Violet Gibson: Yo disparé a Mussolini

Era una mañana radiante. El 7 de abril de 1926, Benito Mussolini, Il Duce, debía ofrecer un discurso en la plaza del Campidoglio de Roma. Una multitud se agolpaba a su alrededor. Mucha camisa negra y brazo alzado. Entre la gente, apenas a cinco metros del líder fascista, Violet Gibson, 62 años, de origen norirlandés.
En cuanto le vio aparecer, Violet no dudó: levantó el brazo, sacó un revólver y le disparó a bocajarro. La bala apenas le rozó en la nariz. Rauda, la guardia que custodiaba a Mussolini se echó sobre ella y la detuvo. Il Duce, mientras tanto, salió de nuevo a la calle con un esparadrapo en su rostro forjando esa imagen de viril dulzura que tanto cultivó durante su mandato. Era el hombre fuerte y el seductor. Y nadie iba a arrebatarle esa figura. Gibson, tras varios interrogatorios, fue enviada a un asilo mental inglés donde permaneció hasta su muerte, en 1956.

De aquel atentado, cometido por una mujer que, curiosamente, procedía de la alta cuna de Irlanda, apenas se han escrito más de un par de líneas en los libros de historia. Pero su misión ha sido recuperada por la periodista británica Frances Stonor Saunders en el libro La mujer que disparó a Mussolini, editado recientemente en español por Capitán Swing.
En él, a través de artículos de prensa, se recorre toda la vida de Gibson y su paralelismo con la de Mussolini, el hombre que comenzó en el socialismo para fundar el fascismo, mientras iba a dejando cadáveres y amantes a su paso. De hecho, el día del atentado había dormido con una mujer que no era Rachele, su esposa.
¿Y qué de interesante tiene Violet Gibson? Cuenta Stonor Saunders que, cuando intentó matar al fascista, era una mujer consumida que había abrazado la fe religiosa católica –pero alejada de los postulados del Papa– y que vivía en un convento. Nada que ver con la niña que había nacido en 1864 en el seno de la familia Ashbourne, nobles irlandeses, conservadores pro Inglaterra y con relación directa con el rey Jorge V.
No obstante, era una familia peculiar. Su hermano mayor, Willie, fue un nacionalista que defendió la independencia de Irlanda. Otro de sus hermanos, Víctor, luchó en la Guerra de los Bóers. Y ella, Violet, se lanzó desde muy joven al nuevo misticismo y a la teosofía. Desde luego, no fue una mujer que quisiera seguir el rol al que estaban destinadas entonces las mujeres de su clase.
Su conversión al catolicismo, a los 26 años de edad, causó un terremoto en su familia. “Lo de Violet no fue una conversión, sino una perversión, como tomar el camino equivocado”, escribe Saunders. Este hecho la alejó de sus padres, a los que ya apenas volvería a ver. En aquella época, hacia 1909, viajó mucho, se divirtió, acudió a fiestas. La vida bohème de la clase rica, a pesar de que ella se considerara a sí misma “mala, mundana y sensual”.
En ese tiempo se comprometió con un artista del que se desconoce su nombre y que la mala suerte hizo que muriera de forma repentina. “El destino romántico de Violet quedó fijado permanentemente. Tenía treinta y tres años. Ya no iba a haber más sexo, ni maridos ni hijos”, escribe Saunders. Y, efectivamente, según todas las informaciones, ya sólo iba a ver recogimiento y oración.
Problemas nerviosos
Problemas nerviososComienza entonces la vida de Gibson en Roma. Allí sufrió los primeros desórdenes nerviosos y le fue diagnosticado influenza (agotamiento nervioso), una enfermedad “muy común” en la época y que, como recuerda Saunders no sin cierta ironía, también sufrieron, entre otras, Virginia Woolf. Al parecer, un poco de rabia e incomprensión del mundo, y ya estabas fichada en los archivos de los psicólogos.
Entre estos años y el intento de asesinato no hay muchas noticias sobre Gibson. Volvió a Inglaterra para llevar una vida solitaria, y después regresaría a Roma en los años veinte. Pero fue en esa década en la que Mussolini, el periodista, el defensor de los trabajadores, se había hecho con el poder, había creado una guardia de matones (que acabaron de forma brutal, entre otros, con el político socialista Giacomo Matteotti en 1924) y había llevado el terror a las calles creando el fascismo.
Eso sí, con un poderoso influjo sobre las mujeres. Fueron numerosas las que pasaron por su cama; y muchas adolescentes, como Clara Petacci, que acabó casándose con él, le escribían cartas de amor. Il Duce era lo más parecido a una estrella del rock, un aura que también poseía Adolf Hitler en Alemania, con la diferencia de que el Führer tenía un marchamo de asexualidad del que Mussolini carecía completamente.
