Una buena noticia, una oportunidad, un reconocimiento importante. El balance en el que coinciden las ONG y especialistas consultadas por el diario.es sobre el Pacto Mundial para la Migración aprobado por la mayoría de países de la ONU en Marrakech suele venir precedido de un matiz de carga simbólica que explica, en gran medida, por qué lo consideran positivo: el contexto de avance del discurso xenófobo en el que ve la luz. El acuerdo, no vinculante, ha establecido el primer marco de coordinación internacional que pretende “facilitar una migración segura, ordenada y regular”.
“Es menos ambicioso de lo que sería deseable porque va a depender mucho de la voluntad de los países, pero es importante por su significado político: frente a la corriente de discursos racistas se ha lanzado un mensaje de que la migración es un fenómeno que ha existido siempre y debe ser gestionado, y que no es un problema”, sostiene Álvarez, responsable de Investigación y Política Interior de Amnistía Internacional España.
Sin embargo, como el resto de expertas consultadas, Álvarez coincide en subrayar que se trata de un acuerdo “de mínimos” basado en las convenciones internacionales de derechos humanos aprobadas hace décadas y a menudo incumplidas. “Deberíamos haber avanzado muchísimo más. Es de mínimos porque, desgraciadamente, tenemos que seguir recordando que las personas migrantes son personas con derechos. Es una pena que en el contexto actual tengamos que recordar lo conseguido y no podamos seguir avanzando: lo importante es que no se siga expandiendo la visión pesimista y se impongan los discursos de odio”.
Apagados los focos de la cumbre, que ha concluido este martes, empieza la puesta en práctica. Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies, destaca que se haya puesto sobre la mesa la “mejora de la coordinación” entre los países para gestionar los flujos migratorios, pero insiste en que el documento no obliga jurídicamente a los Estados a cumplir los 23 objetivos a los que se comprometen. “Está bien como ejercicio, pero ya está. Es declarativo. Por eso es sorprendente que muchos países de la UE hayan estado en contra de un pacto que no les obliga a nada cuando la soberanía nacional, en otras cosas, la tienen muy cedida a la Unión”, apunta, en referencia a Estados miembro como Polonia, Hungría, Italia y Austria, que, como EEUU, se han desmarcado del acuerdo.
El texto incorpora medidas de protección y empoderamiento de los migrantes o la puesta en marcha de operaciones de rescate para salvar vidas, pero también incluye acciones enfocadas a aumentar el control fronterizo o la cooperación internacional en los retornos. Por esta razón, desde Oxfam Intermón, que aplaude el acuerdo y lo considera un instrumento sobre el que la sociedad civil puede defender sus propuestas específicas en política migratoria, también se muestran preocupados por que la lista de compromisos se convierta en una suerte de “menú” en el que los países puedan elegir “qué priorizar”.
“Está el riesgo de que al final nada cambie porque se siga apostando por el control fronterizo y el enfoque de seguridad con la excusa de la lucha contra la inmigración irregular y no se combine con la protección de las personas: es fundamental que todos los objetivos coloquen a las personas en el centro y que las voces de los migrantes estén presentes en las políticas que les afecten”, opina Eva Garzón, responsable de Desplazamiento Global de la ONG.
En la misma línea se expresa Álvarez, de AI. “La deriva en la que estamos, donde los propios países, entre ellos España, priman el control migratorio frente a todo, nos hace tener miedo de que el pacto no se cumpla, pero en este contexto hay que verlo como una oportunidad de que se puede hacer de otra manera”, sostiene la experta. E insiste: “Es importante que haya rutas legales, seguras y ordenadas pero no puede servir de excusa para cerrar las fronteras a quienes huyen de violaciones de derechos porque no se hayan salido de la forma establecida”.
A las dudas sobre su cumplimiento se suman los interrogantes más repetidos en los últimos días: ¿Y ahora qué? ¿Cómo se van a poner los Estados a trabajar? “Al ser un marco declarativo absolutamente voluntario, le faltan cosas. Por un lado, indicadores de seguimiento. Por otro: ¿Esto cómo lo operativizamos? ¿Qué quiere decir, por ejemplo, poner en valor las remesas? Ahora que superamos la primera prueba, hay que ver si avanza o se queda en una confirmación de voluntades”, ejemplifica Pinyol.
“Es más el principio que el final de un camino. Ahora como sociedad civil nos corresponde organizarnos sobre las propuestas para cumplir el pacto. Por ejemplo, de forma urgente, hay que desmilitarizar el enfoque migratorio y empezar a crear vías legales y seguras como poder solicitar asilo desde las embajadas o los visados humanitarios”, cuenta, por su parte, Garzón.
“Es incompatible con las devoluciones en caliente”
Este lunes, un desfile de líderes y representantes de decenas de países escenificaban su apoyo al pacto en Marruecos, país anfitrión de la cumbre sobre el que pesan numerosas denuncias por el trato a las personas migrantes que tratan de llegar a Europa, como las redadas y los traslados iniciados este verano tras la promesa de fondos europeos.
“Marruecos es África y, dentro de las negociaciones, los países latinoamericanos y africanos han querido que este pacto saliese adelante. A Marruecos le exigimos lo mismo: que pase a las palabras a los hechos y sean consecuentes con la celebración de la cumbre y revisen a políticas migratorias”, comenta Álvarez. “Marruecos es uno de los muchos países que tienen que elaborar una política integral, no solo de gendarme de fronteras. Si esto sirve para inspirar, bienvenido sea”, apunta Pinyol.
Entre los asistentes, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, acudía para dar su respaldo rotundo al acuerdo. Las organizaciones consultadas valoran positivamente la postura del Ejecutivo, pero piden que esta defensa se traduzca en un giro en las políticas migratorias. “Este interés por gestionar la migración es completamente incompatible con las devoluciones en caliente en Ceuta y Melilla, las expulsiones exprés o negarse a firmar los convenios de la OIT sobre trabajadores migrantes pendientes de ratificar”, apunta la responsable de AI.
En este sentido, Red Acoge recalca en un comunicado que, tras la firma de este Pacto, España “no puede negar el auxilio a ninguna embarcación que se encuentre en peligro en alta mar”, en referencia al caso del pesquero español que hace unas semanas rescató a 12 personas frente a las costas de Libia a las que el Gobierno trató de devolver.
“Tampoco puede mantener un acuerdo bilateral como el que tiene firmado con Marruecos”, incide la ONG, que pide “poner fin a una política de fortalecimiento [de las relaciones con Marruecos] dirigida a la contención de todas aquellas personas que quieren llegar a los países europeos” o el cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE). A través de la rúbrica del acuerdo, los Estados, entre ellos el español, se comprometen a acudir a la detención de migrantes solo como “medida de último recurso”.
Tras el fin de la cumbre, las ONG adelantan que van a estar vigilantes: “Esperamos que no se quede solo en un gesto”.