Dobles estándares
Dan Pallota es un personaje. Emprendedor y activista estadounidense, gay y padre de trillizos, provocador, Pallota cambió para siempre el panorama de la recaudación de fondos para causas sociales en todo el mundo. No sin polémica.
Pallota estudió en Harvard. Allí fue presidente del Comité de Acción contra el Hambre de la universidad. Ante un problema tan grande como el del hambre, a Pallota le frustraba lo poco que conseguían recaudar los eventos de captación de fondos. Así que convenció a 30 compañeros de clase para cruzar EEUU en bicicleta y recaudar fondos contra el hambre. Consiguieron 80.000 dólares para Oxfam.
Unos años después, Dan decidió combinar sus capacidades para el marketing, la captación de fondos, la motivación y la movilización, y organizó una gran marcha ciclista de San Francisco a Los Angeles. El objetivo: recaudar fondos para la lucha contra el sida. Le presentó la idea a un centro LGTB de Los Angeles y éste decidió invertir 50.000 dólares de capital riesgo en la aventura. Pallota consiguió otros 100.000 a través del patrocinio de la ginebra Tanqueray. Y así nació la primera AIDS Ride.
Con ella, Pallota rompió muchos mitos. El primero: en este evento no podía participar cualquiera. Era necesario que cada participante recaudase al menos 2.000 dólares para poder participar en la marcha. Segundo: Pallota lo difundió a lo grande, con una campaña de marketing a todo trapo por toda la ciudad. Al final, participaron casi 500 personas, y cada una de ellas recaudó una media de casi 3.000 dólares. En total se recaudaron 1,5 millones. Descontados los gastos, algo más de un millón fue limpio a financiar la clínica contra el sida del centro LGTB de Los Angeles. Jamás la primera edición de un evento contra el sida había conseguido recaudar esa cifra. Tras el éxito de esta experiencia, en los dos años siguientes las marchas ciclistas contra el sida se extendieron a nueve ciudades en EEUU. En nueve años, estas marchas consiguieron, limpios, más de 90 millones de dólares para diferentes organizaciones de lucha contra el sida.
Con el éxito de las AIDS Rides, Pallota, a través de su empresa Pallota Teamworks, extendió el modelo, creando las caminatas de tres días contra el cáncer de mama, patrocinadas por Avon y que recaudaban dinero para la Fundación Avon contra el cáncer de mama (en cinco años recaudaron, limpios, casi 200 millones de dólares). Después vinieron las marchas nocturnas para la prevención del suicidio y las marchas ciclistas por la vacuna del sida.
El éxito fue tal que incluso la Universidad de Harvard realizó un estudio de caso sobre la empresa de Pallota. En nueve años Pallota consiguió recaudar a través de estos eventos un total de 580 millones de dólares, que quedaron en algo más de 300 tras descontar los gastos y la tarifa de la empresa de Pallota.
Pero con el éxito llegaron también las críticas: desde las cantidades que cobraba Pallota Teamworks por organizar los eventos, a su propio sueldo (que superaba los 300.000 dólares al año) pasando por el coste de la nueva sede de la empresa. Alguna de las ONG con las que trabajaba le abandonaron, acusando a la empresa de Pallota de quedarse con demasiado de lo recaudado.
A pesar de ello, en 2002 la empresa estaba en su mejor momento. Más de 300 empleados, recaudando más de 150 millones de euros al año. Pero en ese momento Avon le comunicó que no quería seguir organizando las Caminatas contra el Cáncer de Mama con su empresa, y empezó a organizarlas con otra. Pallota no consiguió ninguna otra ONG que se atreviese a competir contra Avon. Unas semanas después, Pallota Teamworks cerraba para siempre.
En 2009, Pallota publicó su libro “Uncharitable: cómo las restricciones en las organizaciones sin ánimo de lucro socavan su potencial”. El punto de partida es provocador: los dobles estándares que aplicamos al sector privado y a las ONG tienen gran parte de la culpa de que las ONG no tengan suficientes medios para abordar los enormes problemas contra los que luchan. Para algunos, el libro debería ser el nuevo manifiesto de las ONG. Para otros es casi blasfemo, entre otras cosas por plantear que las entidades sin ánimo de lucro deben asumir ciertos comportamientos muy propios del sistema capitalista. Retador, en cualquier caso.
Pero si no os lo queréis leer, hace unas semanas Dan Pallota dió una TED Talk en la que resume los planteamientos de su libro. Véanla, no les dejará indiferentes. En ella Pallota plantea cinco cuestiones que de una forma u otra me han rondado muchas veces la cabeza durante los años que trabajé en diferentes ONG:
- La compensación de los trabajadores. ¿Por qué no cuestionamos, por ejemplo, que gane mucho dinero quien diseña un videojuego pero nos parece mal que se pague bien a quien dedica su vida a ayudar a los otros? Para Pallota, esto obliga a gente inteligente y con grandes capacidades a renunciar a mucho dinero si quieren dedicar esas capacidades a ayudar a las demás.
- La publicidad y el marketing. Prácticamente todas las marcas de los productos que consumimos destinan mucho dinero a hacer publicidad para vender más productos y ganar más dinero. Pero no nos gustaría nada saber que nuestro donativo a una ONG se ha invertido en publicidad, y no en un proyecto en África ¿verdad? Pero sin invertir en publicidad y marketing, ¿cómo van a conseguir más dinero para ayudar a los que la necesitan?
- El riesgo. Si Disney invierte cientos de millones en una película que resulta ser un desastre, nadie se echa las manos a la cabeza. Pero si una ONG invierte mucho dinero en un evento de captación y se sabe que no ha conseguido un gran retorno, está perdida. Así que en muchas ONG nadie se atreve a arriesgar. Sin riesgo, no hay innovación. Y sin innovación, no hay éxito.
- Tiempo. ¿Nos imaginamos una ONG que esté construyendo un gran proyecto de cambio durante varios años y en ese tiempo no esté destinando dinero a las personas que lo necesitan? Empresas como Amazon sí lo han hecho, y ha valido la pena.
- Beneficios. El sector sin ánimo de lucro no puede tener beneficio. ¿Cómo entonces va a poder invertir y ganar dinero para crecer y ayudar a más gente?
Su conclusión es que si las ONG no pueden pagar para traerse talento del sector privado, no pueden gastar grandes sumas en marketing, no pueden asumir grandes riesgos, y no tienen un sistema para invertir y ganar dinero ¿cómo van a poder abordar en serio los grandes problemas del mundo? Por eso mientras las grandes empresas siguen creciendo, las ONG siguen igual de pequeñas.
Para Pallota, el error es confundir la moralidad con la frugalidad. Imaginemos dos eventos para recaudar fondos contra el hambre. El primero recauda 1.000 Euros con unos costes de administración de un 5%. El segundo recauda 100 millones pero tiene un 40% de costes. En el primer caso tienes 950 euros para luchar contra el hambre. En el segundo, 60 millones. Pallota se pregunta ¿por qué se considera el primero más moralmente correcto? ¿Qué preferiría la gente que pasa hambre?
Y ¿por qué tenemos esos dobles estándares? Eso no se lo voy a contar yo. Pero créanme, su teoría es interesante. Véanse la charla entera y nos cuentan qué les parece en los comentarios.