Olivier De Schutter (Ixelles, 1968) expresa con firmeza cada palabra. Su función como relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza es aconsejar a los gobiernos como experto independiente en la Asamblea General y en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Un trabajo que, como voluntario, ha venido haciendo desde 2020 y que combina con otras responsabilidades políticas y educativas: es uno de los candidatos al Parlamento Europeo por el partido belga verde, Ecolo, así como catedrático de derecho internacional en la Universidad de Lovaina, en Bélgica, y en Sciences Po, en París.
De Schutter atendió a elDiario.es en el contexto del V Congreso Europeo contra la Pobreza, celebrado la semana pasada en Madrid. Además de mostrarse muy preocupado por el previsible auge de la extrema derecha en las elecciones europeas del próximo 9 de junio, el relator dice que, en lo relativo a Gaza, no cree que la UE y los países miembros “estén haciendo lo suficiente”.
¿Cómo llega la Unión Europea a las urnas? ¿Está preparada para mitigar la desigualdad económica o las consecuencias del cambio climático?
Estoy muy preocupado. En primer lugar, porque hay un auge de la extrema derecha en todos los países, incluida España. La ciudadanía está afligida, se siente insegura económicamente, y vota a partidos que hacen promesas falsas. Y por eso, la mejor respuesta, es proporcionar una mayor seguridad de ingresos y unos servicios públicos que funcionen bien. De lo contrario, la gente expresará su frustración votando a un partido como Vox en España, Agrupación Nacional en Francia o Hermanos de Italia en Italia.
La segunda razón por la que estoy preocupado es porque estamos entrando en una fase en la que se adoptarán nuevas medidas de austeridad en toda Europa. La deuda pública ha aumentado en muchos países y los Estados han intentado responder a la pandemia de COVID-19 gastando mucho dinero. Y, por desgracia, las políticas de austeridad significan que habrá menos dinero para educación, para sanidad, para vivienda, para protección social… En este contexto, Europa y los políticos serán los chivos expiatorios. Me preocupa que estemos imponiendo esta austeridad justo en el momento en que necesitamos no menos, sino más inversión pública, sobre todo para preparar la transición ecológica.
¿Es la peor Europa de las últimas décadas?
Estamos en un momento en el que necesitamos hacer inversiones. Sobre todo, en energías renovables, renovación de viviendas e inversión en transporte público. Todo lo que contribuya a la agenda ecológica. Pero no hay dinero para hacerlo. Y como resultado, la crisis ecológica y social puede empeorar. La impaciencia de la población ante la inacción de los políticos irá en aumento.
Entonces, ¿cuáles deben de ser las prioridades del nuevo Parlamento Europeo?
Uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan los gobiernos es que compiten para atraer inversiones y se enfrentan a una competencia fiscal. En Europa, todavía tenemos paraísos fiscales y países que tienen una fiscalidad muy baja sobre la renta de las empresas. Por ejemplo, en siete Estados miembros no se gravan las herencias. Los hijos pueden heredar de sus padres sin que se les aplique ningún impuesto. Eso es un problema en un país como España, donde el Gobierno de Pedro Sánchez aplicó en diciembre de 2022 un impuesto excepcional de solidaridad a los hogares con grandes patrimonios. Esto es un riesgo porque muchos países no tienen impuestos sobre la riqueza. Y, como resultado, crecen las probabilidades de que estos hogares se domicilien en otro lugar.
La ciudadanía europea está afligida, se siente insegura económicamente, y vota a partidos que hacen promesas falsas
Las prioridades del nuevo Parlamento Europeo deberían ser la armonización fiscal y poner fin a esa carrera a la baja en materia fiscal. Es una recomendación que ya hice en un informe sobre la UE en 2021.
Sus propuestas giran principalmente en torno a los impuestos y la economía. ¿Cómo pueden ayudar a reducir los índices de pobreza en Europa?
