El currículum de vulneraciones de derechos humanos del nuevo equipo de Trump
El próximo 20 de enero Donald Trump llegará a la casa blanca para poner en marcha las controvertidas medidas que ya anunció durante su campaña electoral. No lo hará solo. El magnate multimillonario y presidente electo de los Estados Unidos ha elegido para su equipo de Gobierno a tres ex generales contrarios al cierre de Guantánamo, un magnate del petróleo cuya empresa construye un oleoducto en una reserva indígena, un acusado por violencia machista y varios senadores islamófobos, entre otros.
Un breve repaso al currículum de los integrantes de su gabinete deja al descubierto una trayectoria repleta de vulneraciones de los derechos humanos. Estas son algunas de ellas:
Perpetuar el racismo institucional
El nuevo fiscal general de Estados Unidos será Jeff Sessions, el ex senador de Alamaba cuya trayectoria política ha estado marcada por su oposición al matrimonio homosexual, la crítica a la inmigración musulmana y sus repetidos intentos por frenar las propuestas de mejora en el derecho de voto de las personas de raza negra.
En 1986 Ronald Reegan le propuso para ser juez federal, pero el Senado lo rechazó por acusarle de haber realizado diversos comentarios racistas, entre ellos, cuando calificó a la Asociación Nacional por el Progreso de las Personas Negras (NAACP, por sus siglas en inglés) como “no-Americana”.
Ademas, durante sus años como senador se opuso en repetidas ocasiones a los avances en la Ley de Derecho a Voto y procesó injustamente a varios activistas que luchaban por mejorar los derechos electorales de las personas negras. Hoy, este colectivo sigue sufriendo el racismo institucional al acudir a las urnas, según corroboró la propia Corte Suprema el pasado mes de junio.
Sessions es también uno de los principales senadores anti-inmigración del país. En 2015 publicó un informe en el que defendía la limitación de los visados de trabajo y la necesidad de un “firme control en la entrada y salida de extranjeros a EEUU”, alegando que la “inmigración incontrolada” estaba deteriorando el empleo y el bienestar general de los trabajadores estadounidenses.
En contra del cierre de Guantánamo
No es el único en el equipo del nuevo Gobierno que ha manifestado ideas similares. El exgeneral John Kelly, propuesto para ser el nuevo Secretario de Seguridad Nacional, ha anunciado que considera “urgente frenar la inmigración ilegal y reforzar la seguridad de sus fronteras”. Con esto en mente, será el encargado de desarrollar o rechazar algunas de las medidas más controvertidas que Trump ha anunciado en materia de inmigración, como la construcción de un nuevo muro en la frontera con México, la implementación de un registro de inmigrantes musulmanes o la repatriación de los refugiados sirios.
General retirado, Kelly fue anteriormente jefe del Comando Sur, lo que le convertía en el responsable directo de las actividades norteamericanas en América Latina y el Caribe, entre las que también se incluye el centro de detención de Guantánamo. El que ahora será Secretario de Seguridad Nacional obstaculizó entonces los planes de Obama para cerrar la prisión, pese a las continuas denuncias por vulneraciones de derechos humanos registradas por varias ONG.
No libró la batalla solo. Kelly contó entonces con el apoyo de numerosos representantes republicanos, incluido el ex-congresista de Kansas Mike Pompeo, quien tiene colgadas en su web una serie de fotografías de algunos detenidos en Guantánamo acompañadas de la frase “este podría ser tu vecino”.
“Estoy luchando para conseguir alejar a los terroristas de Kansas y de América. Tenemos el derecho de mantener Guantánamo abierto para preservar la seguridad nacional”, concluye junto a las imágenes. A mediados de noviembre Trump también le incluyó en su equipo. Será el nuevo director de la CIA.
Acusado por violencia machista
La polémica en la trayectoria política de Pompeo pasa también por sus afirmaciones xenófobas y machistas. En septiembre de 2013 recalcó su posición al matrimonio homosexual al considerar que “no es el entorno ideal para criar a un niño”, y exigió que se protegieran sus opiniones al respecto en el marco de la libertad de expresión y religiosa.
Apenas dos meses antes, en febrero, Pompeo votó en contra de una reforma en la Ley de Violencia Contra las Mujeres que pretendía extender la protección a los colectivos de gays, lesbianas, inmigrantes e indígenas, identificados por Amnistía Internacional como las víctimas más vulnerables. Junto con él, otros 21 republicanos –todos hombres– rechazaron la medida porque estimaron que la ley representaba “un ataque feminista contra los valores de la familia”.
Años antes de la existencia de esa Ley, las acusaciones de violencia machista recayeron sobre el que es ahora el nuevo Secretario de Trabajo de Estados Unidos, también elegido recientemente por el presidente Trump, Andrew Puzder. El empresario multimillonario acusado de evasión fiscal y de robar parte del salario a sus trabajadores, fue denunciado por su exmujer, Lisa Henning, en 1989.
Según el RiverFont Times, Henning aseguró en los papeles del divorcio que Puzder la había “tirado al suelo y desconectado el teléfono cuando ella intentó llamar a la policía para pedir ayuda”. El mismo medio asegura que Puzder admitió haberla “agarrado por los hombros y empujado”, pero justificó que lo hizo para “evitar que se hiciese daño a sí misma”. A este episodio de violencia machista se sumarían al menos otros dos, también relatados en los documentos del divorcio. Él los negó en reiteradas ocasiones argumentando que eran “acusaciones infundadas”.
