“Aléjate de mi hija, no quiero que la contagies”. “Ojalá se acaben todos los chinos 'comerratones”. Son algunos de los comentarios y mensajes que han denunciado miembros de comunidad asiática en España tras ver aumentado el racismo y la xenofobia a raíz del brote de coronavirus que se originó a finales de diciembre en la ciudad china de Wuhan. Para combatir la desinformación y denunciar los ataques, activistas asiáticodescendientes iniciaron en Francia la campaña #JeNeSuisPasUnVirus, que ya se ha replicado en varios países, entre ellos España.
En España, están alzando la voz mediante el hashtag #NoSoyUnVirus. El activista y abogado Antonio Liu Yang decidió subir una foto con la etiqueta y convocó a otras personas para que se sumaran y mostrar su solidaridad con China y las diásporas en otros países: “La enfermedad no entiende de razas ni de nacionalidades”, escribe.
La movilización ha ido más allá de las redes sociales. Catàrsia, un colectivo de asiáticodescendientes afincados en Barcelona, llevó a cabo una performance este sábado en el centro de la capital condal. Varios activistas leyeron un poema para denunciar la “rabia, tristeza y decepción” que sufren “ante el juicio de una sociedad racista” que, dicen, los vigila y los mantiene en constante observación y culpabiliza de cualquier situación.
El domingo, durante la Madrid Fashion Week, el cantante y activista Chenta Tsai, también conocido como Putochinomaricón, desfiló con el mensaje de la campaña pintado en su cuerpo, y en una publicación en redes sociales ha querido apoyar “a aquelles hermanes que sufren racismo” tras el brote y ha pedido que denuncien cualquier situación que vivan.
Quan Zhou, autora del cómic Gazpacho Agridulce, ha publicado en su cuenta de Instagram una foto con el mensaje de la campaña y ha denunciado que en distintos países del mundo, “los niños han sido acosados en la escuela, noticias y programas con lenguaje sinofóbico (sentimiento de rechazo contra la población de origen chino), altercados en transportes públicos o la negación de entrada a bares”.
“En mi caso no he sufrido agresión directa”, explica a eldiario.es. “Era más un post de concienciación en tono amistoso y también humorístico, aludiendo a la tranquilidad y también a la cooperación”. Y señala que le están llegando múltiples casos, “algunos de una forma más directa: como burlas, comentarios malsonantes en negocios, no dejar entrar a ciudadanos chinos a comercios, y otras de forma más indirecta: apartarse si te escuchan toser, o no ir a comercios regentados por chinos”.
“Lo que me está sorprendiendo ahora es la respuesta de algunos usuarios, están en lo que yo llamo hype on hate. Unos entre ofendiditos y otros entre negando el racismo y llamándolo precaución. Un apunte, una cosa son las precauciones sanitarias, y otra el bullying a niños en escuelas, comentarios malsonantes, burlas, acoso online, yo no llamaría eso 'precaución”, ironiza.
Quan Zhou puntualiza, como han hecho otros activistas y cuentas oficiales, que pese a la “paranoia”, se sabe que el coronavirus tiene una tasa de mortalidad más baja que la gripe, y recuerda su experiencia durante la epidemia de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave, por sus siglas en inglés) entre 2002 y 2003, que tenía una tasa de mortalidad del 10% –frente al 2% del nuevo coronavirus–.
“En el 2002 tenía 13 años más o menos y recuerdo que de repente no venía nadie a comer al restaurante chino familiar y que mi madre puso carteles en la puerta sobre la procedencia de alimentos: la carne que servimos en el restaurante es de mercados locales”, relata.
Precisamente, la comida es uno de los motivos de burla y estigmatización hacia la comunidad china. A veces se ha relacionado a los comercios y restaurantes chinos con falsificaciones de alimentos, como es el caso del vídeo desmentido en eldiario.es en el que se asegura que en China se están fabricando huevos falsos y que los venden haciendo pasar por auténticos. También es frecuente escuchar que esta población “come carne de gato y de perro”, algo que es falso, afirma a Maldita.es Xu Song Ling, presidente del Centro de Mayores Chinos del barrio madrileño de Usera. “Los chinos aquí no comen gatos ni perros”, explica. “En China hay un pueblo en el que comen un tipo de perros. Pero en España nunca venden carne de gato y perro. No existe. Eso es porque muchos televisiones y periodistas dicen esto”.
