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ENTREVISTA

Anna Triandafyllidou, experta en migración: “Si la guerra termina, la UE no debe apresurarse a mandar a millones de personas de vuelta a Ucrania”

Europa vuelve a ser el centro de una crisis de refugiados mientras más de cuatro millones de personas han salido de Ucrania, según la ONU. La experta en migración y profesora de la Universidad de Ryerson de Canadá Anna Triandafyllidou dice a elDiario.es que espera que esta vez Europa haya aprendido de sus errores y que, una vez que la guerra haya terminado, los países que ahora abren sus brazos a los ucranianos no les fuercen a regresar a un país destrozado en el que ya no están sus comunidades, sino que les ofrezcan también opciones alternativas.

Según la ONU ya hay más de cuatro millones de refugiados ucranianos. ¿Qué podemos esperar en las siguientes semanas y los siguientes meses?

En términos de emergencia todo dependerá de si hay un alto el fuego y de cuándo suceda. Cuando hablamos de refugiados siempre creemos que esta será una situación temporal. Los refugiados generalmente van al país vecino porque esperan que el conflicto dure solo unas semanas y que luego puedan volver a sus hogares. Eso es lo que vimos en Siria, por ejemplo. Las cosas comenzaron a cambiar cuando la gente se dio cuenta de que la situación se estaba convirtiendo en un conflicto prolongado y que quedarse en su vecindario no era la solución.

Otra cosa a tener en cuenta es la lección que podemos aprender de lo que pasó en Bosnia y en la antigua Yugoslavia, que es: ¿A dónde regresan? ¿Qué es lo que queda de su comunidad de origen? Y esto no es solo a nivel material, en Ucrania estamos viendo una destrucción a gran escala en muchas áreas, no en todas partes, afortunadamente, porque la guerra no ha llegado a todo el país. Ya que otro problema es si cuando regresen su comunidad seguirá ahí, porque las otras personas también se han ido.

Por ejemplo, un amigo en Florencia, Italia, está acogiendo a una pareja de ancianos a través de una iniciativa del Instituto de la Universidad Europea. Y esas personas antes de llegar preguntaron: “¿Quieres recibirnos aunque seamos del Donbás?”. Eso fue desgarrador. Por supuesto, mi amigo dijo que sí. Pero esa región está realmente destruida porque no habrá posibilidad de que nadie conviva en unidad y paz.

Por lo que sabemos hasta ahora, el país más afectado está siendo Polonia. Y en este país ha sido más la gente de a pie y la sociedad civil que el Estado en sí la que ha reaccionado.

¿Será Polonia un país de paso para los ucranianos o se establecerán ahí? ¿Vivirá Polonia una crisis de refugiados similar a la que se vio en Grecia por la guerra en Siria?

Hemos visto distintas olas en el movimiento hacia Polonia. Inicialmente eran personas que tenían familiares y amigos en Polonia, que seguramente pensaron: “Mis amigos y familiares me podrán acoger hasta que se acabe esta pesadilla”. Y honestamente creo que la mayoría de la gente pensó que se trataría de un periodo corto. Pero a medida que la situación ha ido empeorando, vemos a un grupo más heterogéneo huyendo de las bombas en las zonas afectadas que están siendo evacuadas.

Muchos se están yendo a Italia, que tiene una gran población ucraniana formada principalmente por migrantes laborales y que en muchos casos son incluso familias transnacionales, donde, por ejemplo, la joven abuela o la madre está trabajando como empleada doméstica o como proveedora de atención en Italia mientras el resto de la familia estaba en Ucrania. Las mujeres de la familia se han ido a Italia porque, como sabemos, en Ucrania los hombres se han tenido que quedar para luchar.

También hemos visto que en Moldavia, que realmente es un pequeño país escondido entre Rumanía y Ucrania, hay más de 100.000 refugiados, lo que para Moldavia es enorme, probablemente para el país sea incluso más que los más de dos millones de refugiados en Polonia. Creo que la idea es que estas personas están en tránsito a algún otro país.

¿Está la Unión Europea preparada para recibir esta ola de refugiados?

Creíamos que el problema a nivel mundial iba a ser la pandemia y ahora para Europa, y en cierto punto para Norteamérica, esto está siendo una nueva emergencia. Creo que la Unión Europea puede abordar este problema. No debemos olvidar que la UE reúne a 500 millones de personas. El motivo inicial es escapar de las bombas, pero en la decisión de escapar influyen muchos otros factores, como los humanitarios, pero también el futuro del que huye y de su familia. 

No hay que subestimar el poder y voluntad de la UE. Estamos viendo pasos importantes en la dirección correcta y necesitaremos inversiones públicas. Y creo que la pandemia nos ha demostrado lo importantes que son los sistemas de salud pública. En un momento en que muchas personas señalaban lo caros que eran los sistemas públicos y se preguntaban si no sería más rentable tener sistemas híbridos, de repente [con la pandemia] todos se dieron cuenta de que tenemos que mantener el sistema de salud pública. Del mismo modo, creo que la invasión de Ucrania y el aumento de los refugiados darán a entender que no se debe dejar el poder de esta decisión a los mercados, sino que los Estados y la sociedad civil son mucho más importantes.

