La desesperación por alcanzar tierra firme empujó a uno de los 32 rescatados por el Sea Watch III a lanzarse al mar Mediterráneo el pasado viernes. Vislumbraba Malta en el horizonte y se echó a nadar, a pesar de las difíciles condiciones climáticas. No entendía por qué nadie les permitía desembarcar. Europa estaba muy cerca, la veía, pero seguían atrapados en un barco.
El barco de rescate Sea Watch III, de la organización alemana del mismo nombre, ha permanecido en alta mar durante un total de 19 días con 32 personas rescatadas sin un lugar seguro donde desembarcar. Se trata del buque humanitario que más tiempo ha permanecido abandonado en el Mediterráneo con migrantes a bordo tras el cierre de los puertos italianos.
La UE supera su propio récord de tardanza en la gestión de los desembarcos de migrantes salvados en la ruta comprendida entre Libia e Italia, ante la inexistencia de un sistema estable de distribución de migrantes, como ha solicitado Acnur en numerosas ocasiones. Este miércoles, Malta ha permitido finalmente el atraque de esta embarcación así como la del 'Profesor Albrecht Penck', de la organización humanitaria Sea-Eye, bloqueado en el Mediterráneo tras socorrer a 17 náufragos el pasado 29 de diciembre.
La arbitrariedad de las respuestas europeas reina tras cada rescate. Entre el tira y afloja de los distintos países comunitarios, están ellos: “La salud de los rescatados, tanto física como psíquica, empeora cada día. Hay gente que no quiere comer. Ellos están desesperados”, relataba a eldiario.es Morana Dragova, tripulante del Sea Watch III hasta el pasado 6 de enero, cuando se realizó un relevo del personal a bordo. “Si dejan de comer es el resultado de la angustia de no ver una solución en el futuro. Cada día es igual que el anterior. Se les anima, pero ya no hay confianza”, lamentaba.
Durante los últimos 19 días, los 32 rescatados del Sea Watch III formulaban las mismas preguntas a la tripulación. Y cada mañana, la tripulación de la ONG se ve forzada a contestar de la misma manera: “No hay ningún cambio. No tenemos puerto”.
“Cada día se repite lo mismo. Ellos preguntan. Desde el equipo, les decimos que no sabemos nada. Que nada ha cambiado. Y su desesperación va aumentando”, explicaba Dragova. Los estragos psicológicos y físicos de más de dos semanas abandonados en el barco se suman a los traumas del camino y de su paso por Libia, añadía la miembro de la ONG. “Vienen de situaciones de violencia, de haber sufrido torturas, y se encuentran atrapados en un barco, en medio del mar, durante 19 días”, recordaba. Este miércoles han podido darles por fin una respuesta: irían a Malta.
Días antes, Frank Döner médico a bordo alertaba de la gravedad de la situación. “La situación es cada más grave y la gente está llegando a sus límites. Ya no se puede descartar que se den situaciones en que haya vidas en peligro”.
El hombre que decidió lanzarse al agua reculó poco tiempo después de tratar de nadar en vano con dirección a Malta. “Pocos minutos más tarde, estaba de vuelta a bordo. Él sabía que no funcionaría. Han estado en el mar por más de 14 días, acumulan meses de detención en Libia. Esa es la imagen de la desesperación”, describían entonces desde la ONG a través de sus redes sociales.
Morana estaba presente cuando ocurrió y temía que pudiese darse una situación similar, que tuviese consecuencias fatales. “Vemos posible que pueda morir alguien. Tememos que alguien salte al agua por la desesperación y no lo veamos. Normalmente estamos de guardia, pero puede pasar en cuestión de minutos”, adviertía la miembro de la ONG, que permaneció durante dos semanas con los rescatados.
Malta, el país europeo más cercano a la localización del buque de rescate, se mantenía blindada hasta este miércoles. Negaba el acceso de las 49 personas rescatadas hasta que se estableciese con antelación los países donde serían reubicadas. Los Estados que han decidido redistribuirse a los naúfragos son Alemania, Francia, Portugal, Irlanda, Rumania, Luxemburgo, Holanda e Italia.
A pesar de la negativa del ministro de Interior italiano, el viceprimer ministro del país, Luigi di Maio se opuso al ultraderechista y ofreció acoger “a las mujeres y niños” a bordo del Sea Watch. Días después, el Papa lanzó un nuevo toque de atención a los gobiernos europeos al solicitar la recepción de los dos buques de rescate abandonados en el Mediterráneo.
“Desde hace bastantes días, 49 personas rescatadas en el Mediterráneo permanecen a bordo de dos barcos de ONG buscando un puerto seguro”, afirmó al pontífice antes de dirigir “un llamado urgente a los líderes europeos para que demuestren solidaridad concreta hacia estas personas”, declaró el Papa Francisco.
Pero ni las declaraciones del Papa ni la oposición en el seno del Gobierno italiano ha transformado la decisión del ultraderechista Salvini. “La Iglesia y el Movimiento 5 Estrellas que hablen lo que quieran, en materia de inmigración yo soy el que decide. Haced lo que queráis pero para quien no respeta las leyes los puertos italianos están cerrados y así seguirán”, afirmó el ministro del Interior Italiano este lunes. Sin embargo, Italia se encuentra entre los países que ha aceptado finalmente la reubicación de un número de rescatados todavía desconocido.