La forma habitual de abordar la pobreza es a través de una secuencia en tres partes: hacemos crecer la economía, gravamos a las empresas y a los hogares ricos, y luego, redistribuimos en forma de servicios públicos y protección social. Ese enfoque de impuestos y transferencias para combatir la pobreza es importante conservarlo, pero ya no es suficiente. Debemos construir una economía más inclusiva que garantice oportunidades reales para todos, por ejemplo, a través de la lucha contra la discriminación por motivos de pobreza. Lo que en España se llama aporofobia. Es una de las principales razones por las que las personas en situación de pobreza no tienen acceso al empleo, a la vivienda o a buenas oportunidades educativas.
En el contexto regional, ¿qué impacto ha tenido y tiene la guerra de Ucrania en la economía y, consecuentemente, en la desigualdad y la pobreza extrema?
El conflicto en Ucrania llevó a un aumento del precio de la energía y los alimentos. Esto se debe principalmente a la especulación en el mercado de la energía y en los mercados agrícolas. Por lo tanto, las tasas de inflación han sido muy altas y no todos los gobiernos han sido capaces de proteger a sus ciudadanos. El resultado de esta inflación es que los bancos centrales, incluido el Banco Central Europeo, han tenido que subir los tipos de interés.
Eso significa, en primer lugar, que la deuda pública es más cara de reembolsar para los gobiernos y, por lo tanto, están desfinanciando los servicios públicos porque la deuda es más cara de devolver. En segundo lugar, que las empresas invierten menos porque no pueden endeudarse a un precio asequible debido a unos tipos de interés más altos. Y, en tercer lugar, los hogares muy endeudados están en crisis porque no pueden hacer frente al nivel de deuda que tienen, sobre todo aquellos que tienen que pagar la hipoteca.
Me temo que lo peor está aún por llegar. Si más empresas se declaran en quiebra debido a los elevados tipos de interés, despedirán a trabajadores y, como consecuencia, el desempleo seguirá aumentando.
¿Hay otras consecuencias?
Sí. Ahora se anima a los Estados a destinar más dinero a financiar la defensa. La OTAN insiste en que los gobiernos gasten el 2% del PIB en defensa. Pocos países lo están haciendo y para muchos implicará duplicar el gasto en el Ejército. Es increíblemente problemático porque es dinero que no se gasta en vivienda social, en sanidad o en educación. Me preocupa enormemente que se estén desviando recursos escasos hacia fines que no son progresistas por naturaleza.
En Gaza, la situación es crítica. ¿Qué responsabilidad tiene, o debería tener, la Unión Europea?
Los países europeos y la propia UE tienen el deber de presionar a todos los gobiernos que no cumplan el derecho internacional humanitario. No es una opción política. Es una obligación legal. La UE podría hacer más para presionar a Israel y a Hamás para que cumplan el derecho internacional. Deben utilizar todos los medios compatibles con la Carta de la ONU para presionar a ambas partes.
No creo que la UE y los Estados miembros estén haciendo lo suficiente, aunque debo reconocer el hecho de que el Gobierno de España, con Pedro Sánchez a la cabeza, haya sido muy explícito sobre la necesidad de que se cumpla el derecho internacional humanitario. Aun así, es vergonzoso que seamos incapaces de impedir un genocidio en ciernes.
Naciones Unidas está en jaque mate a causa del bloqueo de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. ¿Hay algo más qué pueda hacer para aliviar la situación en Gaza?
¿Qué más puede hacer la ONU? La Corte Internacional de Justicia se ha pronunciado y el fiscal de la Corte Penal Internacional ya ha solicitado a sus jueces órdenes de detención para procesar a los dirigentes que, en su opinión, están cometiendo crímenes de guerra. Poco puede hacer la ONU. Ahora corresponde a los Estados miembros actuar para apoyar a la Corte Penal Internacional y a la Corte Internacional de Justicia.
¿Qué quedará de Gaza cuando termine la invasión israelí?
