Cuando un grupo de yihadistas atentó el pasado viernes en las calles de París, las miradas de parte de la población europea se volvieron hacia la comunidad musulmana. “Nos quedamos horrorizados, como cualquier persona”, afirma Amparo Sánchez Rosell, presidenta de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia. Los musulmanes españoles han compartido públicamente su rechazo a los ataques, como tantos otros ciudadanos con distinta o ninguna creencia religiosa, en una situación que consideran injusta: sus reacciones se examinan con lupa porque los extremistas matan en nombre del islam. Ahora, esperan que los actos islamófobos no se disparen, como ocurrió tras los atentados contra la revista Charlie Hebdo.
En enero, otro grupo de islamistas vinculados al ISIS mató a doce personas en un ataque contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo. La publicación había publicado caricaturas de Mahoma y era conocida por su estilo agresivo a la hora de denunciar la intolerancia religiosa. Tras este atentado, la islamofobia –las actuaciones en contra del islam y la población musulmana– “sufrieron un repunte brutal”, lamenta Amparo Sánchez Rosell al otro lado del teléfono.
En los informes anuales de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia recogen los incidentes de odio en contra de la comunidad religiosa. “En el informe anual de 2014 recogimos 49 casos de islamofobia. En este 2015, hasta el 10 de septiembre, teníamos contados ya 169 casos y ahora tenemos que incorporar los que se han producido debido a los ataques de París...”, explica Sánchez Rosell.
En estos días ya han anotado algunas muestras de odio, como los mensajes difundidos “por el grupo de extrema derecha que se denominan Lo Nuestro, que han pegado pasquines con la cara de un cerdo que difunde el mensaje de 'Refugiados No Bienvenidos”, continúa Sánchez Rosell. En su grupo de Facebook también se hacen eco de unas pintadas de símbolos nazis en comercios de familias musulmanas en San Sebastián de los Reyes.
Los incidentes islamófobos registrados por la Plataforma van desde la discriminación (“como que no te alquilen un piso por ser musulmán”), hasta las agresiones “físicas y verbales”. Las más perjudicadas: las mujeres. “La islamofobia de género es la que más ha crecido, porque se las ve más debido al pañuelo y son consideradas más frágiles. Les dicen y hacen lo que algunos no se atreverían a decir a un hombre”, denuncia Amparo Sánchez.
El presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatari, la entidad representativa de las comunidades religiosas musulmanas en España, también destaca que son las mujeres las que más sufren estos delitos de odio. El informe anual de 2014 del Observatorio Andalusí recoge una escena de discriminación a la que se refiere Riay Tatary: “Una mujer con nicab a la que un conductor de autobús en Euskadi no permitió montar en su vehículo. Es indignante”. El estudio también advirtió un ascenso de las conductas de odio contra musulmanes tras el ataque de Charlie Hebdo.
También hay señas de apoyo
Aunque los mensajes a la comunidad musulmana también han sido de apoyo. En las redes sociales la etiqueta #YoTeAcompaño iba acompañada de muestras de apoyo a los musulmanes en España ante posibles hostigamientos. “Hemos percibido un cambio respecto a los atentados de Charlie Hebdo, ahora parece que la población y los medios de comunicación están más informados” –dice Amparo Sánchez– “la mayoría de la sociedad se ha posicionado para que esto no suponga una fractura social y saben que hay que diferenciar entre el terrorismo y el Islam”. Pero, indica, los políticos y los medios de comunicación deben difundir una información responsable, que separe estos actos terroristas de los creyentes musulmanes en general.
El presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatari, recuerda que el daño que provocan “ellos”, como se refiere al ISIS, afecta a todas las personas por igual “incluidos los musulmanes”, que se ven señalados por los actos de estos grupos “porque alegan que son musulmanes”, critica Tatary. En una viñeta que ha difundido la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, la entidad recuerda cómo el islam es una víctima más del terrorismo yihadista ya que, sin la suficiente información –“y debido a la contaminación de algunos grupos”, dice Sánchez Rosell–, acaban siendo confundidos por algunos ciudadanos.
Un comunicado de la Comisión Islámica de Melilla incidía en este punto en su mensaje de condena de los atentados de París: “Y no es necesario recalcar que estos actos criminales nada tienen que ver con el Islam y los musulmanes por más que los autores de los mismos y quienes están detrás de ellos pretendan vincularlos. Y es nuestro deber como musulmanes insistir una y otra vez sobre este punto para tranquilizar a las otras comunidades que conviven con musulmanes en Europa y en el mundo entero e invitarlos a conocer el Islam, una práctica de adoración respetuosa con la vida, cualquier forma de vida y amante de la Paz y de la Convivencia Pacífica entre los seres humanos”.
Tanto Sánchez Rosell como Tatary consideran que la sociedad española “aún está a tiempo” de solucionar los problemas de integración que han quedado en evidencia con los atentados de París, en los que la mayoría de los terroristas eran de nacionalidad francesa. Según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí, el número de musulmanes en España creció en 2014 un 7,2% hasta alcanzar los 1,85 millones, 126.218 más que en 2013.
“El reto es que se sientan parte del país en el que viven. Si una persona musulmana, judía o de la confesión que sea se siente parte de la sociedad, la va a proteger”, añade Amparo Sánchez Rosell. Para ello, hay que evitar los guetos, enfatiza Tatary. Ambos representantes celebran la creación en 2013 de los informes y el protocolo del Ministerio del Interior sobre los delitos de odio, entre los que se miden aquellos contra las creencias o prácticas religiosas. “Hay que demostrar que una persona que comete estos actos no va a salavrse así como así”, dice Tatary.
Sánchez Rosell indica que la marginación de la población musulmana en ciertos barrios, como ha ocurrido en París, han dificultado la integración y hay que huir de ese modelo de sociedad. “El modelo francés ha fracasado, hay que apostar por el interculturalismo, que las personas puedan conservar su ideología y creencias y se relacionen con los poderes públicos sin sentirse ciudadanos de segunda”.