La reacción de Europa ante al naufragio más grande jamás avistado en el Mediterráneo tendrá muchos fuegos de artificio y ninguna propuesta ambiciosa para salvar más vidas. No por ahora. La cumbre extraordinaria celebrada este 23 de abril dota a Tritón, la operación comunitaria encargada de labores de vigilancia, del triple de fondos. Pero es un avance ínfimo que más bien significa una vuelta a atrás; a noviembre de 2014, cuando terminó la vigencia de Mare Nostrum, predecesora de Tritón y financiada exclusivamente por Italia. No han mencionado la extensión del área operacional que puedan patrullar más lejos de las costas europeas, lo que permitiría llegar antes a rescatar embarcaciones en apuros cercanas a aguas próximas a Libia, donde se están produciendo los mayores naufragios.
No hubo nada más: la sobrerreacción de las instituciones europeas –en la que el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y la alta representante, Mogherini, juegan o quieren jugar un rol fundamental– se diluye a la vista de las soluciones. Se pospone el grueso del acuerdo para la próxima cumbre: Tritón, asumida por la agencia europea Frontex, pasa de contar con tres a nueve millones mensuales, y ni siquiera fue fácil poner a los 28 Estados miembros de acuerdo en este punto, según las fuentes consultadas.
Todos han dicho sí a todo, pero no se han puesto más cifras sobre la mesa más allá de igualar el presupuesto que había hace dos años. Los 28 dicen estar de acuerdo en repartir el número de refugiados a acoger –el 75% de los demandantes de asilo recalan en cinco países–, pero no en cuántos.
El mandato de 'Tritón' no se modificará, lo que supone que su labor seguirá siendo la de vigilancia y control, no la de salvamento. Sin embargo, tanto Juncker como el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, han defendido en una rueda de prensa que las tareas de rescate es algo que determina el derecho internacional y que el mandato actual ya prevé la actuación de Tritón en aguas internacionales.
Se retira la cifra de 5.000 reasentamientos (trasladar a refugiados desde otros países a la UE) por año, que la víspera de la cumbre fue asumida por muchas autoridades y medios y se ha quedado ridícula ante la magnitud de los acontecimientos (Frontex detectó 278.000 entradas ilegales en las fronteras de la UE durante 2014). “Además se trata de un número voluntario”, destacó Mariano Rajoy a la salida de la cumbre.
El propio presidente del Gobierno reconoció que 5.000 plazas de reasentamiento es una cantidad “pequeña”. Rajoy aseguró que España respaldó todos los puntos propuestos por el luxemburgués Juncker.
La posibilidad de “destruir” barcos de traficantes
Ni siquiera en el campo militar, área en la que la UE ha tratado de sacar pecho, las cosas parecen claras. “Hay países que dicen que sí a todo pero sin hablar de números”, comentaba un oficial cercano al presidente Donald Tusk. Así fue. Aparte de una declaración solemne contra las mafias que transportan inmigrantes o refugiados, no se sabe cuánto aportará cada país ni cuántos medios materiales suministrará. Actualmente, 21 de los 28 Estados ponen medios en Tritón, que solo cuenta con un helicóptero y dos aeronaves.
Los líderes han decidido encargar a la alta representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, que explore las opciones para una misión civil con componente militar cuyo objetivo sea “detener y destruir los barcos” que emplean las mafias y evitar que vuelvan a ser utilizados.
Una de las mayores dificultades para esta misión es que requiere bien el permiso del país afectado –algo poco probable en este caos por la inestabilidad en Libia–, bien un mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fuentes europeas han adelantado que Mogherini aprovechará un viaje a Nueva York la semana próxima para iniciar los contactos en este sentido.
A medida que avanzaba la tarde del jueves se supo que fue Juncker el que planteó triplicar los fondos mensuales de Tritón de tres a nueve millones de euros mensuales, y que su propuesta contó rápidamente con el agrado de Alemania y Francia. En principio no habrá problemas para movilizar ese dinero, que partirá de fondos de la Comisión Europea.
La lógica funcionará de la siguiente manera: como la ley marítima obliga a asistir cualquier naufragio independientemente de que este ocurra fuera de los lindes comunitarios, el incremento de fondos robustecerá las operaciones de salvamento. Para corroborar esta tesis, una portavoz de la Comisión repartió unos gráficos en los que se aprecian cómo la mayoría de los rescates efectuados en el marco de Tritón y por cargueros privados se produjeron dentro o muy cerca de las aguas territoriales libias.
Tampoco hay demasiados avances en lo relativo a acuerdos de cooperación con terceros países, aunque fuentes del Gobierno español indicaron que el principal problema se da con los países de África oriental, como Sudán, Eritrea, Somalia, Etiopía, Libia, cuya situación interna provoca miles de desplazados.
La cumbre extraordinaria del 23 de abril lo deja todo para dentro de tres semanas, a mediados de mayo. La última semana, la UE se vio noqueada al descubrir que más de 800 personas morían entre Libia y la isla italiana de Lampedusa. A las declaraciones grandilocuentes de la plana mayor de la UE –Martin Schulz, Jean-Claude Juncker, Federica Mogherini, Donald Tusk– no les han seguido los hechos, al menos hasta este momento.