Las 79 personas rescatadas por el Aita Mari han desembarcado a mediodía de este martes en el puerto siciliano de Pozzallo. Después de seis días de espera por la falta de respuesta de las autoridades y el temporal, los migrantes han pisado suelo europeo emocionados. A la misma hora aunque más al norte, los 62 supervivientes a bordo del Open Arms descendían a tierra en el puerto de Taranto, en el tacón de la bota de Italia.
Los dos barcos de rescate de bandera española llevaban esperando instrucciones de las autoridades correspondientes de la zona, los Centros de Coordinación de Italia o de Malta, desde el jueves. No fue hasta el fin de semana, en el caso del Aita Mari hasta el domingo a media noche, cuando las autoridades italianas concedieron un puerto seguro cercano.
Este domingo, 11 ocupantes del Open Arms tuvieron que ser evacuados de emergencia. Eran mayoritariamente niños acompañados de sus familias, víctimas de quemaduras y otras personas con complicaciones médicas, que fueron desembarcados el domingo frente la costa italiana Augusta, según contó la ONG catalana.
En Pozzallo, en el sur de Sicilia, el desembarco de los migrantes a bordo del Aita Mari se ha llevado a cabo con “normalidad”, indica el presidente de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, Íñigo Mijangos, quien también ha destacado el “trato humanitario de las autoridades sanitarias”. El médico italiano encargado de revisar el estado de salud de los migrantes ha examinado a bordo los informes que había realizado el personal sanitario del Aita Mari. Después de saludar a todos los rescatados, ha procedido a identificarlos con un número y a hacer un primer triaje.
Primero han bajado las ocho mujeres y el niño de 11 años que hizo el viaje acompañado de su madre. Uno a uno los migrantes se han despedido de la tripulación mientras salían por la pasarela. “Eskerrik asko”, decían muchos, la ONG propietaria del barco de rescate es vasca y lo han aprendido de la tripulación.
Las lágrimas y los abrazos han marcado el final de su trayecto migratorio, después de seis días de convivencia a bordo en los que ha habido momentos muy complicados debido al fuerte temporal. La noche del domingo al lunes fue especialmente dura, con olas de hasta tres metros que entraban dentro del barco. Muchos de los migrantes tuvieron que dormir en la cubierta, pero el frío y la humedad impidieron el descanso.
Ya en tierra, los náufragos han sido registrados y les han tomado sus huellas dactilares. Finalmente, han sido trasladados a un autobús que les ha dejado apenas unos metros más allá del puerto, en el centro de primera recepción de Pozzallo. Allí, según la normativa, deberán permanecer tres días en los que pasarán una serie de entrevistas y podrán solicitar asilo.
Posteriormente, deberían ser llevados a otros centros en Italia o ser reubicados a otros países europeos. La nueva ministra del Interior italiana, Luciana Lamorgese, ha dado a conocer que Alemania, Francia, Italia y Malta han acordado reubicar a los migrantes en virtud del acuerdo alcanzado por varios países europeos a finales de septiembre en La Valeta, Malta.
“Afortunadamente el desembarco de las personas rescatadas va a entrar en un mecanismo dentro del sentido común y, en el futuro, estas personas ya no tendrán un sufrimiento extraordinario como el que ya han padecido en Libia”, ha apuntado Mijangos.
Ahora el Aita Mari pone rumbo a Atenas, donde permanecerá varado durante el invierno hasta su próxima salida al Mediterráneo. Aunque tenían astillero reservado en Licata, también en el sur de Sicilia, las autoridades locales denegaron en el último momento el permiso, explica la ONG. Termina de esta manera la primera misión del antiguo atunero restaurado y convertido en barco de rescate, habiendo evitado que 79 vidas se ahogaran en el Mediterráneo.