Cuando Gibson regresó a Italia –al parecer, su primer objetivo era el Papa– y vio aquel país fascistizado, comenzó a forjar la idea de acabar con aquel líder envalentonado. Después de un intento de suicidio –se disparó a sí misma probando la pistola–, tramó el atentado. Ella ya no era joven y, a pesar de su cuadro mental, su soledad, su falta de afectividad hacia el otro, tampoco llamaba demasiado la atención entre las monjas con las que convivía.
Mejor enferma mental que agente de la CIA
Mejor enferma mental que agente de la CIAA partir de este momento, lo más interesante de la historia que recrea Stonor Saunders es todo lo que ocurrió tras el atentado. Cómo primero fue diagnosticada como una enferma mental –procedimiento habitual en los Gobiernos para desacreditar al asesino–, ya que nadie en su sano juicio podría querer matar a Il Duce; y cómo, poco después, la estrategia cambió.
“El Partido Fascista necesitaba impulsar la teoría de que Violet era parte de un vasto complot internacional. Y, de hecho, los rumores de una conspiración ya se iban extendiendo bastante por Italia”, escribe la periodista. Hasta alguna de las monjas del convento de Violet fue relacionada con los socialistas de Matteotti.
Pero entonces apareció de nuevo la figura de Mussolini como El Hombre. No iba a ser una mujer la que encabezara un complot; esa mujer, para él, era una simple enajenada. La virilidad no podía ser subsumida por un revolver en una mano femenina. Violet Gibson estaba loca, y no había más que añadir; conclusión que al final el encargado del caso, Epifanio Pennetta, acabó creyendo. Tampoco podía ser una mujer en sus cabales y que quisiera acabar con el fascismo.
Finalmente, Violet Gibson confesó el intento de asesinato. ¿Qué le había llevado a la idea de matar a Mussolini? El relato es sorprendente: “Lo había hecho por amor” a un duque al que había conocido antes de la Primera Guerra Mundial y que después del conflicto se había convertido al fascismo, ideología que ella odiaba con todas sus fuerzas. Su determinación entonces fue matar al líder. Poco después cambiaría su versión y llegaría a decir que aquellos disparos “eran voluntad de Dios”.
Gibson fue confinada en un manicomio, y ya nadie le quitó el estigma de la locura. No había formado parte de un complot ni había sido un plan inteligente. Para el fascismo, fue un caso de demencia y así fue archivado. De ahí que apenas se haya escrito nada sobre ella.
Sobre este estigma también reflexionó Virginia Woolf: “Las mujeres han servido de espejos que poseen el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre en el doble de su tamaño real [...] Por esto es por lo que Napoleón y Mussolini insistieron ambos tan categóricamente en la inferioridad de las mujeres, para que en el caso de que no fueran inferiores, dejaran de agrandarse”.
Quizás a Gibson sólo le quedó una pequeña victoria. Mussolini fue asesinado el 28 de abril de 1945 junto a su fan Clara Petacci. La mujer que había intentado matarle aún vivió once años más.
Ellos también apretaron el gatillo
Ellos también apretaron el gatilloPrincip. Nombre curioso el del asesino del archiduque de Austria, Francisco Fernando. Memorable también, porque el atentado que perpetró en Sarajevo en junio de 1914 desencadenó la Primera Guerra Mundial. Él, además, tampoco debía haber sido el asesino.
El crimen, según los libros de historia, fue planeado por el grupo extremista serbio Mano Negra y la primera idea era que una bomba explotara sobre el coche de caballos en el que viajaba Francisco Fernando junto a su mujer. Pero el archiduque se dio cuenta de la maniobra y, al ver el artefacto, lo cogió y tiró lejos de su alcance.
Siguió su camino y fue entonces cuando se encontró con Princip, que también pertenecía a este movimiento terrorista, y quien al ver que el atentado había fracasado no dudó en dispararle a bocajarro matándole casi en el acto. Fue detenido y falleció en la cárcel en 1918, con 23 años.
Mehmet Ali Agca. Este ciudadano turco sólo tenía 23 años cuando intentó matar al Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Fue en junio de 1981. El Papa circulaba por la vía en un coche descapotable, Ali Agca se acercó a escasos metros y le disparó varias veces hiriéndole en manos, brazos y abdomen.
Fue inmediatamente detenido y enviado a prisión, acusado de pertenecer al Frente por la Liberación de Palestina, aunque esto nunca se ha probado. En el año 2000 fue indultado por el presidente de Italia, Ciampi, y regresó a Turquía. En 2013 publicó sus memorias en italiano: Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado al Papa.
El Chacal. Georges Watin era un ciudadano argelino miembro de la OAS, un grupo terrorista en contra de la independencia de Argelia. En 1962, con 39 años, intentó asesinar al presidente francés Charles de Gaulle, junto a otros de sus hombres, disparando sobre el coche en el que se encontraba el mandatario, que, sin embargo, salió ileso.
En 1963 lo volvió a intentar en Suiza, pero fue detenido y condenado a muerte, pena de la que logró escapar al conseguir ser extraditado a Paraguay, donde murió en 1994. Sus atentados fueron recreados en la novela de Frederick Forsyth El día del Chacal y en la película de Fred Zinnemann Chacal.
