Cuando Hadi Karam*, un sirio que habla con voz pausada, decidió abandonar la ciudad de Raqqa, asolada por la guerra, sabía que el viaje a Europa sería arriesgado. Lo que no había tenido en cuenta era que cuando consiguiera cruzar la frontera con Grecia, la tecnología se convertiría en un obstáculo.
“Nunca pensé que Skype pudiera suponer un problema”, dice este joven profesional al relatar el calvario de su familia cuando intentó contactar con los funcionarios griegos que tramitan las solicitudes de asilo. “Llamas, llamas y llamas. Pasan semanas y semanas, y nunca se obtiene respuesta”, lamenta.
Durante dos meses, su mujer Karam, que estaba embarazada, y su hijo intentaron cruzar la frontera terrestre de Siria con Turquía. Lo consiguieron tras nueve intentos. Viajar a Rodas desde Turquía y seguir hasta el puerto del Pireo le llevó menos de una semana. Sin embargo, navegar por la laberíntica burocracia griega para notificar a las autoridades su deseo de solicitar asilo le ha llevado prácticamente un año. “Cuando finalmente conseguí que me contestaran, me dijeron que me entrevistarían en marzo de 2022”, explica Karam. “Hasta entonces estamos atrapados en este lugar, de brazos cruzados”.
Pese a todo, la familia ha tenido suerte. La semana pasada, en un movimiento coherente con su mantra de políticas migratorias “duras pero justas”, el Gobierno de centro-derecha de Atenas anunció que los procedimientos de asilo para aquellos que lo soliciten por primera vez solo estarán permitidos en los centros de acogida estatales. Asimismo, puntualizó que el uso de aplicaciones se iba a limitar a aquellos cuyas solicitudes hubieran sido rechazadas y quisieran recurrir la decisión.
“Hay personas que consiguen evadir los controles durante años, no se personan ante las autoridades”, afirma Marios Kaleas, máximo responsable del servicio de asilo del país. “Es importante que se haga un seguimiento de esas personas, por razones de control, de seguridad nacional y de orden público”, señala.
Todavía no se ha decidido cuánto tiempo durará el proceso de registro ni dónde estarán los puntos “designados para ello”, precisa. “Todavía estamos estudiando la ubicación, pero lo que sí sé es que habrá dos centros, uno en el norte [de la península] y otro en el sur”.
“Controlar y confinar”
Aunque Grecia ha experimentado un drástico descenso de llegadas desde 2015, cuando era el epicentro de la crisis de refugiados -más de 800.000 personas cruzaron el mar Egeo- por su proximidad a Turquía sigue siendo una ruta popular para quienes en África, Asia y Oriente Medio huyen de la guerra, la pobreza y la persecución.
El lunes, el ministro de migración de Atenas, Notis Mitarachi, se felicitó por el descenso de llegadas. Afirmó que, si se comparan con 2019, han caído en un 90%.
En declaraciones a la cadena pública del país, ERT, señaló que “nos hemos fijado el objetivo de cambiar lo que estaba ocurriendo en los puntos de entrada”. “De las estructuras abiertas como Moria, que avergonzaban al país, ahora podemos hablar de estructuras cerradas y controladas, que proporcionan condiciones de vida decentes”, dijo en referencia al campamento, conocido por sus condiciones de precariedad y que fue destruido por los incendios el año pasado.
A raíz de esta retórica, y con el endurecimiento de la postura europea hacia los refugiados, las organizaciones de ayuda humanitaria temen que el abrupto cambio de política esté más orientado a “controlar y confinar” a los solicitantes de asilo que a hacerles la vida más fácil.
Procedimiento “inhumano”
Corinne Linnecar, directora de promoción de Mobile Info Team, una organización sin ánimo de lucro con sede en Grecia que lleva mucho tiempo apoyando a los solicitantes de asilo, considera que la medida es caótica y está mal definida. “Los retrasos en el acceso al sistema de asilo no se debían a que los solicitantes trataran de eludir a las autoridades, sino que eran consecuencia de un sistema ineficaz”, afirma. “Este cambio de política solo provocará más retrasos”.
En virtud de un procedimiento similar al de la lotería que se aplicó por primera vez hace ocho años, los que llegan a través de la península, así como de Creta y Rodas, han tenido que utilizar Skype para informar al servicio de asilo griego de su intención de solicitar protección internacional. El sistema de pre-registro, que no se aplica a Lesbos y otras islas del Egeo que reciben el impacto de las llegadas, era un primer paso necesario antes de que los solicitantes recibieran una cita para registrar su solicitud en persona.
