Hace meses que las autoridades griegas llevan amenazando con desalojar Idomeni, uno de los mayores campos de refugiados improvisados del país. Pero en las últimas horas esta amenaza se ha hecho palpable. Fuerzas policiales de toda Grecia están siendo destinadas a Idomeni para proceder al desalojo del campo. Mientras, algunos refugiados, presionados por el corte de suministros gubernamental, aceptan con resignación su traslado voluntario a los centros de detención gubernamentales.
“Como han ido estrangulando la parte de alimentación, agua, leche, la gente se ha ido yendo. Al principio nadie quería irse en los autobuses a centros de detención oficiales y según han ido viendo que la cosa se pone fea hay más gente que accede y voluntariamente se va en los autobuses”, explica Elena Sobrino, médica-pediatra que junto con la ONG Bomberos en Acción atiende a los refugiados del campo. Desde el domingo, la asociación ha tenido cada vez más problemas para efectuar junto con otras ONG como ACNUR o Médicos Sin Fronteras el reparto diario de comidas. Incluso, en los días de controles policiales más rígidos había personas que no habían tomado nada hasta la cena, señala Sobrino.
Aunque las autoridades han señalado que se procederá al desalojo gradual del campo en los próximos días, los rumores que circulan por el campamento indican que la intervención policial se producirá en la madrugada de este martes. “A las cinco o seis de la mañana van a desalojar, según nos ha dicho un policía de la secreta que no nos ha permitido el acceso al campo, como diciendo 'no podéis estar dentro, va a haber jaleo”, explica la trabajadora de Bomberos en Acción.
El portavoz del Gobierno para asuntos de refugiados, Yorgos Kyritsis, ha explicado que la operación de desalojo será similar a la ocurrida hace unas semanas en el puerto de Pireo, en cuyo campamento improvisado llegó a haber más de 5.000 personas, la mayoría de las cuales fueron trasladadas a centros organizados, con vista a desalojar los muelles del puerto durante la temporada turística, según ha podido saber Efe.
Desde Idomeni se ha trasladado ya en los últimos 15 días a unas 2.000 personas a otros centros recién estrenados en el norte de Grecia, explicó Kyritsis en una entrevista a la cadena de televisión privada Skai. Pero no todos los refugiados están por la labor.
A pesar de la larga lista de virtudes enumeradas por el Ejecutivo heleno acerca de los centros de detención; muchos de los habitantes de Idomeni se niegan a abandonar el campo. “La gente no está contenta en los campamentos sirios, pues ofrecen solo las cosas básicas: tres comidas al día, sin escuelas para todo el mundo... No es vida, allí no tenemos nada que hacer”, denuncia Lopalin, una refugiada siria que trabaja desde hace algún tiempo como traductora para Bomberos en Acción.
Ella, al igual que otras 300 personas esta mañana, ha decidido hacer las maletas para volver a intentar cruzar esta noche junto con el resto de su familia la frontera que los separa de Europa y de su destino principal, Alemania.
Reabrir la comunicación férrea
Hace meses que miles de personas viven hacinadas en el campo de refugiados de Idomeni, en el que malviven cerca de 8.500 personas desde que en febrero quedara sellada la ruta de los Balcanes. En su momento álgido llegó a acoger a más de 11.000 refugiados y migrantes, muchas de ellos niños y mujeres embarazadas. Pero ni el frío (del que los refugiados apenas se podían resguardar por la precariedad de sus tiendas), ni las malas condiciones higiénicas motivadas por los lodazales de barro que se formaban durante la temporada de lluvias o los problemas respiratorios -que afectaron a centenares de menores por la combustión de plásticos- incentivaron entonces la acción gubernamental.
Ahora, el Ejecutivo heleno ha transmitido su intención de reabrir el tránsito férreo en la región. La ocupación de los vías del tren por los refugiados ha llevado al Gobierno a reconducir los trenes por camino alternativos, lo que genera costes extras. En estas mismas vías se produjo el último enfrentamiento con la policía de Macedonia que intentó dispersar a una multitud de migrantes con gases lacrimógenos y bombas aturdidoras.
“Trasladar a los refugiados de Idomeni es una iniciativa que repercute en su propio beneficio”, ha señalado Kyritsis en declaraciones recogidas por la BBC. “La apertura de las vías del tren permitirá a los trenes circular con normalidad, pero lo fundamental es que las personas sean trasladadas allí donde las condiciones sean humanas”, ha añadido.
Sin embargo, algunos grupos para la defensa de los Derechos Humanos se reservan ciertas dudas sobre la viabilidad del plan de traslado de refugiados propuesto por el Gobierno, entre ellos ACNUR. El Ejecutivo heleno defiende la disponibilidad de 6.000 plazas en centros de acogida, ampliables en unos días a 8.000, pero la Agencia de la ONU sostiene que la mayoría de los centros de detención están completos.
De momento, las tiendas del mayor campo de refugiados de Grecia se siguen vaciando a pasos de gigante, cuando hace unos meses apenas se podía caminar entre ellas, recuerda un trabajador de Bomberos en Acción. Otros seis autobuses han llegado al campo para trasladar una nueva tanda de refugiados. Mientras, nueve brigadas de antidisturbios se trasladan de Atenas a Kilkis por si la operación de desalojo se pone fea.