En los próximos dos segundos, una persona se habrá visto obligada a abandonar su hogar en alguna parte del mundo. Un año más, el número de personas forzadas a desplazarse dentro y fuera de las fronteras de su país vuelve a aumentar y a alcanzar cifras sin precedentes. Al finalizar 2017, 68,5 millones de personas se encontraban desplazadas en todo el mundo debido a la persecución, los conflictos o la violencia generalizada, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
En su informe anual Tendencias Globales, publicado este martes, el organismo concluye que la población desplazada creció el año pasado en casi 3 millones de personas respecto a 2016. La “magnitud” del movimiento de personas que se está desplazando queda patente en otra de las cifras: solo en 2017, 16,2 millones de personas abandonaron sus casas por primera vez o de forma reiterada. O lo que es lo mismo: 44.500 personas cada día. Se trata, además, de una población muy joven: el 53% son menores, muchos no acompañados o separados de sus familias.
En 2017, Acnur ha registrado el mayor aumento en un solo año del número de refugiados que ha huido de sus países escapando de las guerras, la violencia y la persecución: 2,9 millones más que en 2016. A finales del año pasado, la cifra de refugiados se situaba en 25,4 millones de personas. La mayoría de los refugiados, dos tercios, procedían solo de cinco países: Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar y Somalia.
Un año más, el informe desmonta la “creencia errónea”, dice Acnur, de que la mayoría de desplazados se encuentra en países del hemisferio norte. El 85% de las personas refugiadas vive en países empobrecidos, muchos de los cuales “apenas reciben ayuda para atender a estas personas”. Es decir: cuatro de cada cinco refugiados se quedan en países vecinos.
Por cuarto año consecutivo, Turquía alberga al mayor número de refugiados en el mundo, 3,5 millones de personas. Le siguen Pakistán, Uganda, Líbano e Irán. La mayoría de refugiados, el 58%, vive en zonas urbanas y no en campos o áreas rurales.
El grueso de la cifra de personas que han abandonado sus hogares lo conforman, sobre todo, los desplazados internos, es decir, quienes han huido pero se mantienen dentro de las fronteras de sus países: 40 millones, una cifra que desciende ligeramente respecto a 2016. Otras 3,1 millones de personas esperaban una decisión sobre su solicitud de asilo a finales de 2017.
Las guerras y conflictos continúan siendo, una vez más, las principales causas de desplazamientos. Cerca de cinco millones de personas pudieron regresar a sus hogares en 2017, “aunque muchos lo hacían bajo coacción o en condiciones precarias”, matiza Acnur. Por otro lado, la Agencia de la ONU registró en 2017 las dificultades a las que se enfrentan quienes huyen de sus hogares a otros países, entre ellas, “devoluciones forzosas, politización y estigmatización, casos de encarcelamiento o negación del permiso de trabajo, o incluso el rechazo de varios países al uso del término 'refugiado”.
“Estamos en un punto de inflexión y para que la gestión del desplazamiento en el mundo tenga éxito es necesario un nuevo enfoque mucho más integral, que no deje solos a los países y a las comunidades frente a estas situaciones”, ha afirmado el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, en un comunicado.
Ante las cifras registradas un año más, Grandi ha hecho ha reclamado a los países miembros de la Asamblea de las Naciones Unidas que apoyen el nuevo Pacto Mundial sobre Refugiados. “Nadie se convierte en refugiado por elección, pero cada uno de nosotros sí podemos elegir cómo ayudar”, concluye Grandi.