Altruismo y luchas en el alambre: el día a día de Ecologistas frente a la “asociación política” que dibuja el equipo de Almeida

De las mil batallas a las que se enfrenta a diario Ecologistas en Acción, la última cruzada del Ayuntamiento de Madrid contra la organización ha llegado por algo tan mundano (no por ello poco importante) como las ruedes de unas bicicletas. En concreto, las que operan bajo el servicio municipal de Bicimad.
Paco Segura, secretario de Ecologistas en Acción en Madrid, conversa con Somos Madrid sobre las acusaciones de “asociación política” que el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida ha dirigido contra la entidad en defensa del medioambiente. Unas palabras que les dedicó el delegado de Medio Ambiente, Urbanismo y Movilidad del Consistorio, Borja Carabante, la mano derecha del alcalde.
El concejal calificó en marzo a Ecologistas en Acción como “una asociación absolutamente política” y le recriminó que haya dejado “de luchar” contra la contaminación para centrarse “en criticar la movilidad ciclista”. “El riesgo para la movilidad sostenible son precisamente las campañas que hace la izquierda para desincentivar el uso de Bicimad”, apostilló.
Estas palabras llegaron después de que la organización ecologista anunciase que estaba preparando una demanda contra el Ayuntamiento de Madrid por “el pésimo estado” de los neumáticos de Bicimad, que “han incrementado los siniestros por derrape, sobre todo con el pavimento mojado”. Según un estudio de la Asociación Pedalibre publicado el pasado año, el 56% de los neumáticos del servicio sufren un desgaste alto en sus ruedas. Ecologistas ha recopilado más de 40 testimonios de afectados en la ciudad, que han sufrido percances de distinta gravedad.

Para Segura, la airada respuesta de Carabante es una muestra más del “maltrato” que reciben por parte del Gobierno de José Luis Martínez-Almeida: “Han ido laminando y provocando la desaparición de todos los órganos de participación existentes. Los foros municipales sobre el aire o el ruido pervivían, después de que Esperanza Aguirre se cargara los autonómicos. Esta decisión ya fue tumbada por la Justicia, que recordó la necesidad de mantener organismos para la participación civil, aunque Aguirre los recuperó muy mermados. En el Ayuntamiento, en vez de eliminar, han convertido estas reuniones en absolutamente inoperantes”.
Pone como ejemplo la mesa de calidad del aire y movilidad sostenible, reducida a una reunión anual y online de media hora de duración: “Aprovecharon la pandemia y mantuvieron el formato telemático”, lamenta Segura. El desarrollo de estos encuentros también les inquieta: “Carabante suelta un discurso e inmediatamente después dice que se tiene que ir, sin ni siquiera escucharnos. Es una patraña, no hay participación alguna”.
Una reacción del Ayuntamiento a la lucha vecinal y medioambiental
Ante esa acusación de “asociación política”, Segura presume adeḿas del carácter político de Ecologistas: “No somos un partido, pero como es lógico queremos tener incidencia política”. El secretario de la entidad cree que Carabante y otros políticos “utilizan esa dialéctica para no hablar del fondo de los asuntos”.
En Ecologistas presumen de triunfos judiciales, algunos parciales y otros absolutos, aunque que a consecuencia de ellos el Ayuntamiento haya aumentado el desdén con que les trata: “Nada más empezar Almeida su primer mandato, planteó quitar las multas de Madrid Central, lo que en la práctica era eliminar la medida. Por un lado organizamos una movilización masiva, con 36.000 personas en la calle gritando por mantener las restriccioens a los coches y mejorar el aire que respiramos. Pero lo que más les dolió fue que un juez paralizó cautelarmente la medida y ya nunca la pusieron en marcha. Al final acabaron implantando las restricciones, aunque de una manera mucho más descafeinada y con excepciones continuas”.
En este contexto, Ecologistas se ha preparado organizativa y hasta espacialmente para resistir al conflicto. El mejor ejemplo es su local en la calle Peñuelas de Arganzuela, Ateneo La Maliciosa, donde esta conversación tiene lugar.
Un recinto que comparten con la librería y editorial Traficantes de Sueños: “Las organizaciones sociales están sufriendo un auténtico acoso en cuanto a la tenencia de espacios de participación. Por eso esta dinámica de adquirir locales, aunque sea gracias a las donaciones y para administrarlos a través de la autogestión, la están siguiendo otras agrupaciones como La Villana de Vallecas”.
El mejor ataque es una buena defensa judicial
En cuanto a la organización de sus integrantes, vital para encarar con efectividad todos los frentes abiertos, se dividen en ocho comisiones de trabajo: calidad del aire, educación, agua, energía, ecofeminismo... Cada una de ellas trabaja de manera independiente, pero antes de cada reunión semanal de las comisiones se celebra una general de coordinación.
“Todo esto son esfuerzos voluntarios. En Ecologistas en Acción de Madrid solo hay dos personas contratadas, que se dedican a labores administrativas a media jornada”, apunta el responsable de la entidad en la Comunidad de Madrid. “La gente tiene sus propios curros y a veces cuesta encontrar gente para acciones por las mañanas”.

