La “vergüenza” de Lampedusa, que sacudió la conciencia de Europa hace un año, ha sido recordada este viernes por el presidente de la Comisión Europea, Martin Schulz, en un acto conmemorativo. “Cada una de estas vidas perdidas en nuestras costas es una mancha en nuestra civilización”, ha asegurado el dirigente pese a que la Unión Europea no ha cumplido sus promesas de actuar para disminuir los naufragios. Cerca de 3.000 inmigrantes han perdido la vida en el mar desde enero, cuatro veces más que la cifra registrada en todo el 2013, según Amnistía Internacional y la OIM. Explicamos las claves para entender las consecuencias de la inacción europea a la hora de frenar las muertes en el Mediterráneo que analiza el informe Lives Adrift de AI.
“¡Conmemoráis a los muertos y encerráis a los vivos!”, rezaba una pancarta de bienvenida este viernes en el aeropuerto. El mensaje iba dirigido a Schulz y al conjunto de dirigentes de la Unión Europea. Hace poco menos de un año era Cecilia Malström, entonces comisaria europea de Interior, la que prometía “un punto de inflexión” en la política migratoria mientras contemplaba los féretros de los 386 inmigrantes fallecidos, no obstante, la única medida efectiva después de la tragedia la impulsó Italia, según Amnistía Internacional.
La operación 'Mare Nostrum' ha rescatado desde su puesta en marcha a más de 100.000 personas durante un año en el que las expediciones por el Mediterráneo con destino a Europa han aumentado de forma drástica: desde enero se han registrado 130.000 llegadas al viejo continente por las 60.000 que llegaron en todo el 2013, según acnur. Los viajes, por tanto, los viajes se han multiplicado por dos
En cambio, según las ONG, la causa principal por la que crecen las muertes de inmigrantes a los pies de Europa no radica en el aumento de llegadas sino en el blindaje de las fronteras. María Serrano, portavoz de Amnistía Internacional, denuncia que la UE “se ha construido como una fortaleza a la que es imposible llegar por vía legal”.
Ausencia de convenios eficaces
En el informe, Amnistía Internacional recoge algunas de las principales lagunas que se desprenden de los acuerdos internacionales en materia de rescate marítimo. El Sistema de Búsqueda y Salvamento Marítimo (SAR), un convenio firmado en 1979, dispuso que las regiones para el rescate marítimo debían ser acordadas entre los países vecinos. Debido a la escasa profundidad del acuerdo, Malta e Italia han tenido numerosos desencuentros a la hora de repartirse sus áreas de actuación cuando los inmigrantes se encuentran en apuros.
El problema reside, dice Serrano, en que muchas de las fronteras no están “totalmente claras”. Malta tiene zonas amplísimas -250.000 km2 por 316 de superficie- y sin embargo no tienen los medios suficientes“. Ese ha sido uno de los principales puntos de conflicto que han llevado a Malta a no ratificar la última actualización del convenio.
Mientras tanto, “muchas zonas se solapan y otras quedan en el limbo”, explica María Serrano. “Mientras un barco se está hundiendo es crucial saber quien tiene la responsabilidad” y en ocasiones el rescate se ha retrasado trágicamente mientras se decidía quién debía asistir el naufragio.
“Este problema se mezcla con que Libia no puede asumir sus tareas de salvamento”, añade la portavoz de AI. Los problemas políticos internos que afronta el país convierten cada intento de cooperación con Libia en una pesadilla. “Lo que hemos constatado en el informe es que si los rescates los ejecuta la Guardia Costera libia, las personas son llevadas a centros de detención y allí se producen torturas y violaciones de derechos humanos”, relata. “Cualquier tipo de cooperación con Libia es problemático”.
Escasos fondos para salvamento
Martin Schulz expresaba este viernes la necesidad de una “red de solidaridad europea”. “No es justo que una pequeña minoría de los Estados miembros acoja a la inmensa mayoría de los refugiados que llegan a la UE”, aseguró. No obstante, para Amnistía Internacional es precisamente esa solidaridad la que brilla por su ausencia en las políticas migratorias europeas. “Los estados ribereños cargan con todo el precio del rescate”, asegura Serrano. En el informe, AI denuncia los escasos fondos con los que cuentan los equipos de salvamento de los estados. “En ocasiones Malta les rescata pero se niega a desembarcarles en su territorio por caerecer de medios para asumir a tantas personas”, cuenta la portavoz.
