Vanessa Valenzuela, vecina del sector dos de la Cañada Real, ha pedido el día libre en su trabajo para acudir este jueves a la primera asamblea que integrará a todos los actores implicados en la aplicación del Pacto regional que sienta las bases del futuro del mayor asentamiento irregular de España. Su compromiso con el barrio al que su padre llegó hace 20 años, el lugar en el que ha crecido, le empuja a estar presente en un proceso de implementación que se antoja largo y difícil.
La constitución de la asamblea y la primera reunión del Comité ejecutivo, que tomará las decisiones de las propuestas extraídas de esta, conforman los primeros pasos de la aplicación del acuerdo alcanzado a finales de mayo por todos los grupos de la Asamblea de Madrid y los ayuntamientos de Madrid, Rivas y Coslada.
El pacto, calificado de “histórico” por integrar a todas las administraciones y partidos políticos implicados, prevé actuar sobre los 14,2 kilómetros de longitud de la Cañada. El destino de los cerca de 7.300 residentes depende del sector en el que se encuentre situada su vivienda y las afecciones que presente el suelo donde está construida.
Las entidades sociales participantes en el proceso se muestran esperanzadas. La diferencia con las anteriores iniciativas incumplidas se encuentra en el consenso alcanzado en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, aseguran. Agustín Rodríguez, sacerdote de la Parroquia de Santo Domingo de la Calzada, lo explica a un grupo de periodistas mientras recorre cada uno de los diferentes sectores que conforman los 14 kilómetros de Cañada Real. “El pacto es positivo porque ha puesto de acuerdo a todos los partidos políticos de todas las administraciones, por lo que es una garantía ante los futuros cambios de gobierno”, apunta el párroco.
El camino será complicado. “El trabajo no va a ser fácil. Tenemos que ponernos de acuerdo ciudadanía, entidades sociales y administraciones para que esto salga para adelante. El pacto regional no es la solución de la Cañada, sino una herramienta que nos permite buscarla entre todos”. Lo importante es, apunta, “que todos participemos en su construcción”.
Pero en ese 'todos', en realidad, no están todos. El acuerdo establece el desmantelamiento del sector 6, la zona de peores infraestructuras, donde aún existen caminos sin asfaltar y reside el mayor número de población vulnerable. Esa parte de la Cañada que acapara el imaginario colectivo sobre el barrio, donde se encuentra el conocido punto de venta de drogas.
El Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad deben concretar próximamente el Convenio que decidirá la forma en la que se llevarán a cabo los realojos de aquellas personas que tendrán que abandonar sus viviendas. Por su parte, en el sector 1, el acuerdo establece la regularización del terreno y la urbanización de la zona. Del resto, todo está por ver, y la posibilidad de permanencia será evaluada por informes técnicos que valoren las afecciones del terreno.
“Hay vecinos del sector 6 que se quedan fuera de la solución de Cañada. Que, en todo planteamiento y en toda solución, ellos no tienen la posibilidad de quedarse a vivir en ese territorio, lo que ha generado mucho malestar. Aquellos que quieren continuar viviendo allí, defienden que, cuanto menos, querían discutirlo”, desarrolla Rodríguez.
Sin embargo, la Comunidad y los ayuntamientos implicados argumentan la decisión con el hecho de que la zona se encuentra afectada por el Parque Regional del Manzanares. “Es difícil que se pueda cambiar toda esa legislación para conseguir que esos vecinos se pudieran quedar allí, pero ellos querrían haber participado”, añade el párroco.
Después de vivir durante cerca de 14 años en la Cañada Real, Aotman Bahdah se siente “fuera” del pacto. “El pacto regional ha borrado el sector 6 del mapa”, explica el portavoz de la asociación vecinal Amistad, que congrega sobre todo a la población marroquí del sector 6. “No nos han dado una solución como al resto. A nosotros no nos la dan, simplemente no nos podemos quedar y solo lo han decidido ellos”, añade. A pesar de que el plan conlleva el realojo de las familias -aunque aún se desconocen en qué las circunstancias-, algunos vecinos quieren quedarse en el que ha sido su hogar durante años.
Si la totalidad de la Cañada Real es muy diversa, el propio sector 6 también lo es. Aunque se trata de la zona donde se encuentra un gran punto de venta de droga, este se sitúa en solo una parte de ella. En el resto, hay zonas sin asfaltar, pero también asfaltadas. Hay chabolas, pero también impecables viviendas amuralladas.
“A mí no me interesa el realojo. Sería una casa de alquiler, y a mí ya me ha costado mucho construir mi casa durante estos años. Me he gastado mis ahorros”, explica Bahdah.
Susana Camacho, trabajadora social de la Fundación Secretariado Gitano, considera que, para tranquilizar a las familias, es fundamental mejorar la comunicación de las administración. “Va a haber gente que va a perder. Pierde parte de su historia y su identidad. Va a haber un duelo, eso no lo vamos a poder evitar pero el duelo hacia mejor es más positivo que hacia peor. Estamos convencidos de que las familias tienen un futuro mejor con el pacto: las que se vayan a quedar y las que se vayan a ir”, defiende.
Más allá del sector 6, otros vecinos que ansían quedarse en la Cañada muestran desconfianza hacia el acuerdo. “El proceso global que se ha ido desarrollando ha generado mucha incertidumbre en los últimos años. Todo lo que se ha ido proponiendo no se ha realizado y eso ha generado mucha desconfianza de los vecinos hacia las administraciones. El reto ahora es que la recuperen”, concluye Agustín Rodríguez.
Desde su casa del sector 2, cuyos chalets podrían formar parte de una urbanización de lujo de Madrid, Vanessa Valenzuela explica cuál será su posición en el proceso que comienza mañana: la construcción de la ansiada “solución” para la Cañada. La razón que le hace pedir un día libre para no perderse la asamblea: “Nosotros vivimos aquí, son nuestras casas. Llevo aquí toda la vida. Me he criado aquí. Aquí cuido a mi hijo. Mi padre lleva trabajando 20 años para mejorar esta casa, con todo su esfuerzo. No es valor económico, es sentimental. Yo no lo cambio por ningún barrio”.