“Erasmus euroafricano”. La idea del ministro de Exteriores, relatada en una entrevista para el medio alemán Handelsblatt, ha sorprendido por las condiciones que la acompañan. Josep Borrell plantea “ofrecer a los países de origen” de los flujos migratorios “la oportunidad de acoger a un inmigrante regular por cada inmigrante irregular que Europa devuelva”. La propuesta consistiría en “formarlo durante tres años y luego enviarlo de vuelta para reforzar la economía nacional” de su país.
La idea de Borrell es concisa, aparece expresada en un único párrafo, pero de ella subyacen varias ideas que han sido muy criticadas por especialistas en migraciones, activistas antirracistas y ONG. Su planteamiento, sostienen, parte de una perspectiva “occidentalista” que “instrumentaliza” a las personas migrantes “sin tener en cuenta las diferentes realidades de los flujos migratorios”.
La vinculación antre un programa de cooperación educativa con las políticas migratorias, la visión “colonialista de África”, el intercambio planteado de los “migrantes malos” por “los buenos” y la intención de devolver a los supuestos eurasmus africanos a sus países después de pasar tres años en España son las cuestiones más criticadas que, a su juicio, transmite la idea de Borrell. eldiario.es se ha puesto en contacto con Exteriores para preguntar sobre la propuesta pero no ha obtenido respuesta.
Héctor Cebolla, profesor de Sociología de la UNED, se muestra “perplejo” ante lo que define como una “ocurrencia” del ministro que no cree que pueda llegar desarrollarse. “Lo que podría ser una buena idea, un programa Erasmus con África, que puede impulsar que la gente se conozca y se mueva, se estropea al vincularlo con la política de inmigración”, sostiene.
“La política de inmigración y la política científica y académica son cosas diferentes, relacionarlas me parece un error de fondo”, añade el sociólogo. Según explica, la propuesta del titular de Exteriores entrelaza un programa universitario con los intentos de la Unión Europea de generar incentivos para alcanzar acuerdos con los principales países de origen de los migrantes, y así permitir la readmisión de sus nacionales ante una deportación.
Para Ainhoa Nadia Douhaibi, investigadora de Stop Deportación sobre temas de racismo institucional, el “Erasmus Euroafricano” de Borrell está manchado por un enfoque “colonialista” de las relaciones con África. “Toda la cooperación con los países norteafricanos que guardan la frontera con Europa se sirven de ellos para hacer el trabajo sucio a cambio de esto que, aunque llaman cooperación, es coacción porque siempre tiene que haber algo a cambio: en este caso, la devolución de inmigrantes”, reflexiona la activista antirracista.
La iniciativa del ministro es también cuestionada por la imagen que, sostienen los críticos, transmite del continente africano. “Nos parece una visión hecha desde una perspectiva totalmente colonial, donde las personas que habitan en un continente rico y diverso quedan homogeneizados en una África atrasada incapaz de desarrolarse por sí misma y necesita que Europa le enseñe cómo”, cuestiona Youssef M. Ouled, activista de SOS Racismo Madrid.
David Bondia, profesor de Derecho Internacional Público de la Universitat de Barcelona, considera que el titular de Exteriores “parece plantear que los migrantes vienen porque no están formados”, un análisis de la migracion “como grupo y sin tener en cuenta que muchos tienen formación”.
Un inmigrante “malo” a cambio de uno “bueno”
En sus declaraciones, Josep Borrell desliza que las supuestas becas Erasmus destinadas a jóvenes africanos estén condicionadas a la devolución de migrantes irregulares a los mismos países. En un sistema 1:1 que recuerda al mecanismo sobre el que se basa en teoría el Acuerdo Unión Europea-Turquía, que permite las expulsiones de solicitantes de asilo desde las islas griegas al país euroasiático.
“Determina la idea del inmigrante bueno y el mano”, analiza Douhaibi. “Los irregulares son los malos. Los regulares son los buenos. ¿A quién buscaremos para las becas? Parece un cambio de cromos. Subyace el racismo y una disciminación clara y racismo”, añade Bondia. “Surge desde un punto de occidental por el que se otorgan provilegios a unos a cambio de otros para, luego, devolverlos cuando queremos. Es necesario dar derechos, no privilegios”, sostiene el profesor de la UB.
En este misma línea, la investigadora de Stop Deportación considera que no se está teniendo en cuenta la opinión de los nacionales de los países de origen. “Me pregunto cómo van a vender en Senegal a los jóvenes que van a tener un privilegio a costa de la devolución de un compatriota. Se lo ganan a cambio de deportaciones”, critica.
Un programa “para las élites”
Además, el sociólogo de la UNED advierte de que la política planteada por Borrell generaría “más desigualdad en África”. “Quienes podrían beneficiarse no van a ser las personas que van a tener una situación de miseria, sino personas con estudios superiores, personas adineradas. Forma a una élite a cambio de devolver a migrantes en situación irregular”, analiza Cebolla.
La última pata del Erasmus euroafricano hace referencia a la devolución de los beneficiarios después de recibir formación durante tres años. ¿Y si luego se quieren quedar?, se preguntan algunos de los expertos consultados. “El capital humano se debería mover con bastante libertad. No todo el mundo retorna”.
Desde Andalucía Acoge, José Miguel Morales describe esta medida como “poco realista”. “Queremos que la gente se forme aquí para que vuelva a su país a invertir ese conocimiento en el desarrollo local. ¿Y si al llegar construyen una vida aquí? ¿y si encuentran pareja? ¿van a ser obligadados a irse a su país de origen?”, se cuestiona. La idea de Borrell, concluye, se sostiene sobre la “vulneración” de un derecho que defiende desde la ONG que dirige: “la libre circulación de las personas”.