En diciembre, Médicos Sin Fronteras y SOS Méditerranée anunciaban el fin de las operaciones del Aquarius, el buque que había protagonizado siete meses antes el primer cierre de puertos italianos a las ONG de rescate. Era el desenlace de una serie de dificultades que, según explicaron entonces las organizaciones, les habían forzado a tomar la decisión: la retirada de las dos banderas con las que había navegado, Gibraltar y Panamá, y una investigación de la Fiscalía de Catania por un presunto “tratamiento ilegal” de residuos considerados peligrosos pusieron fin a 34 meses de misión en los que prestaron asistencia a cerca de 30.000 personas.
Pero era un punto y seguido. Las ONG humanitarias se pusieron manos a la obra para buscar un barco que pudiera reemplazar al que era su buque insignia, que permanece amarrado en el puerto de Cádiz. Será el Ocean Viking, de propiedad y bandera noruega, y antigua nave de rescate pensada para operaciones en plataformas petrolíferas. Ahora, según han adelantado este lunes, tendrá una nueva vida para rescatar a personas en peligro en el Mediterráneo central, la ruta migratoria más mortífera del mundo.
El nuevo barco de búsqueda y rescate tiene previsto llegar a las aguas fronterizas entre Italia y Libia a finales de este mes para reanudar las operaciones de salvamento. En estos momentos surca el Canal de la Mancha dirección Marsella, que será su puerto base y donde hará escala técnica.
MSF ha anunciado su decisión con los mismos argumentos que les llevaron a fletar el buque Aquarius en 2016: “la falta de una misión de rescate europea”, apuntalada por la retirada, el pasado marzo, de los buques de la Operación Sophia, la operación militar marítima de control del Mediterráneo. Sin embargo, el escenario se ha vuelto mucho más hostil contra las organizaciones que decidieron poner en marcha sus propias misiones de salvamento, y este es otro de los motivos que les han empujado a regresar. “Los intentos de las políticas migratorias para impedir la presencia de buques de salvamento, no han hecho otra cosa que aumentar las posibilidades de morir en el mar”, indica la organización.
“Volvemos al mar porque la gente se está muriendo. Volvemos al mar porque es ante todo un acto humanitario destinado a salvar vidas”, ha asegurado este lunes la presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF), Joanne Liu, en una rueda de prensa. En lo que va de año, al menos 426 personas han muerto en su intento de llegar de forma irregular a las costas italianas, según los datos más recientes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Este lunes, el principal valedor de la política italiana de puertos cerrados, el ministro del Interior Matteo Salvini, ha respondido a la decisión de MSF y SOS Méditerranée con su habitual retórica contra las ONG de rescate. “Se acerca un barco noruego de una ONG francesa: si alguien piensa en ayudar a los traficantes o en quebrantar las leyes, que tenga cuidado porque no nos quedaremos quietos”, ha dicho el líder ultraderechista en Twitter. El pasado viernes, varios expertos de la ONU pidieron en un comunicado conjunto a las autoridades italianas que detuvieran “de inmediato la criminalización de las operaciones de búsqueda y rescate”. “Rescatar a los migrantes en peligro en el mar no es un delito”, recalcaron.
Desde hace más de un año, Italia sigue negándose a recibir a los rescatados por las organizaciones humanitarias, lo que los deja durante días en el mar; la Guardia Costera italiana, que coordinaba los rescates, ha cedido esta labor a los cuestionados guardacostas libios; y las embarcaciones de las ONG se han visto forzadas a alejarse de la zona de rescate, algunas bloqueadas en puerto, otras obligadas a abandonar sus actividades por las restricciones.
De momento, solo el Open Arms, de la ONG catalana Proactiva Open Arms, permanece en el Mediterráneo central desafiando el bloqueo del Gobierno español, que amenaza con multas de hasta 901.000 euros si llevan a cabo tareas de rescate. Hasta hace unos días también estaba la nave Alan Kurdi, de la ONG alemana See Eye, que ahora permanece anclada en el puerto de Palma de Mallorca.
La UE, sin acuerdo para un mecanismo de desembarco
“Con muy pocos barcos de ONG en el Mediterráneo central, la Unión Europea ha eliminado los últimos vestigios de las operaciones de búsqueda y rescate. Mientras tanto, los buques comerciales se encuentran en una posición insostenible, atrapados entre la obligación de rescate y el riesgo de quedar varados en el mar durante semanas, debido al cierre de puertos italianos y a la incapacidad de los Estados de la UE para acordar un mecanismo de desembarco”, ha aseverado Liu.
La semana pasada, durante una reunión informal en Helsinki, los ministros del Interior de la Unión Europea no lograron alcanzar un acuerdo para poner en marcha un mecanismo temporal que permita agilizar el desembarco y la distribución posterior entre varios países de los migrantes socorridos en el Mediterráneo. Esta solución, reclamada por las ONG y Acnur, ha venido aplicándose de facto con pactos ad hoc entre distintos Estados para poner fin a situaciones estancadas durante días, con Malta como principal destino final.
Durante el encuentro europeo, Francia y Alemania pusieron encima de la mesa un plan temporal “hasta finales de año” con el fin de agilizar el desembarco de los rescatados en el Mediterráneo Central, según informaron a Europa Press fuentes diplomáticas. Este lunes, tras otra reunión en París, Emmanuel Macron ha anunciado que ocho países de la UE habían acordado participar en el mecanismo, aunque no especificó los Estados que se han sumado a la iniciativa.
En Helsinki, el plan francoalemán se había encontrado con la oposición de países como Italia, que exige que, junto a Malta, no sean los únicos países que abran sus puertos, pero también de España. De acuerdo con la Agencia Efe, España rechazó la propuesta al entender que se centraba en el Mediterráneo central y no incluía a todas las personas socorridas, tanto por barcos de ONG como por los buques públicos de cada Estado, como es el caso de Salvamento Marítimo.
Así, Médicos Sin Fronteras retoma las operaciones de rescate con la misma incógnita que lleva repitiéndose desde hace un año: cuál será el destino final de los supervivientes. El derecho marítimo internacional obliga a auxiliar vidas en peligro en el mar a toda embarcación que se las encuentre, pero también a desembarcarlas en un puerto seguro. “Lo único de lo que estamos seguros es de que no, no llevaremos a nadie a Libia”, ha afirmado este lunes Hassiba Hadj-Sahraoui, responsable de asuntos humanitarios de MSF.
Como el resto de ONG, la organización recuerda los abusos documentados que enfrentan los migrantes en el país vecino, que recibe apoyo financiero y técnico de la UE para controlar el flujo migratorio. “Para muchos hombres, mujeres y niños, el cruce mortal del Mediterráneo es la única esperanza para escapar de la pesadilla de las violaciones, la tortura y el trabajo forzoso al que están sujetos en Libia. Nuestros equipos trabajan en Libia y dan constantemente la voz de alarma sobre lo que les espera a los migrantes y refugiados interceptados en el mar y devueltos, pero los Gobiernos europeos continúan sin hacer caso”, recalca Liu.
La nueva embarcación que pone ahora rumbo al mar, dice MSF, está “totalmente equipada” para realizar operaciones de búsqueda y rescate con “cuatro botes de alta velocidad, así como una clínica médica con salas de consulta, triaje y recuperación”. Nueve y doce personas componen, respectivamente, los equipos de Médicos Sin Fronteras y SOS Méditerranée. En el Ocean Viking, de 69 metros de eslora, caben hasta 200 supervivientes. 200 personas que, tras subirse a su cubierta, habrán sobrevivido a la inmensidad de las aguas del Mediterráneo, en el que apenas quedan ojos que lo vigilen.