El colectivo Liwai, formado por jóvenes profesionales de origen chino, está denunciando en sus cuentas de redes sociales casos de acoso por las calles, prohibición de entrada a comercios e incluso la solicitud de certificados sanitarios sin justificación. “Además, estamos visibilizando la labor de la comunidad china en España para evitar contagios, se están tomando medidas preventivas en España dentro de la comunidad”, explican a eldiario.es.
Tusanaje, un colectivo de descendientes chinos en países hispanoablantes, también ha denunciado varios casos. Cuentan que tienen que soportar “miradas raras” en la calle y en el transporte público, y en grupos de WhatsApp de la comunidad china están haciéndose eco de comentarios despectivos que escuchan, y Tusanaje también ha recibido mensajes de profesores que explican que en las clases, niños y adolescentes “están diciendo a los niños chinos que son portadores de virus”.
Además, colectivos antirracistas como SOS Racismo Madrid y Afroféminas se han sumado a la campaña. Afroféminas ha publicado un artículo en el que relata algunas de las situaciones de “racismo antichino que ya existía”, pero aseguran que en los últimos días se ha incrementado. Hace unos días, en un vuelo de una compañía alemana, los pasajeros “entraron en pánico”. Todo comenzó cuando un pasajero chino tosió violentamente. “Para empeorar las cosas, admitió a los pasajeros que dos semanas antes había estado en Wuhan”, pero el piloto continuó con el vuelo y al aterrizar, las pruebas médicas sobre coronavirus fueron negativas.
El primer incidente que saltó a los medios en nuestro país fue el de cinco estudiantes chinos a los que les prohibió la entrada a un bar de copas en Huelva argumentando que eran menores de edad –pese a tener 23 años–, por lo que sospechan que fue por temor a que, por su origen, estuviesen contagiados del coronavirus registrado en su país. Según informa EFE, en la hoja de reclamaciones explican que pese a que en los documentos identificativos acreditaban su mayoría de edad y tener el permiso de residencia en regla al ser alumnos de Turismo en la Universidad de Huelva, el céntrico establecimiento les negó el acceso al local.
A este caso se han unido otros compartidos de forma individual en redes sociales. En Twitter se ha viralizado la denuncia de L., una usuaria asiáticodescendiente de 16 años que prefiere no dar su nombre. Cuenta que una madre cogió a su hija pequeña mientras le espetaba “aléjate de mi hija, no quiero que la contagies”, para posteriormente decir a la niña. “No te acerques a los chinos, que son tóxicos”. No es el único episodio racista que ha vivido en la última semana, pues el dependiente de una tienda le pidió que se marchara porque “no queremos que nos contagies”. “Me siento humillada”, cuenta a eldiario.es L., que añade que no ha viajado a China desde hace 12 años.
De Italia a Reino Unido
En otros países como Francia, Italia o Reino Unido también se han registrado agresiones xenófobas. La BBC ha recogido la portada del periódico regional francés Le Courier Picard publicó el pasado 26 de enero una portada en la que titulaban “Alerte jeune” (alerta amarilla), acompañado de una foto de una persona asiática con una mascarilla. Minutos más tarde el diario se disculpó alegando que no habían tenido la intención de utilizar los “peores estereotipos asiáticos”. Fue tras este incidente cuando un usuario de Twitter inició la campaña #JeNeSuisPasUnVirus para denunciar que “entiende que todo el mundo tenga miedo al virus, pero sin prejuzgar”, escribió en su cuenta de Twitter.
La BBC ha hablado con una chica de 17 años de origen camboyano y vietnamita que vive en París, que este domingo tuvo que soportar comentarios humillantes en el autobús, u otras personas a las que les pedían que se pusieran mascarillas o alertaban a otros viandantes de que una persona china pasaba por su lado.
En Italia, el pasado 31 de enero la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, calificó de “absolutamente injustificado” el cartel que un establecimiento cercano a la Fontana de Trevi, que prohíbe la entrada a personas de China “por medidas internacionales de seguridad”, reza el mismo. Raggi ha pedido que se rebaje el nivel de alarmismo y psicosis entre la población y que solamente sigan indicaciones de las autoridades sanitarias.
“Es comprensible el estar alarmado por el coronavirus”, publicó este viernes la oficina de derechos humanos de la ONU en su perfil de Twitter. “Pero ningún miedo puede excusar el prejuicio y la discriminación contra las personas de ascendencia asiática. Vamos a luchar contra el racismo, el odio, y vamos a apoyarnos mutuamente en esta época de emergencia de salud pública”.