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Asturias quiere expulsar a una niña senegalesa que vive desde hace 4 años en España

“Vaya a donde vaya, todo el mundo acaba encandilado de ella… Eso sí, es muy de piñón fijo ¿eh? Cuando dice que no, es que no”. María Luisa Alonso habla de Adama, una niña senegalesa de 10 años a la que acogió hace cuatro en su casa de Mieres -Asturias-. Ahora el principado exige su regreso a Senegal, donde está su madre, quien cedió su tutela. La niña dice que no, que no se va. Llora a su madre por teléfono, llora a 'Maluisa', como ella le llama, y cotinúa con su vida en Mieres tratando de olvidar que el temido día puede llegar sin haber sido escuchada por la administración.

Adama llegó a España hace cuatro años con un visado de tres meses. Su padre vive en Asturias y ella venía a verle, pero la niña dormía en casa de una conocida de su padre, María Luisa, que solía ayudarle en todo lo que podía. Pero una serie de acontecimientos provocaron que la niña se quedase por más tiempo. Primero, la sospecha de que la pequeña estuviese contagiada de tuberculosis obligó a los médicos a recomendar su permanencia en el país hasta completar el tratamiento preventivo -finalmente estaba sana-. Después, María Luisa Alonso, quien había acogido a la niña, descubrió su verdadera pesadilla. Se lo escribió en un papel, le avergonzaba decirlo en voz alta. Le aterraba escuchar lo que tenía en la cabeza. “Mi padre no es mi padre, es un hombre disfrazado de mi padre”, dijo un día sin que el resto comprendiese del todo a qué se refería. Adama solía hablar con él por teléfono desde Senegal pero la persona que imaginaba desde allí era diferente a la que encontró aquí.

Su padre acabó con una orden de alejamiento durante dos años, que ahora ha caducado, aunque no ha vuelto a acercarse. Él podría formalizar los papeles pero siempre se negó. En aquel momento, en España Adama sólo tenía a ‘Maluisa’. “La Consejería de Bienestar Social determinó que, hasta que la niña fuera repatriada, con quien mejor estaba era conmigo. Si no, la ingresarían en un centro de acogida y eso no lo podía consentir”, explica María Luisa a eldiario.es, quien en un principio no se negaba al regreso de Adama a su país. “Desde el Gobierno me decían que tenía que volver a sus raíces, con su madre y a mí me parecía lo normal, pero se quedaba conmigo hasta que pudiese regresar”.

El pasado julio, la Consejería comunicó que había llegado el momento de que Adama regresara a su país. “Me decían que preparase a la niña. Cuando se lo dije, le dio un fuerte ataque de ansiedad. No quería volver, desde asuntos sociales aseguraban que tenían un documento donde su madre pedía su regreso. Si era así, me parecía totalmente comprensible que se fuese”. Pero, según denuncia, desde el Principado se negaban a mostrar esos papeles. Desde el Gobierno asturiano por el momento no han hecho ninguna aclaración al respecto. “Este caso afecta a una menor, por lo que no podemos hacer ninguna declaración sobre el tema”, afirman a eldiario.es desde Bienestar Social de la región.

Aunque Adama habla con su madre por teléfono casi todos los días, Maria Luisa no puede comunicarse con ella al no habla su idioma. De ahí que sólo conozca el parecer de su madre a través de lo que la pequeña le cuenta. Un día la niña rompió a llorar en una de sus llamadas diarias. “Después me dijo que su madre también quería que se quedase, quería lo mejor para su futuro”, asegura la asturiana. Tanto era así, que desde Senegal, la madre de Adama firmó un documento, sellado por el Consulado de España en el país africano, donde autoriza a su hija a vivir en Asturias bajo la tutela de María Luisa Alonso. También niega haber firmado otro papel en el que exija su regreso, como sostienen desde Consejería de Bienestar Social.

Entre los expertos en políticas internacionales de infancia se suele advertir de que es un error frecuente pensar que un niño siempre va a estar mejor en países ricos que en países pobres. “La situación idónea de un menor no viene determinada únicamente por las condiciones materiales”, explica a eldiario.es Marta Arias, directora de esta materia en UNICEF. Como principio general, “donde mejor está un niño y donde más felizmente puede desarrollar su vida es con su familia”, aunque a veces nos pueda parecer lo contrario. Sin embargo, esto tampoco puede funcionar como una norma superior: “lo que siempre debe prevalecer es el bienestar del menor, y si en este caso existe voluntad de la familia senegalesa, voluntad de la niña y un entorno adecuado”, dice Arias. El Estado debe velar cuando efectivamente la niña pueda quedarse, siempre que todos los puntos sean transparentes y haya una evaluación psicológica de los deseos de ésta y del entorno en el que se le acoge.

Con tan solo 10 años de vida, en el interior de Adama ya se han asentado demasiados temas sensibles que despiertan su estado de alerta. Su posible marcha a Senegal abre sus ojos. Mientras su madre de acogida atendía nuestra larga llamada telefónica, la cara de la niña empezó a mostrar extrañeza desde la piscina donde se bañaba. “No, Adama, no es una asistente”, oímos desde el otro lado.

El baloncesto le hace feliz. Nada más llegar a Mieres se incorporó al equipo regional, y a las pocas semanas fichó por la Federación Asturiana de Baloncesto. Los dos equipos se han volcado con la situación de su compañera. Desde que su entrenador publicó una petición en change.org, cada vez más gente está apoyando a esta familia. En menos de un mes han conseguido más de 96.300 firmas para que el Principado de Asturias no expulse a Adama.

Tiembla cada vez que surgen nuevas noticias de su posible repatriación. “Más de una vez hemos tenido que ir a urgencias por sus ataques de ansiedad”, reconoce María Luisa. Aunque esta semana su miedo se convirtió en caracter. Su temperamento volvió: “Este martes ya se enfadó y dijo: 'Diles que vengan, que me engancharé a todas partes. Y si no, me escapo'”, nos transmite su tutora asturiana. ¿Y si llegan, qué pasará realmente?, preguntamos. “Primero, se la tendrán que llevar al hospital. Después, no sé... Se pueden cargar el futuro que ha empezado a labrarse aquí. Todo Asturias está volcado con nosotros, no sé qué podría pasar...”.