Desde entonces otros escándalos machistas han seguido sacudiendo la trayectoria de Puzder. El último, mucho más reciente, lo protagonizó con el anuncio de su compañía de comida rápida para la Super Bowl, en el que dos mujeres en bikini comían sus hamburguesas bajo el lema “al natural”. Pese a que el vídeo hablaba por sí solo, Puzder decidió corroborar su actitud sexista al afirmar que le gustan “las mujeres guapas que comen hamburguesas en bikini”, y que con aquel anuncio su marca “había tomado parte de su personalidad”.
Contra los derechos reproductivos de las mujeres
En el currículum del nuevo Secretario de Trabajo hay también espacio para una amplia trayectoria política en contra del aborto, la planificación familiar y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Considerado el principal abogado anti-abortista de Misuri y uno de los miembros más activos del grupo antiabortista “Lawyers for Life” (Abogados Pro Vida), Puzder autorizó una ley que imponía importantes restricciones al uso de dinero público en los servicios de interrupción del embarazo. Finalmente, la medida acabó siendo revocada por la Corte Suprema.
La misma historia, con el mismo final, se repetía años después en el Estado de Texas, esta vez protagonizada por Rick Perry, a quien Donald Trump acaba de proponer para ocupar el puesto de Secretario de Energía de EEUU.
En 2011, cuando Perry era gobernador de Texas, llamó a las medidas de planificación familiar un “matadero de los no nacidos” e impulsó, como Puzder en Misuri, una ley que obligó a la mayoría de las clínicas abortivas a cerrar debido a los recortes en fondos públicos destinados a la interrupción del embarazo.
Tuvo consecuencias, según denuncian las ONG. Un estudio de 2015 afirma que entre 100.000 y 240.000 mujeres en edad reproductiva en ese estado –el más contrario al aborto– intentaron abortar por su cuenta en algún momento. Finalmente, y tras años de protestas feministas, en junio de 2016 la Corte Suprema revocó la ley.
Antes, el equipo de Perry también había bloqueado dos propuestas que pretendían implementar en Texas la educación sexual en los colegios y abaratar el acceso a los servicios de control de natalidad para las mujeres, pese a que otro estudio de 2012 corroboró que la implantación de un sistema planificación familiar gratuito en Estados Unidos lograría reducir el número de abortos a la mitad.
Construir un oleoducto en una reserva indígena
Rick Perry ha sido elegido para liderar el organismo contra la que él mismo cargó en varias ocasiones. Contrario a la existencia de la Agencia de Energía, el nuevo Secretario de la misma es un magnate del petróleo y negacionista del cambio climático.
Su compañía, Energy Transfer Partners, lidera el proyecto que pretende construir un oleoducto en Dakota del Norte, atravesando el territorio de una tribu indígena. Varias organizaciones ecologistas ya han advertido del riesgo medioambiental de su construcción que, además, cruzaría tierras ancestrales y podría comprometer el futuro de las comunidades nativas, que no callaron.
Tras meses alzando la voz en protestas sin cese los vecinos lograron ganar su particular lucha contra la construcción del oleoducto en noviembre, cuando consiguieron la paralización de las obras. La victoria, sin embargo, fue agridulce. El cese es temporal y Trump no descarta volver a desestimar la voz de los defensores medioambientales e indígenas. Ha anunciado que estudiará la reanudación del proyecto.
“Odiar a los musulmanes es racional”
El otro gran magnate del petróleo en el nuevo equipo de Gobierno estadounidense es Rex Tillerson, el presidente de la petrolera Exxon Mobil. Tillerson se ha negado a condenar graves violaciones de derechos humanos documentadas por las ONG, como los más de 4.800 asesinatos en Filipinas tras la “campaña anti-drogas” impulsada por su presidente Rodrigo Duarte o la vulneración de los derechos de las mujeres y el encarcelamiento de disidentes en Arabia Saudí. En su opinión, “la información al respecto ”no es suficiente“ para emitir un juicio que las condene.
Tanto Tillerson como Michael Flynn –propuesto para ser el Consejero de Seguridad Nacional– mantienen buena amistad con el presidente Ruso, Vladimir Putin. Flynn, además, ha aparecido en varias ocasiones en Russia Today, la televisión propagandística del regimen ruso.
Este último, que tendrá un papel clave en la futura política internacional de los Estados Unidos, no ha dudado en mostrar sin tapujos sus ideas islamófobas en declaraciones a la prensa y en las redes sociales, llegando a afirmar que “el miedo a los musulmanes es algo racional”.
Preguntado por al-Jazeera si apoyaría la amenaza de Trump de asesinar a los familiares de sospechosos terroristas, dijo que “tendría que estudiar las circunstancias”.
Las afirmaciones de Flynn encabezan el ranking de la polémica del nuevo gabinete junto con las de James Mattis, el que será el nuevo Secretario de Defensa. El ex general, en cuya carrera destaca su presencia en la guerra de Irak y la de Afganistán, llegó a afirmar en 2005 que “era divertido disparar a algunas personas”.