- La Policía macedonía ya cargó contra los refugiados en el mes de abril con botes de humo y pelotas de goma desde la frontera
[Vídeo: Pablo Gabandé]
Ha vuelto a ocurrir. Los refugiados y migrantes del campamento griego de Idomeni fueron gaseados este miércoles, esta vez por la Policía griega. Cientos de personas, entre ellas mujeres embarazadas y niños, acabaron la noche del miércoles con los ojos muy irritados y sufrieron problemas respiratorios por el efecto de los gases lacrimógenos, según han confirmado diversos activistas y trabajadores de varias ONG sobre el terreno.
Hacia las siete de la tarde explotó la tensión que se venía palpando desde hace meses en la frontera con Macedonia. Un grupo de refugiados había estado hablando con los agentes griegos para pedir que no les evacuaran, después de que la policía les hubiera amenazado con quitar sus tiendas de campaña, según cuenta a eldiario.es María Antonia Marquez, enfermera voluntaria en Idomeni.
“La situación de relativa calma cambió radicalmente, y a los diez minutos empezó a apelotonarse la gente. Unos cincuenta refugiados y migrantes empezaron a empujar un vagón de tren hacia donde estaba la valla y la Policía griega, a modo de protesta, a lo que los agentes respondieron con gases lacrimógenos”, dice Amelia Martínez, trabajadora de Podemos presente en Idomeni.
El viento hizo que el gas se expandiera rápidamente por otras zonas del campo en donde también había niños y mujeres embarazadas. “Tuvimos que atender a muchísimos niños, que además estaban traumatizados por el ruido de los disparos. Son pequeños, y muchos asociaban ese sonido con el que vivieron en la guerra en sus países”, explica Márquez.
Amelia Martínez cuenta que dos horas después, cuando se fueron, los disparos seguían. “La Policía lanzó mucho gas, y la gente empezó a huir campo a través porque aquello era irrespirable. Un grupo de gente intentó calmar los ánimos, pero es verdad que se viven momentos de mucha tensión, llevan aquí meses, amenazados con que les van a echar cada día”, dice.
En el vídeo que abre la noticia se observa el aumento de la tensión en las increpancias entre la Policía y los refugiados, las consecuencias del lanzamiento de botes de humo por parte de los agentes y cómo los voluntarios trataron de atender a las personas afectadas.
Saturación en las clínicas
La clínica en la que trabajaba el personal sanitario de Bomberos en Acción agotó sus existencias de suero rápidamente, por lo que tuvieron que improvisar con compresas empapadas en agua y trapos. Los gases afectaron también a los trabajadores, quienes manifiestan que las dificultades para asistir a los heridos eran grandes.
Médicos Sin Fronteras tuvo que evacuar al personal médico y a los pacientes de su clínica porque, según cuentan a eldiario.es, “no se podía ni respirar”. “Consideramos que por la tensión que se vivía, ese no era un lugar seguro para la clínica, así que decidimos sacar afuera los doce pacientes que teníamos ingresados”, cuenta Katy Athersuch, del equipo de comunicación de MSF.
Explica que asistieron a cientos de personas en las inmediaciones de la clínica, y que tuvieron que derivar a un niño –que ya estaba enfermo antes del incidente– al hospital, porque los gases lacrimógenos habían agravado su situación. “Decidimos dejar la puerta abierta de la clínica para que todo aquel que lo necesitara pudiera acercarse a por utensilios médicos, como gasas, suero o mantas”, dice Katy. Un vídeo publicado en el canal de Refugees TV muestra cómo algunos refugiados acudieron a la clínica e intentaron atenderse unos a otros.
“Irse es perder la esperanza”
La mañana del jueves amanece con una “calma tensa” en Idomeni. Los restos de gas han quedado impregnados en la ropa y en las telas de las tiendas de campaña, por lo que desde el terreno aseguran que aún pican los ojos y cuesta respirar con normalidad.
“La tranaquilidad es relativa. La tensión sigue latente y seguirá ahí mientras no se de una solución real y efectiva a estas personas”, dice Athersuch. La policía griega está intentado desmantelar el campamento de Idomeni, en el que a día de hoy se calcula que aún viven más de 10.000 personas, pese a tener solo capacidad para 1.500.
En las últimas semanas varios autobuses han llegado diariamente al campo para ofrecer traslado a los refugiados y migrantes a otros campos oficiales en territorio griego, pero muchos aún se resisten. “Para muchos de ellos, salir de Idomeni significa abandonar la lucha, rendirse, perder toda esperanza de que la frontera vaya a abrir y puedan seguir su camino en busca de un futuro. Además, en los campos oficiales muchos son considerados oficialmente ”migrantes económicos“ y no refugiados, por lo que saben que sus posibilidades de encontrar asilo se reducen”, explica Athersuch.
No es la primera vez que los refugiados son gaseados en este campo. A principios del mes de abril, la Policía Macedonia cargó contra ellos lanzando pelotas de goma y botes de humo, después de que un falso rumor les hiciera creer que la frontera se abriría. El incidente también causó heridas a mujeres embarazadas y niños.