La madre de la niña maliense fallecida en Canarias pasó varios días en un campamento policial mientras su hija estaba en la UCI

La madre de la niña maliense que llegó en parada cardiorrespiratoria a Gran Canaria y falleció este domingo en un hospital de la isla pasó varias noches tras el traumático viaje encerrada en el Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de Barranco Seco, un campamento policial que carece de apoyo psicológico y cuyas condiciones han sido criticadas por el Defensor del Pueblo, según confirman a elDiario.es dos médicos del Servicio Canario de Salud que la atendieron en estas instalaciones y la Cruz Roja. Mientras la mujer estaba alojada bajo las lonas de las instalaciones donde los migrantes son identificados durante un máximo de 72 horas, su hija estaba luchando por su vida en el hospital. Las gestiones de un grupo de sanitarios permitieron identificar in extremis la relación entre ambas y “la madre pudo despedirse de su hija”.

Aunque la Policía Nacional no confirma que por sus instalaciones haya pasado la madre de la niña fallecida, deja la puerta abierta a que haya podido ocurrir: “Un grupo de mujeres fue llevado al hospital, pero otro permaneció en Barranco Seco hasta el pasado jueves”. La Cruz Roja recogió a esta mujer del campamento policial “el pasado viernes” para trasladarla a un centro de acogida, según un portavoz de la institución humanitaria. La menor falleció el domingo.

El equipo sanitario encargado de atender a los migrantes en Gran Canaria acudió varios días de la semana pasada al Centro de Atención Temporal de Extranjeros de Barranco Seco para comprobar el estado de salud de las personas que no requirieron ser hospitalizadas tras su desembarco en el puerto de Arguineguín el 17 de marzo, cuando una patera fue rescatada con 52 personas. Entre ellas, seis menores, dos mujeres y dos hombres tuvieron que ser evacuados de urgencia a dos hospitales ante su mal estado de salud. En el grupo de las personas atendidas en el campamento policial, una mujer activó sus alertas: “Nos dijo que estaba buscando a su hija”, dice uno de los doctores movilizados aquel día.

Su niña tenía dos años y era maliense. Murió en el Hospital Universitario Materno Infantil de Gran Canaria cinco días después de ser rescatada a bordo de la patera en la que viajaba con su madre y su hermana. Su nombre no ha trascendido: no se llamaba realmente Nabody como informaron fuentes sanitarias a algunos medios de comunicación, según ha confirmado el Hospital Universitario Materno Infantil de Gran Canaria. En lo que llevamos de 2021, han muerto 29 personas en la ruta migratoria atlántica, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

La menor fue rescatada durante la noche del pasado martes por Salvamento Marítimo después de pasar cuatro o cinco días en el mar. En su barca viajaban nueve menores, 29 mujeres y 14 hombres. Cuando fue desembarcada en el puerto de Arguineguín, la niña maliense estaba en parada cardiorrespiratoria, lo que obligó a Paula y Miguel, dos enfermeros de Cruz Roja, a practicarle la maniobra de reanimación sobre el mismo suelo del muelle.

Un operativo “caótico” ante la gravedad de los recién llegados

Los médicos explican que la gravedad de las circunstancias en las que llegó esta patera impidieron detectar en un primer momento que la menor venía acompañada de su madre, como tratan de hacer en cada operativo tanto el Servicio Canario de Salud como la Cruz Roja. “En otras ocasiones hemos criticado la separación de madres e hijos, pero en esta las autoridades no sabían que era su madre. Nosotros no detectamos en el puerto que lo era. La situación en la que llegó esta patera, con pacientes que estaban muy mal, dificultó que pudiésemos saber quiénes venían acompañados, como en otras ocasiones”, dice uno de los médicos que se encontró con la madre de la pequeña en Barranco Seco días antes del fallecimiento de la menor. “A nosotros nos costó saber que era la madre de esa niña. Lo tuvimos que investigar”. Las fuentes consultadas recuerdan también el posible estado de shock en el que podría encontrarse su madre durante las primeras horas en tierra.

