Dos de cada diez españoles han pagado por servicios sexuales en el último año, de entre los cuales un 10% detectó indicios de trata con fines de explotación sexual. Son los datos desprendidos del informe 'Apoyando a las víctimas de trata con fines de explotación sexual' de la Universidad Pontificia de Comillas para la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. ¿Qué falla a la hora de luchar contra ella? La intimidación y las amenazas de las mafias, la falta de concienciación entre los clientes y el desconocimiento de la sociedad y los profesionales, son sólo algunos de los factores que dificultan la erradicación de un problema que parece aún invisible.
Tomando como referencia la investigación de los expertos, analizamos los principales puntos débiles de la lucha contra la trata con fines de explotación sexual en nuestro país.
La mayoría de los clientes que ven trata no denuncian
“En los clubs, las chicas tienen una tarifa diaria y los dueños se quedan con un porcentaje de lo que ellas ganan. Había muchas chicas jóvenes e incluso menores. Todas eran extranjeras, la mayoría del este”. Testimonios como este, de un cliente habitual de 39 años, confirman que algunos detectan situaciones de coacción, maltrato o minoría de edad entre las prostitutas. Son ellos los primeros que pueden dar la alerta y, sin embargo, los investigadores recalcan que la vía de los clientes que denuncian a la policía está aún muy poco explotada.
Pedro (nombre ficticio), de 55, aseguraba saber que algunas de las mujeres con las que tenía relaciones por dinero estaban duramente amenazadas: “Yo conozco a dos que, como no paguen lo que deben, van a por ellas. Las obligan y las pegan. Y yo eso tampoco lo veo muy bien. Son amigas mías desde hace muchos años”. No le parece bien que se las coarte porque, según él, le importan. El informe indica que en los casos como el de Pedro se detecta una mayor predisposición por parte de los clientes para ofrecer ayuda a las posibles víctimas, porque existe una situación de enganche emocional o sentimiento de amor hacia ellas.
Pero la gran mayoría corrobora que no denunciaría si detecta algún indicio o confirmación de que existe explotación sexual: “Pues no lo sé (si denunciaría), porque es una cosa muy peligrosa” o “Denunciaría, pero si ella me dice que no denuncie, no haría nada, a ver si me voy a comer yo un marrón después”, son solo algunas de las frases recogidas en la investigación que demuestran que el miedo a las mafias se extiende también a los clientes. Uno de ellos, de 39 años, ante la pregunta de si las mujeres que ejercían la prostitución en la casa de campo de Madrid estaban coaccionadas, respondía que sí, que “se sabía, lo percibía”. Pero no fue capaz de decir nada: “Los hombres no hacemos nada por miedo a que se enteren nuestras familias”, concluyó.
“Nunca se puede decir que llamaría a las Fuerzas del Estado si luego, a lo mejor, no lo voy a hacer. No es un juego. Es una cosa que tú a lo mejor ves, y lo ves mal, pero no lo haces por el miedo, porque a lo mejor… se toman la justicia por su mano”, dice Mario (nombre ficticio), de 32.
La Policía denuncia falta de medios y coordinación
Según los investigadores, hay muchos factores que dificultan la detección de víctimas de trata. Entre ellos, han recalcado la falta de concienciación entre los distintos cuerpos policiales. “El cuerpo de la policía que conoce el fenómeno y trabaja sobre el terreno es UCRIF, pero casos de posible trata se encuentran también agentes de otras unidades. Algunos de ellos piensan que las chicas se quieren acoger al pretexto de la trata para no ser deportadas, cuando no es así”, dice el investigador Jorge Uroz.
A esta falta de formación de muchos agentes se le suma la ausencia de respaldo que reciben cuando intentan atender a las víctimas, relata el documento. Un policía denunciaba con impotencia la falta de medios para gestionar situaciones en las que, lo que urge, es proteger a estas mujeres.
“Nosotros tuvimos que pagarles la comida. Conseguimos que el Ayuntamiento se hiciese cargo del alojamiento de una noche y del desayuno de una mañana, pero nos pusieron muchísimas pegas y me tiré al teléfono cuatro horas para conseguir alojamiento a esas personas. El problema es que en esto, a nosotros nos llueve ya sobre mojado. Nos ha pasado ya con Violencia de Género, al intentar buscarle un centro de acogida a una mujer a altas horas de la madrugada. Los asistentes sociales no responden, el Ayuntamiento tampoco...”.
Las amenazas dificultan la denuncia de las víctimas
La ausencia de denuncia por parte de las víctimas es notable. En la mayoría de los casos tienen miedo a sufrir palizas, vejaciones, violaciones o agresiones contra miembros de sus familias. Son mujeres vulnerables, con niveles educativos bajos y en situaciones de extrema pobreza, a las que los tratantes someten a coacciones y amenazas, y sobre las que se ejerce una fuerte manipulación psicológica a través del miedo.