Es difícil anticipar cuál puede ser el resultado. Si nos fijamos en lo que ocurrió en Líbano o en Jordania, hacia donde huyeron muchos palestinos en 1948 y 1967, respectivamente, no ayudó a que ambos países mantuvieran un equilibrio. No creo que Egipto esté dispuesto a acoger a 1,2 millones de gazatíes en su territorio. Por tanto, es esencial que se permita regresar a los gazatíes a sus hogares y reconstruir Gaza. Me temo que esta no parece ser la intención del Gobierno israelí.
La UE podría hacer más para presionar a Israel y a Hamás para que cumplan el derecho internacional
Otro de los grandes retos es el calentamiento global. El sur global está experimentando grandes adversidades climáticas, a pesar de ser la región que menos contamina.
Los trastornos climáticos afectan a todos los países. Está afectando a España con una crisis de agua sin precedentes en Catalunya, ha afectado a Bélgica y Alemania con enormes inundaciones en julio de 2021 y en toda Europa hay agricultores que se quejan del impacto de las sequías y de la dificultad de planificar la producción porque ya no saben cuándo plantar dada la imprevisibilidad de los fenómenos meteorológicos. No se limita simplemente al sur global.
Aun así, tenemos que trabajar en la aceleración de la transferencia de tecnologías que permitan al sur global producir de forma que no empeoren las emisiones de gases de efecto invernadero en el sur global. Tienen derecho a desarrollarse. Tienen derecho a construir industrias y a producir algo más que materias primas. Pero para hacerlo, sin empeorar la situación climática, necesitan un apoyo mucho mayor.
¿Hay una relación directa entre pobreza y cambio climático?
Está claro que existe esa relación. Una vez que las personas se ven obligadas a abandonar su lugar de residencia porque tienen que huir de una sequía, se vuelven totalmente dependientes de las ayudas humanitarias. Es fundamental que se preste apoyo a tiempo para que las poblaciones no tengan que marcharse y puedan reconstruir sus medios de subsistencia. Pero, una vez que tienen que desplazarse, llegan los conflictos. Por ejemplo, entre pastores y agricultores.
Lo que realmente me preocupa es la relación entre el cambio climático y los conflictos. Estuve en el oeste de Siria, en la parte kurda, en septiembre de 2010, cinco años después de una grave sequía. Las poblaciones habían emigrado de esa zona del país hasta Alepo, Damasco y Homs. Recuerdo decirle al Gobierno en septiembre de 2010: “Miren, tienen una crisis entre manos, la gente ha emigrado del noreste de Siria. Ahora están sobrecargando los servicios públicos en las otras tres ciudades y la población local ve que el precio de la vivienda aumenta, los servicios públicos están desbordados y se sienten abandonados por el Gobierno”. ¿Sabes qué respuesta obtuve? “No te preocupes, las cosas están bajo control”. Seis meses después, empezaron los disturbios en Homs y una guerra civil que duró 12 años.
Si más empresas se declaran en quiebra debido a los elevados tipos de interés, despedirán a trabajadores y, como consecuencia, el desempleo seguirá aumentando
La lección es, en primer lugar, que las perturbaciones climáticas están relacionadas con el aumento del extremismo y de los conflictos. En segundo lugar, que, los gobiernos totalitarios que descuidan las libertades civiles, que no respetan la libertad de expresión, son gobiernos muy mal informados. Son gobiernos que no comprenden la creciente impaciencia de las poblaciones.
Esta es una pregunta muy aventurada, pero ¿cuál es su previsión sobre la situación de la extrema pobreza y los derechos humanos en los próximos años?
Es muy probable que empeore. No solo por la relación entre cambio climático y la pobreza, sino también porque cada vez más países son incapaces de prestar servicios públicos básicos a la población debido a la deuda. 3.300 millones de personas viven hoy en países que dedican al servicio de la deuda externa más de lo que pueden gastar. Por desgracia, hay más razones para ser pesimistas que para ser optimistas.