Pero como Karam y miles de personas han podido constatar, el sistema, que ofrece 210 plazas en 17 idiomas a la semana, era a menudo un enorme obstáculo para la presentación de solicitudes.
Un estudio reciente de Mobile Info Team descubrió que, de media, las personas que utilizaban la aplicación no habían conseguido contactar con un funcionario de los servicios de asilo después de 14 meses. Sin el registro, los solicitantes de asilo siguen siendo invisibles, no pueden acceder al servicio público de salud ni tienen derecho a asistencia jurídica y muchos intentan seguir adelante con frustración, continuando su viaje hacia Europa central a través de los Balcanes.
“El procedimiento de Skype, tal y como estaba, era inhumano y obligaba a las personas a permanecer indocumentadas y en la indigencia durante muchos meses y, a menudo, años”, afirma Linnecar.
Hasta que los nuevos centros de acogida estén operativos, los refugiados que no hayan podido contactar con los funcionarios de asilo a través de Skype estarán “completamente bloqueados” sin poder acceder al sistema.
“Impedir temporalmente todo acceso al procedimiento de asilo, limitar las libertades de las personas y obligarlas a entrar en estructuras de tipo carcelario no es la respuesta”, afirma Linnecar. “Las únicas instalaciones de registro que se conocen en Grecia son similares a las prisiones; en el continente, estas instalaciones están completamente aisladas del exterior, lo que significa que la gente no puede salir en ningún momento”.
La agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, también han expresado su preocupación. En su opinión, es necesario que las autoridades respondan a “preguntas básicas”, como por ejemplo cómo piensan llevar a las personas a los lugares designados.
“Garantizar un acceso rápido y ágil a procedimientos de asilo justos y eficientes es clave para la adecuada protección de las personas que necesitan protección”, afirma Stella Nanou, portavoz del ACNUR en Atenas.
“Cárceles” financiadas por la UE
ACNUR ha advertido que hasta medio millón de refugiados afganos podrían dirigirse hacia el oeste como consecuencia de la caída de Kabul y la toma del poder por parte de los talibanes. En octubre, el Fondo Monetario Internacional se hizo eco de esa predicción, citando el colapso de la economía del país, que depende de la ayuda internacional.
Grecia sería la principal puerta de entrada a Europa. Con un aumento de las patrullas marítimas, en un contexto de críticas a la expulsión de solicitantes de asilo, se cree que la mayoría intentaría entrar por la frontera terrestre que el país comparte con Turquía en la región norteña de Evros.
Este año, por primera vez desde 2012, cuando se levantó un muro a lo largo de parte de la frontera, los solicitantes de asilo que utilizan esta ruta superan a los que llegan a Grecia por barco, lo que convierte a la tierra firme en el principal punto de entrada. Según ACNUR, hasta el 21 de noviembre, 3.568 recién llegados se habían registrado en los puestos avanzados del Egeo, frente a los 4.311 que habían llegado a través de Evros.
Kaleas, el director del servicio de asilo, reconoce que no ha sido fácil para los solicitantes presentar sus solicitudes a través de Skype, aunque afirma que “tienen que ser insistentes”. Sin embargo, niega las informaciones que apuntan a que el cambio de política implicaría el traslado de hombres, mujeres y niños desde el continente a islas cercanas a Turquía, donde el fin de semana se abrieron otros dos centros de acogida aislados del exterior financiados por la UE. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos se han expresado en contra de los campamentos de las islas del Egeo por considerarlos parecidos a cárceles.
“En ningún caso se va a retener a los solicitantes como si fueran prisioneros”, afirma. Repite el argumento de que si los solicitantes de asilo se sometieran a los procedimientos de recepción e identificación en lugar de optar por convertirse en “fantasmas”, tendrían acceso a las prestaciones sociales.
“En cuanto se dejen tomar las huellas dactilares y su caso sea revisado por los funcionarios de Frontex [la agencia de fronteras de la UE] y la policía helena, podrán irse. No preveo que el proceso lleve mucho tiempo, pero no puedo decir cuánto tiempo llevará”.
* Se han cambiado los nombres originales para mantener su anonimato.
Traducción de Emma Reverter