Decenas de vecinos se agolparon la semana pasada frente a un centro de migrantes en Los Nietos (Cartagena) contra seis argelinos que debían cumplir cuarentena preventiva a pesar de haber dado negativo en el test. Les gritaban “perros”, “maricones”, “hijos de puta”. Tenían, decían, “miedo al contagio”. En Fuerteventura, los bulos que relacionan coronavirus con inmigración irregular se han disparado en las últimas semanas. En Navalmoral de la Mata, los mensajes xenófobos expandidos en el pueblo han aumentado tras la difusión del origen de un pequeño brote.
No era “racismo”, sino “miedo al contagio”, defendía la asociación de vecinos de Los Nietos (Cartagena). Pero su temor al coronavirus estaba focalizado en ellos, en seis chavales argelinos, a pesar de que las medidas sanitarias aplicadas para prevenir casos importados a través de los flujos migratorios irregulares son más estrictas que las desarrolladas en las fronteras oficiales.
La propia cuarentena preventiva que desató la inquietud de los vecinos, así como los casos positivos de migrantes recién llegados que acaban saliendo a la luz, en realidad evidencian las mayores prevenciones incluidas en los protocolos de recepción de pateras en España ante la crisis sanitaria. Si los jóvenes argelinos van a cumplir el aislamiento durante 14 días es porque, a su llegada a puerto, las autoridades sanitarias realizaron pruebas diagnósticas a todos los ocupantes de su embarcación, una práctica activada por las comunidades autónomas que más entradas clandestinas reciben, pero descartada para los turistas.
El Gobierno no ha visto necesaria la realización de PCR a todos los viajeros que entren a España por la vía regular, ante la falta de capacidad de someter a pruebas diagnósticas a los miles de turistas que podrían llegar a España en los próximos meses. Tampoco lo recomiendan los expertos. Según el protocolo de Sanidad Exterior, quienes accedan a suelo español por los aeropuertos tendrán que contestar un cuestionario sobre su estado de salud, someterse a una revisión visual y no superar los 37,5 grados de fiebre. Las medidas de seguridad desarrolladas a pie de costa en la recepción de migrantes en situación irregular van más allá de estos tres controles.
Cuando una patera llega a las costas españolas, Cruz Roja es la encargada de realizar una primera revisión médica a todas las personas rescatadas. Las líneas de actuación establecidas por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, basadas en el protocolo elaborado por Sanidad Exterior, exigen que las personas que refieran síntomas compatibles con la COVID-19 sean sometidas a un test diagnóstico en el momento de su llegada. No obstante, las comunidades autónomas, con competencia en materia sanitaria, tienen la posibilidad de realizar pruebas a todos los migrantes que accedan a sus costas por la vía irregular.
Según ha confirmado eldiario.es, las comunidades que reciben mayor número de pateras -Canarias, Andalucía, Región de Murcia, Comunidad Valenciana y Baleares- someten a los recién llegados a algún tipo de test diagnóstico con el objetivo de hacer un cribado inicial para controlar posibles casos importados de coronavirus y sus contactos -los compañeros de viaje aunque estos den negativo-. El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades exige la realización de PCR a los migrantes que refieran síntomas, y abre la puerta a la posibilidad de extender dichas pruebas a todos los recién llegados debido a las características concretas de los centros donde suelen ser acogidos, donde muchas personas pueden acabar resultando contagiadas si no se realiza un seguimiento adecuado. Los gobiernos regionales han decidido dar ese paso.
En Murcia, por ejemplo, una vez que Salvamento Marítimo avista las pateras e identifica a los ocupantes, la institución “facilita un listado a las autoridades sanitarias a fin de que estas soliciten pruebas PCR”, que se realizan a todos los ocupantes, explica una portavoz de la Consejería de Salud, que ha elaborado un protocolo propio junto con la Delegación del Gobierno en la región. Un equipo del 061 lleva a cabo la toma de muestras en el mismo puerto y se remiten al laboratorio para resultados. “Los casos positivos se ingresan en el hospital de referencia para valoración y una vez realizada esta, se remiten a un hospital concertado en función de razones clínicas o sociales, a fin de que puedan guardar el aislamiento”, detallan las mismas fuentes.
Los casos negativos que hayan estado en contacto con los positivos seguirán la cuarentena establecida por la autoridad sanitaria, en plazas adaptadas por el sistema de atención humanitaria, dependiente del Ministerio de Inclusión. En caso de no contar con espacio suficiente, el Gobierno regional se encarga de encontrar un lugar adecuado para el aislamiento de estas personas. Islas Baleares, Comunidad Valenciana y Melilla también efectúan PCR de manera sistemática en cada nueva llegada clandestina.