Desde que confirmaron que era la madre de una de las pequeñas ingresadas en la Unidad de Medicina Intensiva, la más grave, “se intentó gestionar todo para conseguir que estuviesen juntas” y se logró agilizar su salida del campamento policial, explica el sanitario. Su relato coincide con el de otro de los pediatras que forman parte de este equipo de intervención, quien fue el encargado de comunicar a la mujer que su hija se encontraba en el hospital: “Yo hablé allí [en Barranco Seco] con ella y le comuniqué lo grave que estaba su hija”. Cuando quedó en libertad, la mujer maliense pudo acudir al hospital y despedirse de su bebé.

“Todas las madres deberían ingresar con los niños siempre que la salud de las madres lo permita. Ese día fue caótico. Las madres tampoco estaban en condiciones óptimas, algunas estaban en shock, había muchos niños...”, insiste este segundo sanitario. “Nos ha costado mucho enlazar madres y niños. Llegaron niños muy pequeños en la misma patera, muchos suficientemente pequeños para que no dijesen el nombre de sus madres”, sostiene el médico. Según la Consejería de Sanidad del Gobierno Canario, su protocolo establece que los menores no deben ser separados de sus progenitores en caso de hospitalización.

Iñigo Vila, director de Emergencias de Cruz Roja, describe la dificultad del dispositivo desplegado en el puerto el pasado martes. “Fue muy complicado, habitualmente no llegan embarcaciones con tantas personas en tan malas condiciones. Aunque habitualmente, los voluntarios y trabajadores de la institución se toman un tiempo para elaborar el triaje tanto sanitario como social, que en el caso de los menores incluye identificar si viajan solos o acompañados, este día fue diferente: ”Teníamos unos minutos para actuar. En una intervención normal, llega la embarcación y sigues unos procesos ordenados. Pero si tienes 20 personas deshidratadas, con hipotermia, las prioridades son otras, porque lo primero es salvarles la vida“.

Exigen un protocolo más claro

La activista Helena Maleno considera que, más allá de esas circunstancias particulares, la falta de protocolos claros establecidos por las autoridades ante tragedias migratorias ha provocado que la madre de la niña fallecida estuviese bajo custodia policial días antes de su muerte.

“¿Por qué no se aplican protocolos claros? ¿Por qué se tarda en saber si una madre o un pariente va con un niño que llega en patera? ¿Pasaría lo mismo si es un accidente de autobús?”, se pregunta Helena Maleno, fundadora de Caminando Fronteras. “Es un sistema que destroza los derechos de la infancia migrante, de los hijos y las madres. Es un sistema de vergüenza. Tendrían que cesar a los responsables de que esta madre no haya podido estar con su hija, aunque la hayan buscado para que se despida de ella”, sostiene la activista. Su colectivo lleva años pidiendo la aplicación del protocolo nacional en sucesos con víctimas múltiples, un dispositivo que, aunque suele aplicarse para coordinar la actuación de las diferentes instituciones implicadas en la respuesta ante tragedias con varias víctimas, no se aplica en caso de naufragio.

“Lo hemos pedido muchas veces y lo seguiremos pidiendo: no a los protocolos de extranjería en estos casos, sino protocolos de tragedias de víctimas múltiples. No a la separación de las madres y sus hijas”, exige Maleno.

La activista recuerda el momento en que recibió una llamada el lunes de la semana pasada en la que advertían de la barca en peligro en la que viajaba la pequeña fallecida. Al otro lado del teléfono no estaban los ocupantes de la patera, sino algunos de sus familiares que pedían socorro desde Marruecos. “Habían salido el sábado desde Dajla. Llegaron casi a tierra por sus propios medios. Desde el lunes habíamos avisado, pero el avión no los vio. Necesitamos más medios para los rescates para que no tarden tanto y críos como estos se puedan salvar”, solicita la portavoz de Caminando Fronteras, que cuenta con un sistema de alerta de pateras en peligro.