Mahmud Salme estaba presente mientras veía cómo los restos de su hermano, su padre y su tío volvían a esconderse bajo la tierra envueltos en aquellas sábanas blancas. Mientras se cerraba la angustia de los allegados de los ocho saharauis, asesinados en 1976 por el ejército marroquí, localizados e identificados en dos fosas comunes el pasado junio; se abría la esperanza para los cientos de familias que siguen esperando una respuesta: el mismo equipo de investigación de la Universidad del País Vasco ha descubierto otras tres fosas en los territorios liberados del Sáhara Occidental. Los investigadores han tomado muestras para proceder a su posterior análisis e identificación.
Los nuevos hallazgos han tenido lugar durante un segundo viaje del grupo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Instituto sobre el Desarrollo y la Cooperación Hegoa en el que han efectuado la exhumación de los primeros restos, su entrega a los familiares de las víctimas y su entierro definitivo en el mismo lugar donde fueron localizados. Además de los seres queridos de los fallecidos, estuvieron presentes en el acto el equipo de la investigación, responsables del Gobierno saharaui y miembros de la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO).
A pesar de que dos de las víctimas identificadas en los primeros hallazgos llevaban consigo DNI español y de que los asesinatos tuvieran lugar cuando las tropas españolas todavía se encontraban en el Sáhara Occidental -se retiraron el 26 de febrero de 1976, mientras los sucesos ocurrieron el 12 del mismo mes-, los investigadores aún están esperando una respuesta del Gobierno de España. “Debería tomárselo en serio, debería haber una respuesta después de las pruebas contundentes que tenemos sobre este caso. Debe abrir una investigación propia de lo sucedido y pedir la colaboración de Marruecos”, denuncia Carlos Martín Beristain, antropólogo del Instituto Hegoa.
“Después de todo, lo que hemos hecho ya es mucho más fácil que lo que nos queda por delante. Ahora tenemos que oficializar la información. Hay que hacer oficial este informe técnico lleno de pruebas. ¿Quién lo va a hacer?”, se pregunta el forense Francisco Etxeverria, director de la investigación. Ambos explican que, después de mantener una reunión con las responsables del Magreb y de derechos humanos del Ministerio de Exteriores, aún no se han vuelto a poner en contacto con ellos desde esta institución.
“Las mentiras de Marruecos han quedado demostradas. Estos descubrimientos tienen que llegar a todos los lugares, debe haber justicia a nivel internacional”, sentencia Mahmud Salme, hermano, sobrino e hijo de tres de las víctimas asesinadas aquel 12 de Febrero de 1976 por el ejército marroquí y cuyos restos han sido localizados 38 años después. Sabe muy bien por qué habla de “mentiras”. En 1995 el Gobierno de Marruecos había respondido a la petición de información del Grupo de Desapariciones Forzosas de la ONU a través de un documento que todavía conserva. “Decía que mi hermano vivía en El Aaiún. Mi hermano, aquel que he vuelto a enterrar hace unos días en el desierto del Sáhara”. Nos lo enseña: el texto detalla incluso la supuesta calle donde vivía el ya entonces fallecido.
Esta información falsa se une a la ya incluida en el informe técnico que visibilizó los descubrimientos del equipo de la Universidad del País Vasco. Marruecos no dio respuesta oficial sobre el paradero de los desaparecidos. Solo en 2006, el Informe de la Instancia de Equidad y Reconciliación de Marruecos aseguró que cuatro de los detenidos aquel día habían sido llevados al cuartel de Smara y que allí habían fallecido durante el tiempo de detención. Sin embargo, la investigación del equipo forense ha demostrado la falsedad de esta información: “Las detenciones fueron colectivas y ocurrieron el mismo día. [...] Los detenidos no fueron trasladados a ningún cuartel, sino que fueron ejecutados inmediatamente en el mismo lugar, mientras se encontraban indefensos”.
Después de la localización de otras tres fosas, la intención de Etxeverria es regresar al Sáhara Occidental transcurrido un periodo de tiempo de entre seis meses y un año. Según afirman, deberán esperar a conseguir un nuevo paquete de financiación ya que, tras las operaciones realizadas, han agotado los fondos proporcionados por el Instituto de Cooperación de la Universidad del País Vasco aunque confían en que conseguirán el dinero necesario para volver una vez analizadas las muestras tomadas durante este último viaje.
Como miembro del Consejo de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA), la lucha de Mahmud no acaba con el entierro de sus tres familiares pero siente la diferencia. Le cuesta explicarlo. “No llega a ser alegría... Ves los restos de un padre del que no has podido recibir el cariño que te correspondía. Sientes alegría pero a la vez mucha angustia. Pero ahora podemos recordarle bajo la tranquilidad”