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Von der Leyen participa en una 'cumbre paralela' con los líderes de la UE más duros contra la migración

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —
16 de octubre de 2024 22:19 h

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Hay varias Ursula von der Leyen. En función de quién sea su interlocutor o sus intereses, la presidenta de la Comisión Europea va cambiando de chaqueta. En la campaña electoral en la que el Partido Popular Europeo imprimió un giro a la derecha en su combate con las fuerzas ultras, la alemana se vio obligada a asumir un papel distinto al que había tenido en su rol institucional. Y en el siempre divisivo tema migratorio, Von der Leyen ha evidenciado una actitud especialmente camaleónica que le ha llevado a imponer ahora la agenda de la derecha frente a los medidos compromisos en la materia que hizo ante la Eurocámara, donde consiguió el apoyo de su partido, los socialdemócratas, los liberales y los verdes. 

Von der Leyen asumió un programa del PPE derechizado respecto a la que había sido su política desde 2019 en temas como la marcha atrás en la agenda verde o el endurecimiento de la política migratoria, que lo llevaba a máximos al plantear que los solicitantes de asilo puedan ser deportados a terceros países. Los conservadores hicieron suya la agenda de la extrema derecha y la alemana, como cabeza de cartel, también. 

Una vez cerradas las urnas, Von der Leyen tuvo claro que mantendría la alianza con socialistas y liberales, a pesar de haber lanzado guiños a la extrema derecha de Giorgia Meloni durante la campaña. A pesar de ello, antes de la cita con los líderes de los 27 a finales de junio, ya planteó un endurecimiento de las condiciones para los migrantes en el que abría la puerta a la deportación a terceros países. Pero lo hizo usando un eufemismo al defender que “merecen atención” las “estrategias innovadoras”. Sus palabras se produjeron después de que 15 países defendieran la externalización de los procesos de asilo en centros fuera de la UE

Sin embargo, Von der Leyen se alejó de esa posición en su discurso de investidura en el Parlamento Europeo al no mencionar ese tema que es polémico para sus aliados, y logró el voto prácticamente en bloque de socialistas y verdes –sumando a los que tenía de conservadores y liberales y logrando la reelección con una cantidad de síes récord–. Lo que defendió la aspirante a un segundo mandato fue el Pacto de Migración y Asilo cerrado unos meses antes tras años de tensas negociaciones y una “aproximación común en los retornos”, así como el desarrollo de partenariados con terceros países de la vecindad sur y una agenda para el Mediterráneo. 

Tampoco las directrices políticas para el periodo 2024-2029, que es el programa con el que Von der Leyen se presentó ante la Eurocámara, recogían expresamente esas posiciones, aunque sí aludía a la búsqueda de fórmulas. “También seguiremos reflexionando sobre nuevas formas de contrarrestar la migración irregular, respetando el derecho internacional y garantizando soluciones sostenibles y justas para los propios migrantes”, reza ese documento. 

Una vez reelegida y con el PPE consciente de que puede apoyarse en las fuerzas de la ultraderecha saltándose el cordón sanitario, Von der Leyen ha abandonado los circunloquios y ha apuntado directamente a la creación de centros de refugiados fuera del territorio de la UE, como los creados por la Italia de la ultraderechista Giorgia Meloni en Albania. En una carta enviada a los líderes de los 27 antes del Consejo Europeo que se celebra este jueves, la alemana apuesta por una revisión de los terceros países seguros y por seguir explorando “vías de avance en lo que respecta a la idea de desarrollar centros de retorno fuera de la UE”. Por primera vez lo menciona expresamente. 

El propio PPE publicaba este jueves un comunicado sobre “migración irregular” antes de la cumbre de líderes de la UE en el que apoya el modelo Meloni: “La UE debe colaborar con las organizaciones internacionales para apoyar a los terceros países en su capacidad de tramitar las solicitudes de asilo y retorno a los países de origen o a países seguros. Así, la UE debería utilizar la influencia de todas las demás políticas, incluida la condicionalidad de los visados. También deberíamos estar preparados para extraer lecciones, ahora que entramos en la fase de aplicación del acuerdo entre Italia y Albania. Con el mismo espíritu, deberíamos explorar opciones de centros de tránsito para el retorno que alivien la presión de nuestros sistemas de acogida y asilo”.

