Al menos 87.000 miembros de la comunidad rohingya han llegado a Bangladesh en los últimos diez días huyendo de la violencia en el noroeste de Birmania (Myanmar), según ha informado este lunes una fuente de la ONU.
La fuente, de la oficina la ONU en Bangladesh y que solicita no ser identificada, ha indicado a Efe que al menos 87.000 rohingyas han llegado al sureste de Bangladesh, de los que 81.000 se encuentran en campos improvisados que han ido levantando según iban llegando.
El resto han ido asentándose junto a familiares en los campos de refugiados permanentes que existen en el distrito de Cox's Bazar, al sureste del país. Docenas de rohingyas recién llegados aguardaban este lunes en los márgenes de la autopista que une Cox's Bazar con Teknaf a poder encontrar sitio en alguno de los asentamientos improvisados en la zona.
Con un paraguas en la mano con el que protege a su hija de dos años y un bebé de doce meses, Nur Saba, de 20 años, aguarda en la carretera tras perder contacto con su marido hace una semana. “Mi esposo me dijo que fuera delante sin esperarle, prefería que estuviéramos seguros. No he podido encontrarle en seis días”, dice a Efe, y explica que durante los últimos días apenas ha podido comer y dormir caminando junto a un grupo en el que no conocía a nadie. “Como no he podido comer, no puedo alimentar a mis niños. Incluso ya han dejado de llorar”, asegura Saba.
Miles de personas siguen arribando este lunes a la frontera, algunas de ellas heridas de bala, por la situación que se vive en el estado Rakhine, en el noroeste de Birmania desde el pasado 25 de agosto. Ese día se produjo un ataque del insurgente Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) contra puestos policiales y militares en la zona que causó más de un centenar de muertos (la mayor parte guerrilleros), y que ha producido una nueva campaña militar del Ejército birmano en esa región.
“Cuando huía me dispararon”
Miembros de la comunidad rohinyá ingresados en el Hospital Clínico de Chittagong (sureste), el segundo más grande de Bangladesh, han denunciado el tiroteo de civiles y el incendio de aldeas por parte del Ejército.
Al menos 32 rohinyás han sido atendidos desde el 25 de agosto en este hospital, según ha indicado a Efe Shilabrata Barua, asistente subinspector del centro, al informar de que uno de los pacientes murió apenas horas después de llegar. Los heridos no han podido ser acomodados por la falta de espacio en el centro médico y muchos de ellos se encuentran en el suelo del área de emergencias, relata Barua. Un médico de servicio, que pide no ser identificado por no estar autorizado a hablar, ha explicado a Efe que una ONG y personas a título individual están dando alimentos a los heridos.
Mohmmad Hossain tiene a su hijo Toha, de 16 años, ingresado en el departamento de neurocirugía. Dice que soldados les dispararon dentro de su casa y entonces se trajo a su hijo a Bangladesh. “El viernes (26 de agosto) el Ejército vino a incendiar mi casa. Cuando huía me dispararon, me dieron en la mano derecha, pero pude llegar hasta Bangladesh en un bote junto a otros”, cuenta Moulavi Shakil, de 45 años y originario del distrito de Maungdaw, cerca de la frontera.
El hombre explica que con la ayuda de un familiar ha podido llegar al hospital, pero llorando asegura que lo único que sabe del resto de su familia es que, según un pariente, el Ejército mató a su hijo mayor.
Abu Bakar Siddique, de 24 años y de la misma localidad de Maungdaw, ha recordado cómo el viernes decenas de militares entraron en la aldea y prendieron fuego a todas las casas. En su caso, según su relato, le dispararon en la pierna y salió huyendo hacia Bangladesh dejando atrás a sus padres. “No sé que ha pasado con ellos”, añade.
Otro joven, Saddam Hossain, de 22 años y también habitante de Maungdaw, dijo que le dispararon cuando huía del poblado. “Al principio me refugié en el campo de refugiados de Kutupalang, pero la herida empeoró y he venido ayudado por mis familiares”, agrega en declaraciones a Efe.
Organizaciones de derechos han reiterado las denuncias sobre las violaciones de los derechos humanos y las ejecuciones sumarias que supuestamente realiza el Ejército birmano. La ONU expresó el viernes su “profunda preocupación” por los informes sobre la violencia perpetrada por las fuerzas de seguridad de Birmania al tiempo de pedir calma para “evitar una catástrofe humanitaria”.
Asimismo, el pasado jueves, al menos ocho mujeres y 12 niños rohinyás que huían de la violencia en el Rakhine murieron al tratar de cruzar el río que hace de frontera natural entre Birmania y Bangladesh, según informaron a Efe fuentes oficiales.
Discriminación y vulneración de derechos
Este nuevo éxodo se produce nueve meses después de que al menos 70.000 rohingyas huyeran de la misma zona en medio de ataques indiscriminados del Ejército tras otro ataque de insurgentes de esa minoría, una campaña militar denunciada por la ONU y varias ONG por la vulneración de los derechos humanos.
Más de un millón de rohingyas viven en Rakhine en una situación de discriminación que ha ido empeorando desde el brote de violencia sectaria de 2012 que causó al menos 160 muertos y dejó a unas 120.000 personas confinadas en 67 campos de desplazados.
Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohingyas y Bangladesh los considera ciudadanos birmanos. Entre 300.000 y 500.000 rohingyas viven en Bangladesh de los que solo unos 32.000 tienen estatus de refugiado, y viven en campos en el distrito de Cox's Bazar.