aceptación está siendo increíble”, aseguró a elDiario.es Pedro Astasio, compositor del equipo, quien afirma que además era su “primer gran evento”.
Ese nerviosismo previo al feedback estaba muy presente hasta en aquellos puestos que funcionaban por recomendación: todo el mundo quería demostrar su habilidad con la katana en Two Strikers, que logró grandes colas con su divertido gameplay consistente en peleas que se deciden en uno o dos golpes letales, o disfrutar por parejas del divertido cooperativo sobre pingüinos escaladores Bread & Fred, de Sand Castles Studio, quienes comentaban que aunque “el videojuego está en tienda, la gente no lo conocía”, por lo que ese interés “ayuda a impulsarlo”.
Espacio para innovar y colaborar
También hay hueco para propuestas de nicho como el interesante videojuego de puzles Kiddo, que cuenta, con tono irónico y una potente apariencia bicolor, la historia de una persona cuya única motivación es comer pizza en el sofá. Desarrollado por Grasita Games, su artista Isra Páez reconoce que es difícil que, en un entorno con tanto ruido, la gente quiera sentarse a probar obras que requieren mayor concentración. Sin embargo, no han dejado de tener gente en el stand, por lo que confían en encontrar un publisher “que se enamore del juego y apueste por él”, del mismo modo que ya han hecho tantos usuarios.
Mientras, la realidad virtual se ha visto representada en títulos como Maestro VR, una experiencia que nacía en pandemia con vocación divulgativa pero que ha crecido hasta convertirse en un disfrutable videojuego inmersivo sobre controlar una filarmónica. Con emoción, su autor, el director de orquesta Andrés Soto, expresaba que “la feria es espectacular” porque todos “se apoyan”, hasta tal punto que los desarrolladores prueban los videojuegos de sus compañeros para intercambiar consejos e impresiones.
En un sector tan competitivo, ese compañerismo, al igual que disponer de un punto de encuentro y difusión como IndieDevDay, es esencial. “Los desarrolladores independientes teníamos difícil luchar por visibilidad en eventos grandes”, explicó a este periódico Laura ‘Shiva’ González, una de las organizadoras. “Montamos algo pequeño y crecimos de manera orgánica porque tenemos mucho talento y empresas en España que lo único que necesitaban es que les dieran espacio y visibilidad”, resume sobre el éxito profesional de una feria que también enamora a esos asistentes que buscan videojuegos diferentes.