En Canarias, donde las llegadas de migrantes han experimentado este año un incremento de más del 400% con respecto al año pasado, su Gobierno fue pionero en decidir realizar pruebas PCR a todos los ocupantes de las pateras. Los test permitieron identificar un brote en una conservera de El Aaiún, ciudad del Sáhara Occidental ocupada por Marruecos, desde donde suelen partir embarcaciones hacia las islas. Una vez que ha dejado de ser obligatoria la cuarentena de 14 días para todas las personas provenientes del extranjero, el Gobierno canario asegura “estar pendiente de la posible modificación del protocolo” en relación al aislamiento de los recién llegados. Es decir, para decidir si continuará confinando a todos los recién llegados, o solo a los positivos y sus contactos.
Andalucía es la única comunidad autónoma que, por el momento, no realiza PCR de manera sistemática a todas las personas arribadas a sus costas. Su protocolo marca la realización de esta prueba a los casos sospechosos, mientras que para los asintomáticos “se le ofrecerá realizar un cribado mediante test rápido serológico”. Aquellos migrantes que dan positivo en este examen, serán sometidos a PCR.
Cuarentenas incluso para negativos sin contactos en algunas ONG
Una vez ejecutado el cribado de posibles casos importados en las distintas comunidades autónomas, cada una con sus protocolos, los migrantes que han dado negativo en los test y no han tenido contacto con un caso positivo, también son integrados en el sistema de acogida estatal, dependiente de la Secretaría de Estado de Migraciones y gestionado por ONG. A pesar de no ser sospechosos de COVID-19, cada organización puede imponer medidas sanitarias extra a las estipuladas en los protocolos. CEPAIM, por ejemplo, ha decidido mantener la recomendación de cuarentena para todas las personas acogidas tras su llegada en patera, aunque las autoridades sanitarias no hayan solicitado su aislamiento de manera oficial.
“Para reforzar el cuidado de las personas, están haciendo cuarentena todas las personas que llegan a costa recibidas por CEPAIM, con todas las medidas higiénicas y de seguridad y las normas específicas de cada comunidad autónoma”, confirman desde la organización que gestiona varios pisos de acogida en distintos puntos de España. Una portavoz de la ONG recuerda que sus las personas “no están encerradas” en sus dispositivos, sino que sus trabajadores “proporcionan la información y realizan las recomendaciones concretas en su idioma” para que “entiendan la situación sanitaria por la que estamos pasando”. Por su parte, Accem no suele establecer el aislamiento en aquellos casos negativos y sin contactos, salvo determinadas excepciones ante casos “dudosos”. “Las ONG cuentan con espacios reservados para aislamiento en caso de precisarlo o en caso de que una persona necesitase cuarentena porque así lo estime la autoridad sanitaria de la Comunidad Autónoma, competente en la materia”, apuntan fuentes de la Secretaría de Estado de Migraciones.
“Las entidades con las que colaboramos en nuestro sistema de acogida tienen sus propios protocolos, de exhaustivo seguimiento y basado en la trazabilidad de los contactos mantenidos con cada persona acogida, además de la coordinación interinstitucional”, detallan fuentes de la Secretaría de Estado de Migraciones. Desde la OMS matizan que, pese a las pautas y recomendaciones, “no se deben imponer medidas injustificadas con respecto a las pruebas, los exámenes sanitarios y la cuarentena a los refugiados y migrantes”.
Interior: “Solo puede haber voluntad xenófoba”
A pesar de las medidas de seguridad aplicadas, muchos mensajes xenófobos han convertido en chivo expiatorio del coronavirus a los migrantes en situación irregular, al igual que ocurrió al inicio del brote con la población asiática y, durante la peor parte de la crisis sanitaria, con las personas de etnia gitana. A finales de mes, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, mostró su preocupación sobre la vinculación de rebrotes con inmigración clandestina.
“Solo puede tener una voluntad xenófoba”, afirmó el responsable de Interior. “Adolece de realidad, de verdad, me preocupa porque solo pueden tener una voluntad xenófoba que debemos combatir, combatimos el virus y también tenemos que combatir esos discursos de odio que subyacen a algunos comentarios al respecto”, señaló en declaraciones recogidas por Europa Press.
Desde SOS Racismo Madrid alertan del racismo que empuja está detrás de las reacciones surgidas tras cada caso positivo detectado en una persona migrante. “En esta situación hay claramente un componente racista, una mirada inferiorizante que ve a la persona migrante como foco de infección y de contagio, sin siquiera tomar en cuenta que a muchas de las personas migrantes se les han hecho pruebas y han dado negativo. O que en sus países de origen tiene menos personas contagiadas que España”, recuerda Paula Guerra, presidenta de la organización.
El uso de los inmigrantes como chivo expiatorio no es un nuevo fenómeno surgido en esta pandemia, recuerda Juan Ayllon Barasoain, profesor de Salud Pública en la Universidad de Burdos. “Como en todas las epidemias se están repitiendo patrones de siempre: echar la culpa de esto a alguien; y ese alguien no somos nosotros. Son ‘los otros’, los gitanos, los extranjeros. No los ricos, sino los pobres”, cuestiona el especialista.