Vuelven las recreativas: 7 clásicos que puedes revivir en la mayor exposición internacional del videojuego

El primer videojuego de arcade nació en 1972. El objetivo era simple: una pantalla negra con líneas blancas que simulaban un partido de tenis de mesa. Solo había que girar una rueda para mover las palas e intentar colar un tanto al otro jugador. Nolan Bushnell quizá no fue consciente en el momento, pero con su creación acababa de marcar el inicio de una nueva era.

Atari decidió colocar la primera recreativa en el Andy Capp's Caver, un bar de California. El sonido y la pantalla luminosa de la máquina fueron atractivos suficientes para que fuera un éxito casi inmediato. A las 10:00 de la mañana del día siguiente ya había gente esperando que abriera el bar para echar una partida. A las 22:00 de ese mismo día, dejó de funcionar. ¿El motivo? Había colapsado de todas las monedas que tenía en el cajetín.

Pong fue el padre de todos los juegos que vinieron después, y uno de los títulos que se pueden revivir en su forma original a través la exposición Game On inaugurada en Fundación Canal (Madrid). Es una muestra que recorre seis décadas de la historia del videojuego a través de más de 400 originales y 150 títulos jugables, muchos de ellos en el soporte para el que fueron ideados en su momento.

Se pueden encontrar clásicos como Dragon's Lair, los Lemmings o Sonic the Hedgehog, pero también obras algo más recientes igual de importantes para la industria como Mario 64, el Goldeneye de Nintendo o incluso Half Life 2. Pero como guiarse entre tan amplia selección puede resultar caótico, hemos recopilado 7 juegos que, ya sea por lo que significaron o por la curiosidad, son imprescindibles si decidimos visitar la exposición. 

1. Space Invaders

Seis años después de Pong, en 1978, llegó el Space Invaders de Toshihiro Nishikado. Este se inspiró en la novela La guerra de los mundos de H. G. Wells para diseñar un título donde el objetivo era detener un ataque extraterrestre disparando contra los invasores. Marcó un antes y un después por sacar los juegos arcades de bares y pubs para llevarlos a otros lugares de encuentro familiar como podrían ser los cines o los restaurantes. Además, impulsó a Japón a una posición de liderazgo dentro de la industria cosechando con ello una popularidad que se mantiene incluso a día de hoy.

2. Asteroids 

Las máquinas recreativas todavía estaban en pañales, pero en 1979 apareció otro juego que ayudaría enormemente a su popularización. Se trataba de Asteroids, creado por Lyle Rains y Ed Logg para Atari. Su éxito llegó a sobrepasar a la compañía, pues resultó que la demanda era tal que tuvieron que retrasar los siguientes proyectos y dedicarse a los fans del título.

El objetivo era destruir con una nave todos los asteroides que pasaban por la pantalla, con la dificultad añadida de que las rocas se iban dividiendo en partes más diminutas. Esta fórmula curiosamente serviría de inspiración para otro arcade posterior: el Super Pang,

3. Donkey Kong

Hubo que esperar hasta el 81 para conocer a uno de los personajes más populares del sector: Mario. Con la aparición del popular fontanero, llamado Jumpman por entonces, también se inauguró el primer juego de plataformas de salto. Poco se puede comentar de la creación de Shigeru Miyamoto que no se haya dicho ya.

Como curiosidad, cabe destacar que originalmente iba a ser un juego de Popeye con Olivia y Bluto en lugar de Donkey Kong y Pauline -posteriormente conocida como Peach-. Al final Nintendo no consiguió las licencias de los creadores del cómic, pero con ello ganó un personaje que empezaría a utilizar en sus siguientes juegos hasta convertirlo en un icono.

4. Tron

Actualmente es habitual que muchas películas tengan su versión jugable (que muchas veces es olvidable y otras pocas son gloriosas, como Goldeneye de Nintendo 64). Pero ¿cuál fue la primera adaptación? No había una más indicada que la de Tron, el primer filme que introdujo los gráficos por ordenador y los convirtió en parte de su narrativa.

Constaba de cuatro minijuegos básicos, como una versión del clásico Snake con las motos de los protagonistas o un duelo con tanques en un laberinto. No era gran cosa, pero se convirtió en un gran aliciente para aquellos que habían disfrutado de la cinta en cines. 

5. Prince Of Persia

En 1989 apareció un juego que no era como los demás. No era tan fácil como darle a un botón y que el personaje empezara a correr. Había que calcular el impulso, la velocidad y el instante para saltar en el momento adecuado o, de lo contrario, aquel pequeño muñeco pixelado acabaría estrellándose contra los pinchos que sobresalían del suelo.

Había nacido un título que llevaría las animaciones de los videojuegos a un nivel hasta entonces nunca visto: Prince of Persia. Para ello Jordan Mechner empleó la rotoscopia, una técnica de animación utilizada en películas como Blancanieves o Star Wars que convertía imágenes reales en dibujos.

6. Street Fighter II 

El título original ya gozó de un gran éxito, pero Street Fighter II se convirtió en el juego de lucha más vendido de la historia con 15.5 millones de unidades. El título de campeón lo ha mantenido desde 1991 hasta este 2019, cuando ha sido desbancado por Super Smash Bros. Ultimate. Con ello personajes como Ryu, Ken o Chun-Li no solo se convirtieron prácticamente en la imagen de Capcom, sino también en iconos de toda la industria.

 

7. Mario Tennis (Virtual Boy)

Nintendo no solo es conocida por introducir algunas de las franquicias más famosas de la historia. También han intentado innovar con la forma en la que el jugador interactúa con el entorno digital. A veces les ha salido bien, como con la detección de movimiento en los mandos de Wii o el híbrido entre consola portátil y de sobremesa que es Nintendo Switch.

No fue el caso de la Virtual Boy, una consola lanzada en 1995 que prometía juegos en “verdadero 3D”. Eran unas gafas que el jugador se colocaba y ofrecía un efecto estereoscópico que otorgaba la sensación de profundidad. Se podría decir que era el antecedente de lo que hoy son los cascos de realidad virtual, pero el efecto llevado a la práctica tenía serios problemas que empezaban por sus colores monocromáticos. Ni siquiera llegó a comercializarse en Europa y ha pasado a la historia como una rareza fallida. Pero quizá precisamente por eso es curioso tener la oportunidad de probarla en una muestra como la de Fundación Canal.