John Hinckley Jr. Tenía 26 años cuando este estadounidense intentó matar a Ronald Reagan. Fue en marzo de 1981 cuando el presidente de EEUU salía de su hotel en Washington. Hinckley le disparó seis veces desde una distancia muy cercana, pero sólo le dio una de las balas, que se quedó a pocos centímetros del corazón.
El asesino fue detenido, pero no fue llevado a la cárcel, ya que se consideró que sufría trastornos psicológicos. De hecho, alegó que lo hizo para llamar la atención de la actriz Jodie Foster. Desde entonces se encuentra en un centro psiquiátrico.
Ian Ball. En 1974, la princesa Ana de Inglaterra sufrió un atentado del que no se supo nada hasta 2005, cuando fueron desclasificados algunos archivos secretos. Según estos documentos, Ian Ball, de 26 años de edad, disparó varias veces al coche en el que viajaba la princesa junto a otras personas, pero sólo hirió al chofer. Ball exigía 500 millones de libras. Fue detenido y se cerró el caso aduciendo que tenía problemas mentales. Desde entonces permanece en prisión.
Mark David Chapman. El 8 de diciembre de 1980, Chapman, de 25 de años, mató a John Lennon a las puertas del edificio Dakota de Nueva York. Este es, posiblemente, el asesinato más recordado y con más impacto de la historia de la cultura pop.
El beatle era entonces uno de los más grandes iconos de la música y también del movimiento pacifista, y su muerte causó un duelo internacional. Chapman le disparó hasta en cinco ocasiones por la espalda y cuatro de las balas llegaron a impactar en el cuerpo de Lennon produciéndole la muerte.
El caso está rodeado de múltiples curiosidades. Una de ellas, la obsesión que Chapman tenía por el libro de JD Salinger El guardián entre el centeno, que estuvo leyendo ante el cadáver de Lennon hasta que la policía le detuvo. En la actualidad sigue en prisión, condenado a cadena perpetua.
Yolanda Saldívar. Tenía 35 años y era la presidenta del club de fans de la cantante Selena, a quien asesinó a balazos después de que saliera de su hotel en la ciudad de Corpus Christie, en Texas. Saldívar había llegado a entablar una relación bastante cercana con Selena, pero cuando la artista decidió poner distancia al enterarse de que su mayor fan la había estado robando, Saldívar compró un revolver y no dudó en matarla.
Aquel 31 de marzo de 1995, la cantante era número uno en ventas de música latina, tex-mex, y su asesinato conmocionó a toda una legión de seguidores. Incluso se llegó a rodar una película en 1997 protagonizada por Jennifer López. En la actualidad, Saldívar cumple una pena de cadena perpetua en la cárcel de Gatesville, en Texas.
Andrew Cunanan. Antes de matar al diseñador Gianni Versace, Cunanan, de 27 años e hijo de un marine que había servido en Vietnam, ya era un asesino en serie buscado por la policía. Había matado a tres personas cuando Versace se cruzó en su camino mientras paseaba por Ocean Drive, en Miami. Cunanan le descerrajó varios tiros y salió huyendo. Se suicidó a los pocos días con la misma pistola con la que había matado al diseñador.
En el anonimato (Bob Marley). El 3 de diciembre de 1976, Bob Marley y parte de su familia y amigos fueron tiroteados por un grupo de desconocidos. Eran tiempos intensos en Jamaica, con unas elecciones por delante, y Marley para algunos era un enemigo a batir por supuestamente haber apoyado al candidato del Partido Nacional del Pueblo, Michael Manley.
En el atentado, Rita Marley fue herida de gravedad en la cabeza, y Bob fue alcanzado en el brazo y el pecho. Finalmente, ambos salieron con vida y muy poco después el músico se subía de nuevo a un escenario. Nunca se supo quiénes fueron los agresores y nadie fue capturado. Varias versiones apuntan también a la CIA, puesto que Manley se había acercado a la Cuba de Fidel Castro en los últimos tiempos, pero esta conspiración nunca ha sido probada.
Chris Burden. En realidad, el disparo sobre el artista Chris Burden no fue un atentado en sí mismo, sino hacia sí mismo. Shoot era una performance que él ideó en 1971, con 26 años de edad. Consistía en que una ayudante le disparara en el brazo a una distancia inferior a cinco metros.
El artista defendió esta performance considerando que todo acto creativo debía comenzar por uno mismo, ser efímero, momentáneo y contundente. También debía reflejar la violencia, el efecto sobre el espectador y el tiempo que a él le había tocado vivir. Y para Burden, así eran esos años sesenta y setenta (con los asesinatos de los Kennedy, Martin Luther King o Malcolm X, y las protestas por la guerra de Vietnam).
En la actualidad, Burden es un artista visual mundialmente considerado, y como él ha recalcado en ocasiones, mientras las pistolas sigan existiendo (y la violencia), Shoot será siempre recordado.