Son las 3.45 AM del día 10 de abril. Plena noche en las aguas del Mediterráneo central. El colectivo Alarm Phone recibe una llamada de socorro de una embarcación de madera sin motor a 20 millas al norte de Zuwarah, Libia. Hay 20 personas a bordo. “Vamos a morir... Vamos a morir. En el océano, en Túnez, en Libia. Si no vamos a Italia...”, advierte la voz que suena al otro lado del teléfono, transmitida en un audio por la organización.
A pesar de contar con la localización exacta, a pesar de haber cuatro mercantes y un pesquero en la zona y avisar a los centros de coordinación libios e italianos nadie acudió a su rescate hasta 14 horas después. La tripulación de la avioneta humanitaria Moonbird relata las horas en las que sólo podían observar con impotencia la barca en riesgo: nadie acudía a su rescate a pesar de tener localización exacta.
Una vez recibido el aviso desesperado, Alarm Phone trata de ponerse en contacto con el servicio de rescate de Roma. No hay respuesta. Tres horas después, el equipo de tierra de la avioneta Moonbird, de la ONG Sea-Watch, consigue hablar con el centro de coordinación de Salvamento Marítimo en Roma y confirman que ya están coordinando con las autoridades Libia, pero no pueden asegurar si las autoridades se han movilizado, según informa la ONG alemana.
Mientras tanto, la avioneta Moonbird de la entidad humanitaria Sea Watch, los únicos ojos que hay en estos momentos en el Mediterráneo Central, también trata de ponerse en contacto con los servicios de rescate libios, JRCC Libya. Sin embargo, solo obtienen respuesta de uno de los nueve contactos de los que disponen. No logran comunicarse porque no hablan inglés en el centro de rescate libio.
Moonbird es la encargada del reconocimiento para el rescate de personas migrantes en el Mediterráneo Central. Esta avioneta del tipo Cirrus SR22, es operada por la ONG alemana en colaboración con la iniciativa humanitaria de pilotos suiza HPI y realiza vuelos desde la primavera de 2017 en estas aguas, con el objetivo de alertar de embarcaciones a la deriva al Centro de Coordinación de Salvamento en Roma y asiste a las flotas civiles en las labores de coordinación.
Poco después, Moonbird localiza la embarcación en en medio del mar. Se encontraba en la ubicación de referencia enviada por Alarm Phone. “Empezamos a llamar de nuevo al servicio de rescate de Libia y fue imposible conseguir el contacto, así que llamamos a Roma [al centro de salvamento]. Nos dicen lo mismo, que no pueden hablar con los libios. La respuesta de Roma es que Libia es la autoridad competente y que ellos no hacen nada”, apunta Marta Sarralde Gijón, una de las coordinadoras de la operación a bordo de la avioneta.
Las personas siguen en el agua y Alarm Phone recibe otra llamada. “Si nos devuelven a Libia nos van a matar”, son las palabras de la personas a bordo de la barcaza.
Moonbird manda un “may day”, es decir, un aviso a todos los barcos y aviones que hay en la zona. En ese momento, según Sea-Watch, había cuatro barcos civiles en la zona, mercantes y pesqueros. Ninguno acudió al rescate de la embarcación, a pesar de tener la obligación de hacerlo según lo establecido por el derecho marítimo internacional.
Si bien la pasividad de las autoridades libias e italianas se lleva produciendo con más frecuencia en las operaciones de rescate registradas en el Mediterráneo central desde el cierre de los puertos de Italia y Malta, la inacción de los barcos civiles de este caso refleja un nuevo efecto de la política de Salvini. Los expertos lo advertían: las trabas al acceso a tierra impuestas también a los buques civiles que salvan vidas cuando se encuentran barcas en peligro durante su travesía podría poner en entredicho los principios básicos del salvamento marítimo.
Ocurrió, por ejemplo, con el petrolero tunecino “Sarost 5”, que tras rescatar a 40 migrantes, se vio forzado a permanecer durante 21 días en alta mar sin un puerto seguro donde desembarcar, con las consiguientes pérdidas económicas ligadas a su actividad. También el pesquero español 'Nuestra Madre Loreto' no pudo atracar en puerto hasta 10 días después de salvar a 12 personas mientras faenaba en las aguas próximas a Libia.
La barca localizada fue devuelta a Libia
“Nadie se movilizaba”, continúa Sarralde Gijón. “Tan solo una avioneta militar de Francia tira elementos de supervivencia: dos balsas salvavidas y smoke cans, pero el material está a una distancia demasiado larga como para que la gente pueda llegar, por lo que no sirve para nada”.
Durante el mediodía, Moonbird acude a su base para repostar, pero inmediatamente vuelve a salir. No es hasta las 18.15 horas cuando el colectivo Alarm Phone recibe información de Roma: “La barca ha sido interceptada por las autoridades libias y devuelta al país hace una hora”.
“La situación en el Mediterráneo central es desoladora. Las personas no han dejado de intentar huir de Libia por mar, pero tal y como está la situación, sin barcos de rescate civiles en la zona que permanecen bloqueados en puerto, instituciones responsables de los rescates ignorando los avisos, y barcos mercantes que no ejercen su deber de auxilio fruto de las presiones y falta de cumplimiento de los gobiernos de garantizar un desembarco en puerto seguro, la única salida que les queda a los que intentan huir de Libia es la muerte en el mar, o ser devueltos a Libia”, afirma la coordinadora española a bordo de la avioneta.
Marta vivió en primera persona todo lo ocurrido: “Nos parece surrealista y criminal ver como estos días evacuan a algunas personas de Libia mientras a otras les devuelven al intentar huir, todo ante la mirada pasiva de los gobiernos europeos que aún sabiendo esto, ni siquiera son capaces de dejar hacer su labor de rescate a los barcos de las ONG como Open Arms y Aita Mari evitando así más muertes en el Mediterráneo”.