Sin querer desvelar nada de la nueva temporada de “Oficina de infiltrados”, su protagonista, Mathieu Kassovitz, asegura a EFE que van a suceder “muchas cosas” y anima a verla para descubrir las nuevas tramas y también porque es una serie que no toma “al espectador por tonto”.
“'Oficina de infiltrados' es una serie muy ética y muy honrada, no trata de tomar al espectador por tonto, al contrario, respeta enormemente al espectador y demanda su participación, activa e intelectual”, explica Kassovitz sobre una serie cuya quinta temporada se estrena hoy, martes, en Movistar.
Una nueva entrega que comienza tras la presunta ejecución de su personaje, Guillaume Debailly/Paul Lefebvre/Malotru, un agente de los servicios secretos franceses especializado en infiltrarse, que en las cuatro temporadas anteriores ha pasado de ser la estrella del departamento a un traidor y, de nuevo, a colaborar con sus compatriotas.
Un personaje que a juicio de Kassovitz no ha evolucionado mucho en las cuatro primeras temporadas, al contrario que los que le rodean. Malotru se vende a los americanos, pero lo hace para salvar a su gran amor (Nadia), y pese a ello mantiene sus ideas y no deja de trabajar por su país.
“Son los personajes alrededor de él los que cambian”, apunta el actor sobre una serie que se desarrolla en el mundo del espionaje, de las traiciones, de la alta política y de la información.
Una historia que se centra en tres personajes: Malotru, Marina Loiseau (Sara Giraudeau), otra agente infiltrada, y Marie-Jeanne Duthielleul, la jefa de ambos, aunque cuenta con un amplio reparto coral.
Y en la que Kassovitz, que se hizo muy popular tras protagonizar “Amelie” (2001) y que ha dirigido películas como “El odio” (1995) o “Los ríos de color púrpura” (2000), ha podido dirigir algunas escenas en esta quinta entrega.
Entre dirigir y actuar, no duda ni un instante al elegir la realización. “Es más interesante, te da más control y más poder de decisión”. Además de poder ver desde una cierta distancia la evolución de los personajes y la historia.
Porque desde que la serie comenzó a emitirse en 2015, los cambios se han sucedido. Mediante los saltos de escenario -la historia se desarrolla en Siria, Irán, Rusia o Ucrania, además de París- y con la introducción de personajes nuevos en cada temporada.
En esta ocasión, y tras la revolucionaria llegada en la temporada anterior de Mathieu Amalric, como JJA, director de Seguridad, la incorporación principal es la de Louis Garrel, como Mille Sabords, un agente de campo.
También el realizador Jacques Audiard (que se ha ocupado de los dos últimos episodios), con quien Kassovitz ya había trabajado en dos películas (“Regarde les hommes tomber” y “Un héroe muy discreto”) hace casi 20 años.
“Han pasado 20 años, la gente cambia, pero somos más o menos los mismos. Ha sido agradable y muy natural, igual que en aquella época”, asegura Kassovitz.
Es precisamente el sello de autores como Audiard y guiones más elaborados lo que aumenta el peso de una serie que cuenta con mucho menos presupuesto que otros productos televisivos similares de Estados Unidos.
“Allí se trata de aumentar el ruido, de hacer cada año algo más llamativo, con más acción. En Francia tenemos menos medios y no tenemos que añadir más acción, sino más inteligencia”, resalta el actor.
Lo complicado de “Oficina de infiltrados” es la producción, la multiplicación de escenarios y por tanto de equipos técnicos. Pero eso hace que sea una serie que “se alinea con la sociedad” y con situaciones reales que se viven en el mundo de hoy.
Eso además permite que la serie vaya creciendo en sintonía con los tiempos, lo que le hace estar totalmente de actualidad. Algo que permitiría seguir adelante. “No sé nada” sobre eso, asegura Kassovitz, antes de añadir: “Espero que haya una sexta temporada”.
Por Alicia García de Francisco