Von der Leyen coge así el guante de la quincena de países que han pedido explorar esa medida, que no tiene encaje en el actual marco legal. Pero la ofensiva de una mayoría de capitales va ganando la partida en el seno de la UE, donde España se ha quedado en minoría en el rechazo a esa medida.

El planteamiento de la alemana sitúa, además, en una posición complicada a sus aliados parlamentarios, con los que tiene un acuerdo para la legislatura en el que no había explicitado esa propuesta. “El nuevo Pacto sobre Asilo y Migración es la única solución posible para abordar la migración y es el Pacto que debe aplicarse. Las medidas de asilo y migración deben abordarse desde la solidaridad y el respeto a los derechos de las personas”, señalan desde el grupo socialdemócrata.

“No debemos ceder ante el alarmismo de la extrema derecha y la propaganda populista sobre la migración. El derecho de asilo es un pilar importante de los valores en los que se basa la UE, y la Comisión Europea debe mantenerlo y defenderlo. Los acuerdos de deportación y los campos de internamiento en el extranjero son una reacción precipitada, cara e ineficaz ante una situación compleja”, lamenta el copresidente de los verdes, Bas Eickhout, que fue uno de los defensores de apoyar a Von der Leyen en este segundo mandato. 

Cumbre paralela de los duros con la migración

Los líderes de los 27 llegan profundamente divididos a esa reunión, que ha comenzado con retraso tras un encuentro previo liderado por Meloni, el Gobierno de extrema derecha de Holanda y de la socialdemócrata danesa Mette Frederiksen al que han asistido los jefes de Gobierno de otros ocho países que tienen las posiciones más duras contra la migración –Austria, Chipre, Grecia, Malta, la República Checa, Polonia, Eslovaquia y Hungría–, para presionar en favor de esas “soluciones innovadoras” en las que los centros de refugiados es una de las principales propuestas. 

Von der Leyen ha acudido a esa 'cumbre paralela' celebrada en los márgenes del Consejo Europeo y a la que han acudido los líderes de tres países (Holanda, Polonia y Hungría) que ya amenazan con saltarse el Pacto de Migración y Asilo acordado el pasado año y que aún no ha entrado en vigor. Tras esa cita, ha arrancando el Consejo Europeo con la presencia de Volodímir Zelenski, que ha expuesto su 'plan para la victoria'.

La parte de migraciones en las conclusiones del Consejo Europeo figura entre corchetes en los borradores que han ido negociando las capitales en los últimos días. “El Consejo Europeo insta a que se refuerce la cooperación con los países de origen y de tránsito, mediante asociaciones mutuamente beneficiosas, para abordar las causas profundas y luchar contra la trata y el tráfico con vistas a prevenir la pérdida de vidas humanas y las salidas irregulares, utilizando todas las políticas, instrumentos y herramientas pertinentes de la UE. Unas vías seguras y legales son fundamentales para una migración regular y ordenada”, recoge el texto, escrito en unos términos bastante neutros.

Fuentes comunitarias apuntan a que hay un grupo de países que presionan para que las conclusiones sean detalladas y entren incluso en términos operativos mientras que hay otros que apuestan por mencionar simplemente el asunto y otros que sistemáticamente bloquean ese tipo de textos, como es el caso de Hungría.  

Lo que tampoco figura en el borrador es la alusión al Pacto de Migración y Asilo, que es el marco en el que Pedro Sánchez quiere encajar la discusión. Lo que sostiene el Gobierno es que primero se tiene que poner en práctica el acuerdo que se cerró en diciembre del año pasado y por eso ha planteado una aceleración en su puesta en marcha, que está prevista para el verano de 2026. También Francia y Alemania han apuntado en esa dirección. Sin embargo, las discrepancias surgen en el momento de decidir qué partes se adelantan. “Un énfasis excesivo en medidas securitarias no contaría con el apoyo de España, habría que hacerlo de manera integral”, señalan fuentes gubernamentales ante la amenaza de que Paris y Berlín pretenda agilizar sólo lo que tiene que ver con el control en fronteras abandonando las medidas de “solidaridad” como el reparto de cuotas de refugiados.