Estamos viendo que solo pueden salir del país las mujeres y los niños. ¿Qué efecto tendrá esto?

Esto es muy interesante. Lo que es especial aquí es que tenemos familias separadas. Los hombres se quedan para luchar y están obligados a quedarse. Así, esta es una situación diferente en el sentido de cómo las familias tomarán sus decisiones: ¿el padre y marido se unirán al resto de la familia en el otro país o será la familia la que regresará? Es, sin duda, diferente a lo que hemos visto antes. Por ejemplo, en 2015-16 los seis primeros meses vimos que los refugiados eran principalmente hombres y niños. Estos porcentajes cambiaron con el tiempo, ya que luego se empezó a ver a más familias con abuelos, por lo que las tres generaciones se iban juntas.

No me queda claro en qué medida está sucediendo esto en Ucrania. Por supuesto, hemos visto a personas mayores huir también. No tenemos una bola de cristal, pero creo que lo que tenemos que reconocer, es que a la gente se le tiene que dar una entidad. No son solo víctimas. Ellos son los agentes de sus propias vidas y necesitan tomar decisiones y tomarán estas decisiones a medida que las cosas evolucionen teniendo en cuenta todo. Y creo que es importante prever soluciones humanas, prácticas y reales.

Además, si hay un alto el fuego, algunos podrían decir: “Todos tenéis que volver ahora”. Hemos visto esto en Bosnia y Kosovo, me acuerdo de que cuando terminaron las guerras en Yugoslavia yo vivía en Bruselas. La ciudad tenía una gran población de refugiados, y las personas fueron repatriadas no solo de Bélgica, sino de Alemania, Austria y otros lugares. Fueron casi forzadas a ser repatriadas a un lugar en el que no había nada a lo que volver, tanto a nivel material como social. Estas son las lecciones que necesitamos aprender.

¿Qué se puede esperar de esta ola de refugiados?

Si soy honesta, me preocupa que esto pueda volver a suceder de nuevo, que se diga: “La guerra ha terminado, todo el mundo tiene que volver”. La UE puede felicitarse por todas las medidas que ha tomado hasta ahora. Pero no debe tomar medidas apresuradas y volver a mandar a todo el mundo de vuelta.

Otra cosa que hemos aprendido del pasado es que cuando el retorno no es sostenible, no funciona para nadie. No funciona para el país de origen, no funciona para las personas que se han ido o el país de destino y puede ser una solución muy mala. Por lo que el retorno tiene que ser sostenible, estar preparado y se deben dar opciones a los refugiados.

¿Por qué acepta ahora la UE a estos refugiados con los brazos abiertos como no lo hizo con los sirios u otros refugiados?

Ciertamente hay una solidaridad diferente con Ucrania. Ahora emocionalmente a Ucrania se la ve como parte de Europa. No hay un mar en medio y el recorrido es más seguro. Pero también hay un sentimiento de que esto es algo que concierne directamente a Europa y para los países vecinos, que eran también comunistas, esto es una especie de despertar. Hay un sentimiento de 'esta es nuestra guerra'. En el caso de Siria era algo que estaba pasando en otro lugar, cerca, pero en otro lugar.

Desafortunadamente, y aunque quiero reconocer el enorme esfuerzo que hacen muchas personas polacas y muchas organizaciones no gubernamentales en el terreno, también hay grupos de extrema derecha que ya se están movilizando en Polonia. Por ejemplo, se quejan de que los refugiados no tienen que pagar en el autobús o el tren.

Con mis compañeros he discutido esta visión de que los sirios o afganos son de otro lugar, pero no los ucranianos, que son blancos y cristianos. Creo que esta consideración también está en la mente de los gobiernos y en las mentes de algunas personas. Por ejemplo, en el caso de Canadá se decidió ayudar solo a los afganos que trabajaron para Canadá. Mientras que ahora el mensaje de Canadá es: “Ucranianos venid, crearemos un visado especial”.

No creo que la gente haya aprendido de lo ocurrido en 2015 y 2016, desafortunadamente, ya que esa bienvenida [hacia los refugiados sirios] cambió rápidamente. Particularmente en lugares como Alemania.

Algunas de las cosas que se han aprendido de la crisis de los refugiados sirios en Europa fueron invertir en educación secundaria y superior para ayudar a la transición. Ese esfuerzo fue particularmente destacado en Alemania, donde se dieron cuenta del problema que podría suponer diez años después que las personas tuvieran carencias tanto en su educación como en su integración en el mercado laboral. Ciertamente se han aprendido algunas buenas lecciones a largo plazo, para lograr que las personas tengan educación, habilidades y cursos para aprender idiomas. Pero me temo que en general, en términos de la actitud pública, aún nos falta mucho.

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