Polonia prevé aprobar este martes una suspensión temporal del derecho al asilo bajo la premisa de combatir la inmigración irregular. Se trata del paso de otra capital más en el endurecimiento de la política migratoria que se está extendiendo en todo el continente y que pone en riesgo el nuevo Pacto de Migración y asilo de la UE antes incluso de que haya entrado en vigor. El primer ministro polaco, Donald Tusk, de la familia política del Partido Popular Europeo, que ha amenazado con saltarse esas nuevas reglas europeas, ha defendido la suspensión temporal del derecho al asilo, que coincide en el tiempo con decisiones, como la de Alemania, de imponer controles fronterizos para evitar los movimientos secundarios de los migrantes.
“En mayo se introdujo en Finlandia una suspensión temporal de las solicitudes de asilo. Se trata de una respuesta a la guerra híbrida declarada a toda la Unión (incluida, sobre todo, Polonia) por los regímenes de Moscú y Minsk, que implica la organización del tráfico masivo de personas a través de nuestras fronteras”, expresó Tusk a través de la red social X (antes Twitter) para justificar esa medida en la amenaza que suponen Rusia y Bielorrusia para los países del este.
La instrumentalización de la migración fue una de las últimas cuestiones que colaron los gobiernos de la UE en el pacto migratorio. No obstante, con la intención de permitir los controles fronterizos en determinadas situaciones en las que se interprete que terceros países están utilizando a las personas migrantes para desestabilizar a países de la UE. La idea de Tusk va un paso más allá.
En la Comisión Europea se muestran comprensivos con la situación que viven los países colindantes con Rusia y Bielorrusia, pero recuerdan que se han puesto a disposición de los estados miembros herramientas para combatir las amenazas híbridas y la instrumentalización, como la colaboración de Frontex y otras agencias de la UE. No obstante, advierten de que los países tienen la obligación de ofrecer asilo. Sobre el caso de Finlandia, en Bruselas se limitan por ahora a decir que están evaluando la ley impulsada hace unos meses.
Tusk ya ha amenazado con incumplir las nuevas normas, que tendrán que implementarse en el verano de 2026. España, Francia y Alemania han reclamado, no obstante, pisar el acelerador y que el pacto pueda entrar en vigor antes de lo previsto. No obstante, el asunto migratorio es uno de los más divisivos en el seno de la UE y ya hay capitales que quieren descolgarse del pacto. Así lo han solicitado Holanda y Hungría, aunque la Comisión Europea ya ha rechazado esa opción. Sobre la posibilidad de que los gobiernos decidan saltarse las normas, en la Comisión Europea recuerdan que son “vinculantes”.
El líder de la Plataforma Cívica sigue, por tanto, la estela de los ultranacionalistas de Ley y Justicia (PiS), que advirtieron desde el Gobierno de que no cumplirían el pacto por el rechazo al reparto de cuotas de refugiados en situación de crisis como la de 2015. “Ningún gobierno en Europa lo ha hecho tan mal, desde el punto de vista de la seguridad de su pueblo, pero también de las fronteras de la UE, como el PiS en Polonia. Y lo ha regado con una salsa de nacionalismo y desprecio a los demás pueblos”, dijo Tusk este fin de semana, según recoge la Agencia EFE.
La semana pasada el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, viajó a ese país y alabó a “la Polonia de los últimos años”, que tuvo un Gobierno ultra sancionado en la UE. “Es una historia de éxito”, dijo Feijóo sobre un país que fue apercibido en numerosas ocasiones desde Bruselas, incluso por vulnerar la independencia judicial o establecer la primacía del derecho nacional sobre el europeo.
Con su posición sobre la migración, Tusk se lo pone, además, difícil a sus colegas europeos, entre ellas a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, bajo cuyo mandato se aprobó el pacto migratorio, del que es una firme defensora. El endurecimiento de la posición de una mayoría de estados miembros amenaza con que el acuerdo nazca muerto y Tusk, a quien en la UE recibieron con alfombra roja tras años de deriva autoritaria en Varsovia, amaga incluso con saltárselo.