Alba Pasc sabe que si compra el tercer volumen de la saga dormirá menos horas de las necesarias, así que está intentando aguantar. Se está reservando para el fin de semana. Tal es su grado de enganche a Sombra y hueso, la trilogía de la autora Leigh Bardugo que no confía en poder parar una vez que empiece. Lleva leyendo este tipo de libros unos dos años. Empezó con Sarah J. Maas y su saga Trono de Cristal y tras investigar un poco, siguió. Es fan del fenómeno literario que arrasa: el fantasy o high fantasy.
La literatura fantástica best seller es un fenómeno con precedentes, claro está. Crepúsculo o Los Juegos del Hambre generaron el vuelco de la literatura especializada a los medios masivos de comunicación y se adaptaron a la gran pantalla. Pero el fantasy -dentro de la categoría “young adult”, es decir, para adolescentes- ha seguido su curso, imparable, independientemente del interés que hayan demostrado los medios.
Recientemente, el bloguero especializado Joel Cunningham declaraba que nos encontramos en el mejor momento para ser un lector del fantasy: se nota en el posicionamiento -los libros abandonan su nicho particular en las librerías para pasar a la mesa de novedades- y en los propios sellos. Hachette ha anunciado la expansión de su sello especializado Orbit, Simon & Schuster crea Saga Press en la misma línea y Tor Books, dedicado exclusivamente a fantasy se lanza a la conquista del mercado digital.
El fantasy -y a veces su subcategoría high fantasy en auge- se caracteriza por situarse en un mundo paralelo al contemporáneo, con sus propias reglas y códigos, en el que una lucha sin parangón obliga a los protagonistas a enfrentarse a poderosas fuerzas del mal. En el high fantasy esto implica un mundo poblado por elfos, dragones, hadas, magos y poderes sobrenaturales. En gran parte de las sagas de éxito, este mundo se asemeja al medievo, con unas reglas propias y castas de población diversas. El arquetipo de las sagas de fantasy young adult contemporáneo contiene, en gran parte, a una protagonista adolescente de apariencia mundana y normal que, enfrentada a las enormes vicisitudes del mundo que la rodea, descubrirá en su seno un poder mágico que la convertirá en imprescindible para la salvación de todo aquello que conoce.
Los más conocidos ejemplos de best sellers de high fantasy recientes son Los juegos del hambre de Suzanne Collins con 26 millones de libros en circulación, Trono de Cristal de Sarah J Maas – que ha vendido más de 200.000 copias solo en Estados Unidos- o Graceling de Kristin Cashore, cuya trilogía permaneció 25 semanas en la lista de bestsellers del New York Times. Las cifras de venta en muchos casos son especulativas, ya que prevalecen las descargas ilegales. Tal es el fenómeno que el precio es móvil en los portales: desciende después del primer día que se pone a la venta.
¿Pero cual es la razón de tanto éxito? Recientemente, la booktuber Georgina Howlett daba algunas de las claves: trata temas universales, pero con una óptica nostálgica -de ahí los enclaves con reminiscencias medievales- y con la dosis justa de evasión y magia.
Carol Paris, que edita a Kristin Cashore en Roca Editorial, relaciona el éxito con el público lector: “El motor de este género, junto a los libreros, blogers y otros prescriptores. Son especialistas, diría que filologos, con un gran interés por fijar los textos y los contenidos, por enmarcarlos en una tradición o bien en su catálogo personal. Y ello contribuye pues a la aparición de foros, blogs de discusión y clubs de lectura.”
Pero el fenómeno ha trascendido a los “jóvenes adultos” a los que, en teoría, va destinado. Según un estudio bianual del Bowker Market Research, en 55% de los lectores de young adult son en realidad mayores de 18 años, y el segmento de población lectora más numerosa se sitúa en la horquilla de entre 30 – 44 años, y constituye el 28% de las ventas totales. Y estos fans no solo leen best sellers: “Pese a que los best sellers son la punta de lanza, hay una gran cantidad de libros que indican al editor de young adult que se establecen nuevas relaciones de consumo entre los lectores y las propuestas literarias”, explicaba la editora del estudio Kristen McLean.
Las chicas son guerreras
Dentro de la tendencia, cabe apuntar además una lectura complementaria: muchos de los libros young adult de high fantasy están protagonizados por chicas empoderadas que se rebelan contra un entorno tiránico y eligen con libertad el uso de su propio cuerpo. ¿Podríamos hablar de una tendencia young adult feminista?
Según la autora Rachel Shukert esta existe y está cada vez más presente. “Las protagonistas del young adult son heroínas fuertes pero a veces deben sacrificarse en exceso por el bienestar de su familia, como en Los Juegos del Hambre”, explica. “Hay toda una nueva generación de escritoras que aprovecha el young adult para crear personajes que además de ser guerreras y combativas incorporen nuevos valores para las adolescentes. Por ejemplo, yo escribo libros en los que la virginidad no es un valor y las otras chicas que aparecen no son las enemigas de la protagonista”.
Rachel Shukert no está sola. En el último año proliferan listas de “young adult feminista” por blogs, webs y medios de comunicación, en los que se recopilan las autoras más deseadas del momento: Malin Alegria o Laurie Halse Anderson son solo algunos de los nuevos nombres a tener en cuenta.