Las autoridades marroquíes confirmaron este martes la muerte del joven rifeño Imad Attabi, de 24 años. Attabi se encontraba en coma tras las graves heridas cerebrales que los manifestantes atribuyen a la represión policial de la última protesta en la ciudad norteña de Alhucemas, el pasado 20 de julio. La noticia de la muerte llegó poco antes del anuncio de la dimisión del líder de la oposición marroquí, Ilyas al Omari.
El joven falleció en el Hospital Militar de Rabat, al que suelen derivarse los casos más graves, según anunció en un comunicado el procurador del rey (fiscal) ante el Tribunal de Apelación de Alhucemas. El estado de Attabi era de “muerte cerebral”, aunque se había producido una especie de apagón informativo sobre su situación clínica.
El 20 de julio, el movimiento Hirak Chaabi (movimiento popular rifeño) salió a manifestarse en Alhucemas para pedir la liberación de los activistas encarcelados, la desmilitarización del Rif y derechos sociales. La protesta había sido prohibida por las autoridades y dejó al menos 83 heridos.
La policía marroquí utilizó gases lacrimógenas para dispersar a los manifestantes en los distintos lugares donde se iban agrupando, según pudo constatar Efe, y fue en el barrio de Afazar donde uno de esos proyectiles impactó en la cabeza del joven.
La Procuraduría ha dicho en su comunicado que ya había ordenado una investigación profunda de la Policía Judicial sobre el suceso que llevó a la muerte al joven y que las investigaciones continúan y llegarán “lo más lejos posible”.
Según han informado Reuters y Europa Press, Abdessadak Elbouchattaoui, letrado que ha colaborado con la familia de Attabi, confirmó la muerte y aseguró que el golpe en la cabeza habría sido producido por un bote de gas. Asimismo, denunció que a la familia “no se le ha permitido consultar los documentos médicos que detallan la causa de las heridas”. Según EP, las autoridades marroquíes no han ofrecido todavía “una versión clara de lo sucedido” y han afirmado que las heridas “habrían sido provocadas por impactos de rocas”.
Un hermano de Attabi dijo a Efe que las autoridades habían impedido a la familia ver el cadáver del joven durante varias horas. Finalmente, un responsable del Consejo Nacional de Derechos Humanos, organismo oficial, informó de que las autoridades cedieron en el pulso con la familia y aceptaron practicar una autopsia al cuerpo, además de permitir que la familia lo viera antes del entierro, previsto para este miércoles en Egar Azougagh, cerca de Alhucemas.
La policía prohibió las protestas por la muerte
La policía marroquí impidió este martes la celebración de manifestaciones en varias poblaciones del Rif para condenar la muerte del joven. Fuerzas de seguridad marroquíes se desplegaron en el barrio de Sidi Abid, en Alhucemas, para impedir una manifestación convocada por activistas locales para condenar el fallecimiento.
“No hemos podido celebrar ni una sola concentración por culpa de la policía”, dijo a Efe un dirigente del Hirak, que celebra manifestaciones sociales en el Rif desde octubre. Varias unidades de antidisturbios equipadas con cañones de agua asediaron Alhucemas desde distintas partes. La policía también empleó la fuerza para impedir otras manifestaciones similares en Nador, a 81 kilómetros al este de Alhucemas y en las poblaciones de Imzuren e Izafzafen, al sur de la localidad.
Dimisión del líder de la oposición marroquí
El movimiento social en la región norteña se cobró este martes su primera víctima política en la persona de Ilyas al Omari, que ha presentado su dimisión “irrevocable” como secretario general del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), el primero de la oposición marroquí, según informó Efe.
En una multitudinaria rueda de prensa, Al Omari reconoció su responsabilidad en el fracaso del partido, que ilustró con los altos niveles de absentismo de sus cargos electos y el bajo rendimiento en los ayuntamientos y gobiernos regionales que dominan, que son la mayoría, sobre todo en las zonas rurales. Sin embargo, dejó claro que no piensa dimitir de su cargo de presidente de la Región de Tánger-Tetuán-Alhucemas, pese a los diez meses de crisis que vive el Rif.
El pasado 29 de julio, el rey Mohamed VI dio un discurso en el que criticó con dureza a la clase política marroquí en general, con claras alusiones al PAM, entre otros partidos, y esta es la primera dimisión que se produce tras aquel discurso. Al Omari negó haber recibido instrucciones desde el Palacio, en alusión al fundador del partido en 2008 y hoy (una vez alejado del PAM) consejero de máxima confianza de Mohamed VI, Fuad Ali Hima, e insistió en que su decisión es “personal”.
En realidad, los problemas del PAM van más allá de Al Omari. Según Efe, desde su creación, el partido ha estado dirigido por personas con poco carisma, que además no han podido borrar la imagen de partido creado en las cocinas del Palacio Real y teledirigido desde allí: en 2011, fue uno de los más vilipendiados por las masas que salieron a las calles en la breve “primavera árabe” que vivió Marruecos.
El PAM tiene popularmente la imagen de un “partido de notables”, principalmente rurales, sin una ideología muy definida más allá de oponerse al islamismo político. Es la versión moderna de los varios partidos que Hasán II (padre de Mohamed VI) creó durante su reinado para contrarrestar a la oposición de aquellos años, encarnada en el partido nacionalista Istiqlal y la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP).
Diez meses de protestas sociales
Las manifestaciones en el norte de Marruecos comenzaron hace diez meses, tras la muerte de Mohssine Fikri, un vendedor de pescado que fue aplastado por la trituradora del camión de la basura cuando intentaba salvar el pescado requisado por las autoridades. Los responsables de la trágica muerte del comerciante fueron puestos en libertad tras cumplir ocho meses en prisión el pasado julio, según el diario Al Ahdaz al Magrebiya.
La muerte de Fikri fue el detonante de las protestas sociales en las que la población de Alhucemas grita contra la corrupción, la militarización de la región, la falta de universidades, la carencia de salidas profesionales y la ausencia de hospitales de calidad. Desde finales del pasado mes de mayo, tras la detención por parte de la policía marroquí a los principales líderes de las protestas, suma a su causa la liberación de los casi 200 activistas arrestados, entre ellos el líder del movimiento, Nasser Zafzafi.