La mayoría vienen engañadas y, una vez que llegan a España, descubren que para quedar en libertad tienen que asumir una deuda enorme. El informe aporta cifras que van desde los 6.000 a los 8.000 euros en el caso de las mujeres de Europa del Este, siendo parecida en el caso de las mujeres procedentes de América Latina. Las deudas son mayores para las subsaharianas, oscilando entre los 40.000 euros y los 80.000 euros.
En España la mayoría de las víctimas de trata detectadas vienen desde Europa del Este, especialmente de Rumanía, donde es habitual que las propias familias sean cómplices del engaño. América Latina ocupa el segundo lugar, principalmente Brasil, República Dominicana y Paraguay, mientras que en África Subsahariana, Nigeria es el país principal emisor de mujeres de trata.
Hay clientes españoles que demandan menores
Aunque el caso de las menores sigue siendo algo minoritario, el informe advierte de la persistencia del problema. La razón: si hay niñas víctimas de trata es porque son demandadas por los clientes de prostitución. Insiste también en la necesidad de mejorar los sistemas de detección e identificación de los menores, dado que las pruebas oseométricas que se realizan actualmente tienen un margen de error de entre uno y tres años.
“Es uno de los aspectos más complejos de la trata y el más difícil de detectar. Las niñas suelen estar en pisos, no el clubs, que es donde la policía hace las redadas e inspecciones, y faltan medios”, añade Carmen Meneses, del grupo de investigación.
Cuando las mafias y redes utilizan a menores lo hacen sometiéndolas a explotación sexual durante la adolescencia, o aprovechándose de los niños y niñas hijos de las víctimas, para coaccionar a sus madres explotadas. En estos casos, suelen quitarles los hijos amenazándolas con maltratarlos si se niegan a prostituirse, algo que los tratantes no dudan en cumplir si no obtienen lo que quieren, recoge el informe.
Suele tratarse como un problema de Extranjería
Uno de los objetivos principales de la investigación es denunciar la necesidad de refuerzo y protección de las víctimas, abordando la problemática desde una perspectiva de Derechos Humanos y no como un problema de inmigración.
“Sigue manteniéndose una perspectiva muy relacionada con la migración irregular, muchas de las víctimas siguen siendo identificadas como inmigrantes y no como víctimas de trata. Estas personas son deportadas, sin protección y con el riesgo que ello conlleva de cara al 'retráficking', fenómeno por el cual vuelven a entrar en la red de trata”, apunta María José Castaño, investigadora del instituto universitario de Estudios sobre Migraciones.
La representación en la jurisprudencia española de este tipo de delitos sigue siendo muy limitada, denuncian. En 2014 se dictaron únicamente veinte sentencias relacionadas con la trata de seres humanos. El contraste es evidente si comparamos esa cifra con la que aportó la OIT en su informe del mismo año, en el que se menciona que el número total de personas en situación de esclavitud moderna, entre las que están incluidas las víctimas de la explotación sexual, asciende a cerca de 21 millones de personas en todo el mundo.
Los expertos recalcan que la aplicación del Articulo 59 de la ley de Extranjería, por el cual se garantiza el acceso de las víctimas de trata de seres humanos a la asistencia integral, independientemente de su situación administrativa, no es mayoritaria.
En primer lugar, porque la mayoría de las víctimas, por miedo, no reconocen serlo y, en segundo lugar, porque el artículo no se aplica a las mujeres de la Unión Europea, entre las que se incluyen las rumanas, que representan un alto porcentaje del perfil de las víctimas de trata en nuestro país.
Compontente racista: la sociedad no empatiza
La prostitución mueve actualmente en España más dinero que el tráfico de drogas y armas junto y, sin embargo, se dedican más recursos a combatir la ilegalidad de los segundos. Los investigadores han hablado de las cifras de recaudación en clubs de alterne de prostitución no forzada que, antes de la crisis, oscilaban los 15.000 euros diarios en cada establecimiento. Teniendo en cuenta que cuando existe trata y explotación sexual los beneficios son mayores, ya que no se paga a las víctimas, alertan de que la cantidad es incluso mayor en las situaciones que denuncia el informe.
Los investigadores han mencionado, además, que esta falta de recursos y efectividad en la lucha contra el delito de trata en España puede tener un componente racista debido a la falta de empatía de la sociedad. Como apunta Jorge Uroz: “Nuestros hijos pueden ser víctimas de la droga, pero es muy poco probable que lo sean de la trata, en donde las víctimas son, en su mayoría, extranjeras”.
El delito de trata lo sufren casi siempre mujeres extranjeras, más alejadas de la población española. Sobre ello, concluye un fiscal participante del estudio: “No lo ves como un delito porque nunca te imaginas la posibilidad de que a un familiar tuyo o a una de tus hijas les suceda esto. Yo siempre les digo a mis compañeros: imagínate que esta chica que entra en contradicciones al declarar, en uno de esos casos en los que tú, como fiscal no lo ves nada claro, es tu hija”.