La advertencia es clara: “Si no actuamos con rapidez en Sudán del Sur, se pueden perder vidas”. Hace un mes, Naciones Unidas lanzó un llamamiento para recaudar fondos y enviar ayuda urgente al segundo país donde se ha decretado una hambruna en este siglo. Por ahora, la respuesta internacional no llega al 10% de los fondos necesarios para hacer frente a la emergencia. El Gobierno español admite a eldiario.es que, por el momento, no se ha planteado destinar fondos a esta crisis.
1.600 millones de dólares. Es la cantidad requerida para Sudán del Sur en el último llamamiento de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), que se encarga de movilizar la ayuda humanitaria internacional.
La Agencia recalcó la necesidad de obtener los fondos con urgencia, sobre todo por una razón técnica: las lluvias comenzarán en mayo en el país africano y dificultarán la entrega de ayuda por carretera, que se convierten en “intransitables”.
“Se debe evitar que la hambruna se propague. Las poblaciones que ya padecen hambre deben recibir apoyo ahora”, explicó Dominique Burgeon, director de emergencias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en una entrevista con eldiario.es.
Desde que se produjo el último llamamiento de la ONU hace un mes, el Ejecutivo español no se ha pronunciado al respecto; tampoco se encuentra entre los donantes que OCHA registra en su portal de datos.
Preguntado al respecto por eldiario.es, desde el Ministerio de Exteriores reconocen que, por el momento, no hay intención de destinar fondos a la segunda hambruna del siglo XXI. El departamento dirigido por Alfonso Dastis se limita a recordar la aportación realizada a Sudán del Sur entre 2011 y 2016 (13.733.233 euros, según sus datos), un periodo anterior al nuevo llamamiento de ayuda urgente lanzado por la ONU.
El conflicto que no cesa desde hace tres años, la escalada de precios de los productos básicos o las dificultades al acceso de la ayuda humanitaria. Los factores se combinan con un resultado demoledor: 7,5 millones de personas precisan ayuda, 100.000 de ellas están afectadas por el máximo nivel de alerta de hambre en el Estado de Unidad, al norte del país, según Naciones Unidas.
Hasta la fecha, los países donantes han aportado 154 millones de dolares, un 9,4% del monto total. “Los Gobiernos suelen tardar en responder a los llamamientos”, puntualiza Lara Contreras, responsable de relaciones institucionales de Oxfam Intermón. Por el momento, solo seis países han pagado su contribución: Bélgica, Suiza, Australia, Japón, Estados Unidos y Dinamarca. La mayoría la han destinado a agencias de la ONU como la FAO o UNICEF, aunque también figuran diversas ONG.
Suecia e Irlanda aún tienen que hacer efectivos sus compromisos firmados. Por último, pese a no ser vinculante, los Gobiernos de Canadá y Reino Unido han anunciado su intención de donar. La promesa del último, relacionado con el país africano por medio siglo de dominio colonial, asciende a los 125 millones de dólares.
Los fondos requeridos por OCHA en 2017 se destinarán, principalmente, a garantizar la seguridad alimentaria, el acceso al agua y la atención sanitaria. Desde que se instaló el conflicto en Sudán del Sur, la comunidad internacional no ha cubierto ningún llamamiento de la ONU al completo: en 2014 y 2016 se alcanzó el 88% y 91% respectivamente. En 2015, los países apenas aportaron el 66% de lo demandado. Esta falta de financiación se traduce, según ONG como Oxfam Intermón, en que las necesidades en terreno no se cubren.
La “falta de voluntad política” en España
“España no está respondiendo a las necesidades del mundo porque no tiene presupuesto”, critica Contreras. Los recortes, recuerda, han provocado que la ayuda humanitaria se concentre en emergencias como “Siria y otras prioridades geoestratégicas”.
El hecho de que aún no haya Presupuesto Generales del Estado, “no es una excusa”, señala la responsable de Oxfam, ya que el Gobierno puede recurrir a los créditos extraordinarios. “Hay falta de voluntad política para responder a crisis súbitas. La solución es invertir más en ayuda humanitaria y aumentar el presupuesto”, concluye.
A Antonio Salort-Pons, jefe de la oficina de Madrid del Programa Mundial de Alimentos de la ONU la pregunta de cómo está actuando España ante la hambruna en Sudán del Sur “le resulta difícil”. “Si hubiera recursos, habría más apoyo, el problema no es el compromiso”, opina. También apunta a los límites de la ayuda humanitaria en Sudán del Sur: “Lo necesario es que haya paz y seguridad”.
Los otros focos rojos del hambre
Antes de la declaración oficial, las ONG llevaban tiempo alertando de que el riesgo de hambruna en Sudán del Sur era real. Lo mismo está ocurriendo en la cuenca del Lago Chad, donde la guerra contra Boko Haram persiste y traspasa fronteras. Varias organizaciones humanitarias advierten de que el hambre afecta a más de siete millones de personas en Nigeria, Níger, Chad y Camerún.
La preocupación se extiende a Somalia, donde la sequía golpea a una población que lleva décadas “maltratada” por el conflicto, afirma UNICEF. Fue en este país donde se declaró la primera hambruna de este siglo, en 2011, que se cobró la vida de más de 250.000 personas. Ahora, más de tres millones de personas “se enfrentan a una inseguridad alimentaria grave”, denuncia la Agencia.
La situación también se deteriora en Yemen, “la peor crisis humanitaria en el mundo”, dice la FAO, si se tienen en cuenta las cifras. Alrededor de 14 millones de personas sufren escasez de alimentos en un país donde los bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí se han cobrado miles de víctimas desde 2015.
Las advertencias de las ONG y la ONU tienen un objetivo claro: la respuesta humanitaria debe llegar a estos países antes de que sea demasiado tarde. Todo ello en un escenario en que los líderes mundiales han acordado que, para 2030, el hambre debe ser cosa del pasado. Pero si algo tienen en común las crisis de Sudán del Sur, Lago Chad, Yemen y Somalia es su origen en el conflicto prolongado y su carácter evitable.