“Cuando llegué a tierra, me sentí como un recién nacido. Terminamos en un sitio donde había restaurantes, hoteles, gente sacándonos fotos”, comenta Osid, uno de los supervivientes saharauis de la patera que llegó a Lanzarote el 18 de enero tras un viaje infernal que acabó con la vida de siete personas. Las cosas tampoco fueron fáciles en tierra firme. Aunque huían de Marruecos, Estado que ocupa su país desde hace más de 40 años, las autoridades españolas permitieron que el cónsul marroquí en Las Palmas, Ahmed Mousa, fuera a visitarlos a comisaría en Lanzarote. Los expusieron ante el enemigo, aunque alguno ya había advertido de su intención de pedir asilo.
A las pocas horas de alcanzar la costa española, todos excepto los menores de edad –que fueron ingresados en un centro tutelado por el Gobierno de Canarias- pasaron a ser encerrados en celdas de comisaría. Según aseguran, nadie les explicó el procedimiento para pedir asilo.
“Yo solicité [su intención de pedir] asilo nada más llegar a tierra”, afirma Abdoullah. A pesar de que acudieron en dos ocasiones al juzgado durante los días que permanecieron retenidos en comisaría [entre el lunes y el jueves], ni los abogados de oficio ni los jueces tramitaron su petición de asilo, denuncian: “Me decían que lo hiciese cuando llegase al Centro de Internamiento de Extranjeros”.
En su lugar, la Policía permitió la visita del cónsul Ahmed Mousa a las dependencias policiales donde se encontraban, como confirman fuentes diplomáticas marroquíes y fuentes policiales españolas. Estas fuentes sostienen que la visita se hizo desde “la preocupación de la Administración marroquí” por lo sucedido.
La policía ya manejaba la información de que la mayoría eran saharauis y potenciales solicitantes de asilo, porque en sus primeras declaraciones los supervivientes habían indicado su procedencia, como consta en diferentes documentos oficiales a los que ha tenido acceso eldiario.es.
Aun así, la Policía expuso a los once jóvenes saharauis ante las autoridades del país del que huían, contraviniendo la normativa de asilo y refugio. “Lo que quería el cónsul era sacar información sobre nosotros. Pero yo ya no tenía miedo”, afirma Abdoullah.
La exposición de solicitantes de asilo ante el Gobierno del país del que estos escapan es improcedente, como explica el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). “En términos generales, cuando una persona pide protección internacional no se aconseja contactar con las autoridades de su país a menos que lo pida el solicitante de asilo”, explica María Jesús Vega, portavoz de Acnur en España.
Acnur: “Puede ponerle en riesgo”
Esta actuación, apunta Vega, enfrenta a los demandantes de asilo a riesgos añadidos. “Esa persona podría estar siendo perseguida por esas mismas autoridades. Al contactar con ellas, delatas que ha salido del país y en qué lugar se encuentra pidiendo protección, lo cual podría ponerle en riesgo a ella o a los familiares que residen en el país del que huye”, asegura.
Durante los casi cuatro días que pasaron en comisaría, los jóvenes no pudieron comer nada caliente, lamentan los saharauis. “Sólo agua, una naranja, una botella de agua y un sándwich, tres veces al día”, cuenta Osid. Este hombre, sin embargo, destaca la presencia de una traductora marroquí como uno de momentos más complicados tras su llegada a España. “Nos amenazaba con que nos devolverían a Marruecos si no identificábamos al patrón”, relata.
–“¿Y por qué no querían identificarlo?”
–“Teníamos una deuda con él, nos había traído hasta aquí. Él era un tipo normal que hacía un trabajo, no se estaba haciendo rico con nosotros, como los de la mafia. Respetó la decisión de no tirar a nuestros amigos al mar, a pesar de que es lo que se suele hacer para eliminar pruebas”.
El jueves 21 de enero, 11 de los supervivientes, todos saharauis, fueron trasladados al Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Hoya Fría (Tenerife). Allí, una abogada que colabora con una ONG les explicó el procedimiento a seguir para tramitar una solicitud de asilo. “Nunca debieron haber entrado en el CIE. Su solicitud se tenía que haber tramitado con anterioridad”, afirma la letrada.
La “falta de sistema” para gestionar la asistencia a quienes llegan en patera a España ha sido también cuestionada recientemente por la Agencia de la ONU para los Refugiados. Los errores en la identificación de potenciales solicitantes de asilo o víctimas de trata, así como el encierro en los CIE de personas vulnerables, son algunas de las situaciones generadas por la “arbitrariedad” con la que, denuncian desde Acnur, las autoridades españolas reciben a quienes alcanzan las costas españolas de forma irregular.
En el CIE, los once saharauis lograron formalizar su petición de protección internacional, que ha sido admitida a trámite en todos los casos. No podrán trabajar hasta el cumplimiento de los seis meses desde el registro de su solicitud. Comienza la siguiente etapa de su huida.
Los que murieron en el camino regresaron en ataúdes que facilitó el Consulado de Marruecos. Una imagen grosera para los muertos saharauis: el país del que huían les compró una caja para devolverlos a ese mismo lugar. Un viaje de vuelta en un ataúd.
** Todos los nombres de los jóvenes saharauis mencionados en esta información son ficticios para proteger su seguridad.