“Ya basta. Las vidas negras importan”, gritaban miles de manifestantes en Nueva York esta semana, en solidaridad con las víctimas del racismo policial en EEUU. Las muestras de rechazo a la impunidad en el país, que se ceba con la comunidad afroamericana, han sido masivas en los últimos días, trascendiendo el contexto estadounidense. Desde jugadores de la NBA hasta activistas libaneses y palestinos, pasando por el pequeño pueblo sirio de Kafranbel, pocas cuestiones han generado en los últimos años una solidaridad ciudadana tan masiva y descentralizada, a la vez que unida en torno a un mismo mensaje.
Bajo el lema “No puedo respirar” se reunían frente al Departamento de Policía de Nueva York decenas de actores de Broadway en una performance que buscaba llamar la atención sobre la impunidad policial. “¿Cómo cuestionaréis a los sospechosos, una vez que yacen muertos en el suelo?” “Que rápido se convierten los sospechosos en víctimas”, entonaban, a la vez que animaban al gobierno a abrir un verdadero diálogo en torno a los abusos policiales arraigados en el propio sistema.
La frase, que se ha convertido ya en lema de las iniciativas de solidaridad y protesta, hace referencia al asesinato de Eric Garner, el vendedor de tabaco que murió asfixiado por un grupo de policías en Nueva York. En un vídeo que ha sido compartido por millones de personas en todo el mundo, se oye a Garner decir “no puedo respirar” segundos antes de su muerte.
“No puedo respirar”, podía leerse también en las camisetas de LeBron James, Kyrie Irving y otros jugadores en Brooklyn, en el entrenamiento previo al partido entre los Cleveland Cavaliers y los Nets el 8 de diciembre. Un lema que ya lució en su camiseta, días antes, la estrella de los Chicago Bulls Derrick Rose.
La solidaridad que se ha demostrado desde la NBA remite a un contexto en que la gran mayoría de jugadores son negros en un espectáculo dirigido a un un público mayoritariamente blanco. Entronca con el movimiento iniciado durante las olimpiadas de 1968, cuando dos atletas afroamericanos, ganadores de las medallas de oro y bronce, alzaron el puño envuelto en un guante negro mientras sonaba el himno nacional estadounidense.
Eric Garner se ha convertido en un símbolo, tras el asesinato de Mike Brown en la ciudad de Ferguson, en Missouri, y los de otras personas de la comunidad afroamericana. Las protestas han ido en aumento en EEUU desde que se anunció la decisión de no enjuiciar a los agentes responsables de las muertes, en un contexto de violencia y discriminación policial, y se han recrudecido en los últimos días.
“En solidaridad con los oprimidos que no pueden respirar”
Si la impunidad aumenta en EEUU, la ausencia de protección frente a los abusos de las autoridades continúa creciendo también en otras regiones. La solidaridad con las víctimas de los asesinatos ha sido especialmente intensa en Oriente Medio y Norte de África, región dominada por regímenes autoritarios que violan sistemáticamente los derechos humanos. En este contexto, la escena del asesinato de Garner guarda fuertes reminiscencias con la muerte de Bouazizi en Túnez y al asesinato de Khaled Said en Egipto.
“En solidaridad con los oprimidos que no pueden respirar. Las vidas negras importan”, rezaba el cartel de Kafranbel, el pequeño pueblo de Idlib, Siria, que desde los inicios del levantamiento popular en marzo de 2011 lanza semanalmente un mensaje relacionado con la actualidad internacional y el propio contexto sirio.
“Apoyamos el movimiento que busca justicia para las personas negras que se enfrentan a la violencia policial con la complicidad del sistema judicial”, anunciaba el manifiesto lanzado por activistas libaneses y sirios el 8 de diciembre. El texto, suscrito por el Foro Socialista de Líbano, el Movimiento Anti-Racista de Líbano, Beirut Radical, la comunidad Sawtaniswa, el Movimiento Sirio de Izquierda Revolucionaria, y las Bases de Apoyo a la Revolución Siria, destaca la relación entre la violencia en el interior del país, y las ocupaciones estadounidenses fuera de sus fronteras. Reconoce, también, la influencia del movimiento Black Power (Poder Negro) y los movimientos por los derechos civiles en los esfuerzos emancipatorios en la región de Oriente Medio y Norte de África.
“Los sistemas de opresión siempre terminan siendo desmantelados. Las comunidades negras no están solas. Sus vidas importan, y su deseo de justicia se garantizará terminando con las violaciones constantes por razón de género, raza y clase. Admiramos a esos individuos y grupos que se movilizan contra la injusticia en ciudades y calles estadounidenses. Saludamos su rabia y su determinación heroica de reclamar paz y justicia”.
“Los palestinos estamos familiarizados con un estado racista”
También desde los movimientos de resistencia palestina se ha destacado la relación entre impunidad en el interior y exterior de EEUU. “Como palestinos, estamos familiarizados con la injusticia de un estado racista y colonial, y a ver a nuestra gente en las cárceles impunemente bajo un manto de legalidad”, decía en noviembre el Frente Popular por la Liberación Palestina en un comunicado de solidaridad con Ferguson. Y añadía:
“Este sistema de ocupación que conocemos tan bien bebe de la misma de estructura de opresión que ha dominado durante siglos EEUU, aliado clave del ocupante. Las tácticas de ”seguridad“ agresivas que se prueban en Palestina se exportan también a EEUU y al resto del mundo, en contra de pueblos oprimidos y movimientos de resistencia”.
La solidaridad no ha sido unidireccional. La impunidad policial en EEUU ha ayudado a hacer visible el auge de la impunidad en otros contextos, promoviendo campañas de apoyo entre grupos de activistas de distintos lugares del mundo. Desde la Organización Internacional Socialista de Seattle se aludía al levantamiento de Ferguson como una oportunidad de abrir nuevos canales para la solidaridad global.
“Los activistas palestinos han expresado su solidaridad con los manifestantes en Ferguson, y algunos en Ferguson han alzado la bandera palestina, destacando los paralelismos entre el apartheid en Palestina y el racismo en EEUU”.
El lema “No puedo respirar” ha sido también apropiado por los activistas que sufren ataques con gases lacrimógenos en protestas en distintos puntos de la región de Oriente Medio y Norte de África. Unos gases que han causado cientos de muertes en países como Egipto, Bahréin, Siria, o Palestina, y que el 10 de diciembre acabaron con la vida del ministro palestino Ziad Abu Ein, mientras plantaba olivos durante una protesta contra la ocupación israelí.