No sólo se han congelado los fondos para el salvamento, ahora la Operación Mare Nostrum, única reacción eficaz tras Lampedusa, está en visos de desaparecer. Los nueve millones de euros mensuales que cuesta el dispositivo son una de las principales razones que han llevado al Gobierno italiano a sopesar su retirada. Según AI, la ausencia de compromisos por parte del resto de países ha desmotivado al Ejecutivo de Mateo Renzi, más preocupado en superar los problemas económicos internos del país.
En paralelo, Europa reflexiona sobre la creación de un equipo similar a Mare Nostrum llamado Frontex Plus en el que España también colaboraría. De momento el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz ha adelantado que España aportará un avión de la Guardia Civil y un patrullero de la Armada españolas a las tareas de vigilancia contra la inmigración irregular en el Mediterráneo, dentro de la operación Hermes. A pesar de ello, el director del Programa Regional para Europa y Asia Central de AI, John Dalhuisen, afirmó tras la publicación del informe que tanto Mare Nostrum como las operaciones de rescate que se establezcan en el futuro serán “necesarias pero insuficientes”.
Para las organizaciones, la escasa financiación de los equipos de salvamento no es una consecuencia de la crisis. En el informa que AI publicó en julio se reflejaba que la mayor parte del gasto de la Unión Europea en imigración iba a parar al cierre de las fronteras. De un total de 4.000 millones de partida presupuestaria, el 46% lo acaparaban los puestos fronterizos al sur del continente, Ceuta y Melilla entre ellos. Serrano insiste en que la preocupación de Estrasburgo sigue siendo cerrar los accesos legales en lugar de acoger el problema humanitario que se da casia a diario en el Mediterráneo.
La excusa del coste de salvar vidas y acoger refugiados
Según calcula Amnistía Internacional, el gasto que supone una operación de rescate como Mare Nostrum implica 300.000 euros al día -nueve millones de euros mensuales- que los estados no están dispuestos a gastar. “Europa no está dispuesta a asumir los costes de los cambios sociales en los países y por eso ha montado una maquinaria brutal de cierre de fronteras”.
Al alto coste de las operaciones de rescate hay que sumarle el gasto de los estados en gestionar las entradas, las solicitudes de asilo y la acogida de los inmigrantes en los CETI o CIE mientras se tramitan las deportaciones. AI insiste en que las medidas de asilo europeas no están basadas en el concepto de la solidaridad.
Un ejemploe es el Tratado de Dublín, que establece que el estado encargado de afrontar las necesidades humanitarias y administrativas de un refugiado que debe ser el primer estado que pisa, el primero en el que su huella queda registrada. Sin embargo, según Serrano, nadie en Europa se está planteando cuál es el coste humano de cerrar las fronteras. Un coste que se ha traducido en 20.000 inmigrantes fallecidos en el Mediterráneo desde el año 2000.
Más llegadas, más muertes y menos presupuesto
Las llegadas de inmigrantes a Europa desde enero se han duplicado con respecto al mismo periodo del año pasado. Según la ONG, ha sido determinante “la situación de los países de origen”. La crisis alimentaria en el centro y en el Cuerno de África o la intensificación de los conflictos en Malí y Siria son algunas de las causas que han motivado el ascenso de las expediciones por el Mediterráneo.
Durante el 2013 los páises que más inmigrantes enviaron hacia Europa, de forma legal o ilegal fueron Eritrea (23%) y Siria (17%) además de Malí, Nigeria, Gambia o Somalia. Todos ellos países con conflictos o situaciones socio-políticas de gran complicación.
Xenofobia en el Parlamento Europeo
La entrada de partidos como el Frente Nacinoal francés de Marine Le Pen, o la presencia de formaciones de ultraderecha en parlamentos como el de Grecia o Hungría no han ayudado a mejorar la situación. El discurso xenófobo es, obviamente, más partidario de cerrar las fronteras que de contribuir al rescate de los que arriesgan su vida en el Mediterráneo. La propia Le Pen expuso en una visita que la inmigración ilegal se traduce en “pobreza y desorden para Europa” y que lo que deberían hacer los servicios de rescate es “envíar a los barcos de vuelta a su origen”.
“Es un debate que tiene que ver con el cambio de la opinión pública en una situación de crisis en las que se da un crecimiento del racismo y en el que los partidos apelan a razones de seguridad”, concluye Serrano.