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La pandemia del coronavirus ha afectado a casi todos los aspectos de la vida, también los lugares donde la población decide vivir. Haber pasado más tiempo en pisos pequeños durante el confinamiento, poder teletrabajar o estar más cerca de la familia o la naturaleza son algunas de las posibles razones que han llevado a muchos a cambiar la ciudad por el pueblo en unas proporciones que no se veían desde antes de la crisis.
Aunque 2020 ha sido uno de los años con menos movimientos de residencia (con las restricciones de movilidad, se han registrado poco más de un millón y medio de variaciones de domicilio dentro de España), en los pueblos han aumentado los vecinos llegados de otros municipios a la vez que se han reducido los que decidían marcharse. Las ciudades más grandes, en cambio, han perdido más población hacia otros municipios que en años anteriores y han ganado menos nuevos residentes de otras localidades. En saldo neto, a los municipios rurales (menos de 10.000 habitantes) llegaron 100.000 residentes más de los que se fueron. En cambio, de las seis grandes ciudades (más de de 500.000 residentes), se marcharon 80.000 personas más de las que llegaron a la ciudad.
Así se desprende de los microdatos de la estadística de variaciones residenciales entre los años 2006 y 2020, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y analizados por elDiario.es, que recogen las modificaciones en el padrón por cambio de municipio de residencia. Para este artículo se han analizado específicamente los cambios de domicilio entre localidades dentro de España. Es decir, no se incluyen altas y bajas en un municipio de nacimientos, defunciones, ni migraciones a o de otros países. Hay que tener en cuenta que las cifras se refieren al número de variaciones efectuadas ya que una misma persona puede efectuar más de un cambio de residencia en el mismo año.
Las mudanzas a las grandes ciudades de más de 100.000 habitantes se han desplomado durante la pandemia: la mayoría han visto como más personas se iban a otros municipios que los que llegaban a vivir. Un claro ejemplo de esta situación son Madrid y Barcelona, junto a sus áreas metropolitanas. De ambas capitales se fueron más residentes que los que llegaron, y lo mismo sucedió en las ciudades de su cinturón más próximo. Hay que ampliar el foco hacia localidades un poco más alejadas y menos densamente pobladas, que podrían considerarse del extrarradio, para encontrar municipios con un saldo positivo entre altas y bajas.
En el siguiente mapa se muestra el saldo neto en el padrón de residentes de cada municipio motivadas por un cambio de residencia: aparecen en rojo si se van más residentes de los que se llegan y en azul si se mudaron al municipio más personas de las que se marchan. Los datos se muestran en valores absolutos y también ajustados por 1.000 habitantes y solo incluyen los cambios de residencia dentro de España.
No es la primera vez que las grandes ciudades pierden más población de la que ganan por los cambios de domicilio dentro del país. Pero la diferencia es que ahora los municipios que se benefician más del éxodo urbano son los más pequeños. En 2006, antes de la crisis, las localidades de más de 100.000 habitantes ya se habían encontrado en esta situación: el saldo entre la gente que se iba y la que llegaba a las grandes ciudades señalaba una pérdida de más de 70.000 residentes entre los municipios de 50.000 a 100.000 habitantes y de más de 80.000 en las ciudades de más de 500.000 habitantes.
Entonces la mayoría de los cambios eran hacia ciudades medianas, situadas en gran parte en las afueras de las grandes capitales. La tendencia ha cambiado completamente con la pandemia. Según los datos del INE, las zonas rurales han conseguido su mayor ganancia de residentes de otras zonas de España de los últimos 15 años. Una tendencia que se repite en prácticamente todos los grupos de edad.
Además el fenómeno que ha provocado las circunstancias derivadas de la pandemia de COVID-19 han revertido la tendencia y proyecciones demográficas de la ONU que indicaban que casi un tercio de la población española se concentraría en las mega-urbes de Madrid y Barcelona en 2035 y que más de un 37% de los habitantes viviría en cinco ciudades: las dos grandes capitales más Valencia, Sevilla y Zaragoza.
Pero, ¿de dónde a dónde se trasladó el millón y medio de españoles que cambiaron de domicilio en el año de la pandemia? Los pueblos son, con diferencia, los que más se han beneficiado de los movimientos de la población. En concreto, más de 200.000 españoles decidieron dejar la ciudad (municipios de más de 50.000 habitantes) para trasladarse a las zonas rurales. De cada diez cambios de domicilio, tres fueron hacia un municipio de menos de 10.000 habitantes.
La decisión de mudarse al pueblo fue la primera opción para todos los grupos de edad a excepción de los jóvenes entre 20 y 34 años, cuyas primeras opciones de traslado siempre fueron grandes ciudades por encima de los 50.000 habitantes.
La pandemia ha roto tendencias registradas durante años en muchas ciudades. Zaragoza, Gijón, Vitoria, Sabadell y Getafe son algunas de la veintena de ciudades que llevaban una década ganando más vecinos de otras ciudades que los que perdían. Este 2020, por primera vez, la tendencia se ha invertido y han registrado un saldo negativo.
En el otro extremo, otra veintena de municipios –todos de menos de 50.000 habitantes– registraron por primera vez en toda la década más altas que bajas en el padrón por cambios de domicilio. Están en esta situación Hellín, Daimiel y Madridejos (en Castilla-La Mancha) o Almuñécar, Marchena y Villamartín (en Andalucía).
En la siguiente tabla se puede comprobar cómo grandes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla son las que más población han perdido como consecuencia de los cambios de municipio, mientras que Boadilla del Monte, Mijas, Calafell o Castro-Urdiales son las ciudades con el mayor saldo positivo.