Así, a la hora de llevar cualquier medida u operación a los tribunales, deben incorporar “un equipo jurídico que también es voluntario” : “Para reclamar casos como el de Madrid Central lo primero es convencer a una abogada para que te lo lleve, por mucho que nosotros les preparemos documentación previa. Y como es lógico no resulta nada fácil, porque suelen estar hasta arriba de curro”. Como organización sin ámico de lucro, tienen derecho a justicia gratuita, pero incluso conseguir que se les aplique “requiere unos esfuerzos y un papeleo que acaban por desgastarte”.
Paco Segura recalca en este sentido la “suerte” de tener a su disposición a Jaime Doreste, letrado especializado en derecho ambiental. “Ayudó a demostrar que la obra del Ayuntamiento de Alberto Ruiz-Gallardón en la M-30 fue ilegal, ejecutada sin estudio de impacto ambiental. El problema es que esa resolución llegó cuando los trabajos estaban ya terminados, como pasó con el desdoblamiento de la M-501 y en tantos casos. Ganas cosas que ya no tienen remedio”.
El precio de perder
Las derrotas judiciales, en cambio, pueden causar consecuencias dramáticas a Ecologistas debido a las condenas en costas. “Para los jueces parece que el Ayuntamiento de Madrid tiene abogados muy caros y los nuestros son unos cutres, porque cuando nos hacen cargar con las costas las cantidades son mucho más elevadas que cuando les toca a ellos. Y eso que esto último apenas ocurre. Si se da el caso, destinamos ese dinero a pagar a nuestros abogados por todo el trabajo altruista que llevan a cabo”.
Ecologistas también encuentra numerosas limitaciones económicas y administrativas en los propios procesos judiciales: “Nos hemos encontrado jueces que solicitan fianzas disparatadas a la hora de aplicar la paralización cauterlar de una obra ilegal. Cuando llevamos a los tribunales la edificación irregular del resort de lujo Marina Isla de Valdecañas, que se cargó un embalse para hacer mansiones de futbolistas o amigos del emérito, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura nos dio la razón. Pero fijó una fianza cautelar de 41 millones de euros para hacer efectiva la sentencia, con el argumento de que todavía era recurrible”.
“A los dos años el Supremo volvió a fallar a nuestro favor, con la diferencia de que ya habían construido una parte del compleo y era casi irreversible echarlo abajo”. “Con fianzas inasumibles no se pueden parar Operaciones Chamartín y demás proyectos de este tipo”, lamenta Paco Segura. En este sentido, denuncia “la poca formación ambiental y el conservadurismo de la gran mayoría de la judicatura”.
Uno de los problemas que tenemos ahora es la inestabilidad y la precariedad de la gente. Cuando empezamos, en 1998, mogollón de peña eran funcionarios. Currabas por la mañana, militabas por la tarde.
Pero la jurídica no es la única vertiente del trabajo en los despachos, ese con menos lucimiento que una pancarta, pero igual de imprescindible que la presión social en redes o en las calles. “La primera línea de trabajo son las alegaciones, el estudio y las correcciones de cualquier plan urbanístico o de cualquier índole que el Ayuntamiento licita. Esto es muy importante porque muchas veces las alegaciones dan pie a los futuros recursos juridicos”, expone el ecologista. El futuro Gran Premio de Fórmula 1 en Ifema ha sido uno de los últimos frentes en este sentido.
Todas esas batallas en los juzgados se conjugan con las vidas de quienes integran Ecologistas, personas con sus propias profesiones (y aficiones). “Lo conjugamos cómo se puede. Uno de los problemas que tenemos ahora es la inestabilidad y la precariedad de la gente. Cuando empezamos, en 1998, mogollón de peña eran funcionarios. Currabas por la mañana, militabas por la tarde”, recuerda Segura.

“Ahora hay gente joven muy potente, capacitada y motivada que se tiene que ir porque le sale un curro en otro país o no puede pagar su piso. Todo esto dificulta el remplazo que necesitamos, aunque sigue viniendo gente nueva y todos los meses organizamos jornadas de acogida o cursos de formación”, relata el ambientalista.
Acaba eso sí con una nota de optimismo: “Si vienes aquí un lunes, verás que están todas las salas llenas, recibimos mucha gente con ganas de aprender y de implicarse. Además ahora tenemos La Maliciosa, un lugar que es nuestro y que conseguimos sin pedir ni un crédito a los bancos”.
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